Las revelaciones que se están conociendo del último informe de la UCO sobre el caso Koldo muestran unos hechos sonrojantes que por su gravedad apuntan ... a que nos encontramos ante un episodio de corrupción política en toda regla que podría tener unas consecuencias imprevisibles. La justicia debe utilizar todos los medios posibles para que resplandezca la verdad de esta turbia trama y se depuren responsabilidades. No cabe otra y así debe ser.
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El relato de los informes policiales describe abyectas conexiones y tejemanejes entre el exministro y antiguo número dos del PSOE, José Luis Ábalos, su asesor Koldo García, que de portero de discoteca ascendió a tramitar negocios de dudosa trazabilidad –como la compra de mascarillas–, y un conseguidor que ponía el dinero para sufragar el costoso alquiler de una amiga de Ábalos. Todo un bochorno. El propio Sánchez quiere ejercer de cortafuegos sobre un caso que le salpica de cerca, aunque lo debe hacer de manera activa despejando todas dudas que el informe policial desliza en varios frentes, como es el caso del misterioso viaje de Delcy Rodríguez. No hay que olvidar que el presidente ya puso el 10 de julio de 2021 a Ábalos de patitas en la calle, tras un inesperado cese del que poco se explicó y mucho se especuló. Todo un presagio.
El PP de Feijóo, que a principios de semana estaba grogui por la negligencia de sus diputados al no detectar a tiempo la reforma legal que favorece a los presos de ETA, quiere poner a Sánchez entre las cuerdas con una querella basada, curiosamente, en unos hechos que no aparecen en el informe policial. El líder popular busca un efecto legal más simbólico que efectivo, ya que el proceso judicial está en marcha desde hace meses. Sin embargo, Feijóo sigue sin pulsar el botón rojo de la citación del presidente a la comisión del caso Koldo en el Senado, ni tampoco quiere activar una moción de censura abocada al fracaso.
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