La firma del pacto de gobierno entre PNV y PSE para los próximos cuatro años es un acuerdo verdaderamente especial por las circunstancias en las ... que se produce. Dos partidos bien diferenciados en su concepto de país suman fuerzas para arrimar el hombro y afrontar en el nuevo Gobierno Vasco los retos de una situación extremadamente delicada ante la crisis que la pandemia del Covid-19 ha azotado en todos los rincones vascos.
Nacionalistas y socialistas vuelven a compartir un ejecutivo, ahora con mayoría absoluta, y a reeditar esa sintonía que históricamente han exhibido en Euskadi. Tras un proceso negociador que se ha reducido lo que el calendario permitía, Ortuzar y Mendia cierran un acuerdo que tendrá efectos directísimos en el ciudadano. Las consecuencias de esta pandemia en sanidad, economía, empleo y educación, principalmente, precisan de todos los resortes para que el nuevo gabinete de Urkullu apriete los dientes y encare esos desafíos con solvencia y eficacia. En las cosas del comer no valen medias tintas, sino resultados tangibles. En la actual coyuntura, ni el derecho a decidir ni los pulsos identitarios deberían ser prioridades. De hecho, ya no están en la parrilla de salida de las prioridades del futuro Gobierno.
Por este motivo, la incorporación de Idoia Mendia en el Ejecutivo es un factor que sin duda refuerza el gabinete de Urkullu, ya que el PSE, que mantuvo un papel discreto en la anterior legislatura, coloca a su mayor activo en la sala de máquinas del Gobierno Vasco en una situación de urgencia. El lehendakari ficha al principal referente del PSE y a la mano derecha de Pedro Sánchez en Euskadi. Su incorporación servirá para engrasar la relación de Ajuria Enea con Moncloa, con el calendario de transferencias pendientes a la vista, y para proteger la relación del PSOE con el PNV, cuyos escaños en Madrid son cada vez más valiosos.
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