Brais hace cumplir la ley
El gallego hace buena la máxima del ex para marcar un golazo desde fuera del área y terminar pidiendo perdón a la afición de Balaídos
Hay una máxima no escrita en el fútbol por la que un futbolista debe marcar cuando se reencuentra con un club al que perteneció. ... Brais Méndez se incorporó en 2012 a la cantera del Celta de Vigo, donde defendió la camiseta celeste durante 166 encuentros antes de fichar hace dos campañas por la Real Sociedad. Ayer volvía a pisar su otra casa, Balaídos, y como no podía ser de otra forma cumplió con la ley, la del ex, por supuesto. Ni cotizaba que metía gol, que dicen ahora los modernos.
El gallego comenzó la noche dando abrazos a los que un día fueron sus compañeros de vestuario y terminó pidiendo perdón a esa afición que en más de una tarde le despidió mientras coreaba su nombre. Ayer, ya con la camiseta blanquiazul, fue uno de los pocos habituales en los que confió Imanol en un once plagado de rotaciones y en el que no estaban ni Merino, en el banquillo, ni Zubimendi, lesionado. Entre Turrientes, Olasagastis, Aramburus, Pachecos y compañía todos los focos apuntaban hacia el futbolista de Mos. Y no falló a su cita.
La Real se hizo dueña del balón desde los primeros compases, con una formación con cinco defensas que permitió al equipo encontrar al jugador libre entre líneas. Los futbolistas del Celta perseguían sombras y ahí se encontró a las mil maravillas Brais, que tanto bajaba a recibir a campo propio como caía a la banda para darle continuidad al juego. El gallego, además, tuvo ayer al mejor socio en el centro del campo, un Turrientes que firmó uno de los mejores partidos que se le recuerdan con la camiseta txuri-urdin.
Precisamente en las botas del beasaindarra estuvo la génesis del gol realista. El 22 blanquiazul filtró un preciso pase por dentro a Brais, que se giró, levantó la cabeza y no se lo pensó dos veces para pegarle desde casi 30 metros y clavarla por abajo junto al palo derecho que defendía Guaita. El gallego no solo no celebró una fortuna que se le resistía desde el pasado 24 de octubre, sino que levantó ambas palmas de las manos en señal de perdón a la afición local.
Un gesto que a punto tuvo que repetir cuando en la segunda parte el palo evitó que el pontevedrés marcara un doblete de falta directa. El balón pasó por fuera de la barrera, dejando sin ninguna opción al guardameta vigués para llegar a despejar el esférico.
Para entonces ya había sacado su faceta de asistente con una pelota precisa por encima de la defensa al pecho que Sadiq. El delantero nigeriano la embolsó, se zafó de su marcador pero no pudo batir en el mano a mano a Guaita. Ya sabemos que al 'látigo de Kaduna' no le va eso de marcar goles 'fáciles'. Al final, el gallego supo tirar de veteranía para aguantar el esférico cuando más apretaba el Celta.
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