Alexander Isak, una estrella mundial que regresa a casa

Isak dejará dinero en las arcas de Anoeta tarde o temprano, pero en ningún sitio será tan bien recibido como este lunes. El cariñoso abrazo con el director de fútbol, la primera prueba de ello. Tras pasar con resultado negativo la pertinente prueba de antígenos, Isak fue dando abrazos por Zubieta. Uno a uno fue saludando a todos los trabajadores de Zubieta. Desde el utillero Unai Olaizola, querido en el vestuario, hasta el carismático Jhonny Porto, que seguro que le cocinó uno de sus platos favoritos. Pero los que más ganas tenían de verle son dos de sus pilares en esta aventura en la Real. Adnan Januzaj ya tiene con quién hacer diabluras sobre el verde. «¡La magia está de vuelta!», gritó al verle. Más bromista como acostumbra fue Aritz Elustondo. «¿Has dado negativo? ¿¿Seguro??», le lanzó antes de abrazarle mientras le trataba uno de los masajistas. Una vez saludado a todo el personal, botas y al verde, no hay tiempo que perder.

Tras 26 días de vacaciones, Isak entrenó a las órdenes de un Imanol Alguacil que le recibe como agua de mayo, después de afrontar el encuentro ante el Alavés con doce bajas, varias de ellas en la parcela de ataque. El nórdico realizó la sesión al mismo ritmo que sus compañeros y podría incluso tener minutos ante el Mónaco el miércoles en Anoeta, aunque el cuerpo técnico no va arriesgar lo más mínimo si Isak no está todavía lo suficientemente rodado.

Sobre el césped y según se puede apreciar en las imágenes divulgadas por el club, el sueco no se separó de Januzaj durante todo el entrenamiento y se tiraron caños y taconazos entre ellos. Cuando Imanol sacó el látigo se puso serio para robar rápido cuando le tocó en los rondos y demostró que no ha perdido el toque tras sus vacaciones en la Costa Azul. Tampoco se le han ido las ganas de tirar desmarques. Así terminó la sesión, control brillante y balón al saco. Alexander Isak está de vuelta.