«Leer en un auto que el asesinato de tu padre no fue una infracción penal roza el absurdo»
La hija del Tedax Aniano Sutil, asesinado tal día como ayer hace 36 años, cree que la reapertura del caso, solicitada por Covite en su nombre, apela al derecho a la verdad
El Colectivo de Víctimas del Terrorismo, Covite, en nombre de la familia del artificiero de la Policía Nacional Aniano Sutil Pelayo, asesinado ... por ETA en San Sebastián tal día como ayer de 1983, ha solicitado a la Fiscalía de la Audiencia Nacional la reapertura del caso, archivado por un juzgado donostiarra dos años después del atentado. El Tedax, de 27 años, natural de La Hiniesta (Zamora) y casado con Chelo, murió cuando intentaba desactivar una bomba colocada por ETA junto al comercio Portobello del barrio donostiarra de Gros. Junto a Sutil, su compañero, el cabo alavés Juan Manuel Martínez Aguiriano, resultó herido de gravedad.
Para poder llevar a cabo la reapertura del caso en la Audiencia Nacional, 36 años después del asesinato y con la autorización de la familia Sutil, Covite reclama primero una copia testimoniada de las diligencias del juzgado de instrucción número 2 de San Sebastián que, según el colectivo de víctimas del terrorismo, «se quedó negligentemente el sumario». En un auto del citado juzgado, fechado el 1 de abril de 1985 y al que ha tenido acceso este periódico, consta que las últimas diligencias fueron archivadas dos años después del asesinato. En el escrito, el juez se refería a que la instrucción se había iniciado con motivo de la «muerte por explosión de bomba de Aniano Sutil Pelayo» y consideraba que los hechos no eran «constitutivos de infracción penal».
La hija del artificiero asesinado, Tania Sutil, que tenía tan solo tres años cuando ETA asesinó a su padre, aseguró ayer a este periódico que reabrir la causa «va más allá de un mero acto judicial porque lo que reabre son, sobre todo, heridas mal curadas. Y de ésas hay muchas».
Para Tania Sutil, por encima de todo «el maremágnum emocional» que conlleva un paso de estas características, se encuentra el deseo último de esclarecer la verdad. «Vivir con porqués es dar la espalda a una realidad probablemente mucho más dura que la que nos contaron. Pero queremos -y exigimos- justicia. Saber quiénes y cómo, poner nombres a los que pusieron esa maldita bomba trampa, a los ejecutores y a las mentes pensantes que había detrás. A todos. Y que se les juzgue», reclama la hija del Tedax asesinado.
Recuerda también que a pesar de que el atentado fue reivindicado por ETA, todo el procedimiento fue sobreseído dos años después, y remarca que todavía hoy «leer que el asesinato de tu padre no constituye infracción penal roza el absurdo y ofrece una idea aproximada de cómo se hicieron las cosas en su momento». Tania Sutil espera que ahora, «el mismo día que se cumplen exactamente 36 años del acto terrorista, todo se encauce en la debida dirección». «Ni esto ni nada traerá a la vida a mi padre, pero él querría que llegáramos hasta el final. Y así lo haremos. Por ti, papá», le dedica con pesar.
Aquella madrugada del 27 de marzo de 1983, una llamada telefónica anónima alertó sobre la ubicación del artefacto en un establecimiento textil de la calle Carquizano, que ya había sufrido un atentado dos meses atrás. Varios agentes de la Guardia Municipal de San Sebastián y Policía Nacional acudieron al lugar, localizaron la bomba e instalaron un cordón de seguridad. Avisaron a un equipo de artificieros y sobre las 1.50 horas, cuando se disponían a desactivar el artefacto compuesto por kilo y medio de dinamita, estalló alcanzando de lleno a los dos agentes. Ambos iban equipados con casco y escudo protector de acero, pero dada la potencia de la bomba no sirvió para nada.
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