De jefe de ETA a vivir con misioneros en París

«La mayoría de los que viven en la congregación son hermanos o padres. Como comunidad religiosa acogemos puntualmente y, caso por caso, nuevas personas. También acogemos a otros espiritanos (nombre que reciben los miembros de esta congregación religiosa) porque esta es la casa madre y miembros de sus familias», explica a EL CORREO el padre Emmanuel. La orden misionera está situada en el Barrio Latino de París, muy cerca de la plaza de la Contrescarpe y de la turística rue Mouffetard. Es una zona muy frecuentada por estudiantes, ya que cerca de ahí están la Universidad de la Sorbona y la Escuela Normal Superior (ENS).

La Congregación del Espíritu Santo fue fundada en Francia en 1703 por Claude-François Poullart (1679-1709) para ayudar a los jóvenes que querían ser sacerdotes pero no tenían medios económicos para formarse. En 1848 se fusionó con la Sociedad del Inmaculado Corazón de María, fundada François Libermann (1802-1852), un judío que se convirtió al catolicismo y fue ordenado sacerdote. Actualmente hay 2.600 espiritanos en unos 60 países.

El superior de la congregación prefiere no responder a preguntas sobre Urrutikoetxea y su integración o no en la comunidad, pero sí sobre la historia de la organización religiosa y el edificio. El inmueble consta de cuatro pisos, la parte más antigua fue construida en 1732 y cuenta con un enorme patio interior con árboles que uno puede ver al entrar en la congregación. También tiene una grandiosa escalera, una preciosa capilla del siglo XVIII y un enorme refectorio con techos altos y vigas de madera donde comen juntos los espiritanos.

«Es una comunidad, vivimos en comunidad, comemos en comunidad», cuenta el padre Emmanuel, que explica cómo se desarrolla una jornada típica en la comunidad sin precisar si 'Ternera' va a misa o en qué actividades participa.

Antes de la pandemia de Covid-19, la congregación, generalmente cerrada al público, permitía «a personas venir a la capilla a rezar de forma individual. No se puede visitar actualmente porque hemos tenido un problema con la pandemia. Hemos tenido casos Covid en el mes de febrero, por eso somos muy prudentes», explica el padre.

Urrutikoetxea, que fue detenido en mayo de 2019 en los Alpes Franceses y estuvo 14 meses en prisión, se encuentra desde julio de 2020 en libertad bajo control judicial con brazalete electrónico a la espera de que resuelvan las causas que tiene en Francia antes de su eventual extradición a España. Sus movimientos están controlados en todo momento por un dispositivo electrónico y su horario está limitado por el juez.

El exetarra, que prepara un libro y una película sobre su vida, se trasladó a vivir a la Congregación del Espíritu Santo después de que pidiera a los jueces franceses cambiar de domicilio «por motivos de seguridad» porque la prensa había publicado la dirección del apartamento en el que vivía antes en el centro de París.

Preguntado por la presidenta del tribunal sobre sus planes de futuro, Urrutikoetxea, de 70 años, dijo que le gustaría compartir lo que le queda de vida con su familia «y si es posible en el País Vasco».

'Ternera' está pendiente de conocer el próximo 1 de septiembre la sentencia sobre el primero de los dos juicios que tiene por celebrar en Francia. La Fiscalía pide cinco años de prisión. El segundo tendrá lugar el 13 y 14 de septiembre. Se trata de la repetición de dos juicios por los que fue condenado en rebeldía cuando estaba en la clandestinidad y que solicitó que se repitieran en su presencia tras ser detenido. La justicia francesa ya ha autorizado su entrega a España por el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza en 1987 y la financiación de ETA a través de las herrikos.