Aberri Eguna: La fuerza del rito en tiempos de mudanza
Los partidos abertzales festejan el Día de la Patria vasca con el debate del nuevo estatus en ciernes tras varios años de parón por la pandemia y la crisis económica
Del primer Aberri Eguna de 1932 al de hoy ha llovido a mares. Cuatro politólogos analizan la fecha, su origen y su actual significado en ... una Euskadi moderna también somertida a un proceso de cambio social y distensión identitaria, una vez desaparecido el terrorismo.
María Silvestre Directora del Deustobarómetro
«Una celebración unitaria traería más división»
Considero que el sentimiento nacionalista en Euskadi es una realidad innegable y que forma parte de la identidad de muchas personas en Euskadi. Lo que ha está cambiando es la vinculación del sentimiento nacional con la reivindicación política y eso me parece interesante. Desde mi punto de vista, el sentimiento nacionalista debería vincularse con elementos identitarios más intangibles, más relacionados con la cultura, la lengua, las tradiciones y las costumbres.
Una celebración unitaria podría implicar mayor politización y división de la sociedad, por lo que no creo que trajera nada bueno socialmente hablando. Si, por el contrario, esa celebración unitaria consiguiera aunar a toda la sociedad, al margen de siglas políticas, entonces sí podría ser socialmente positivo ya que podría generar mayor cohesión social. No veo la necesidad de trasladar la fecha del Aberri Eguna a otro día. La fecha no me parece algo trascendente, aunque es cierto que tiene vinculaciones religiosas en una sociedad cada vez más secularizada. Si el debate del nuevo estatus trae consigo acuerdos y consensos, me parecerá bien. Si el debate pretende escenificar la división y el desencuentro, me parecerá mal.
Ander Gurrutxaga Sociólogo
«Gestionen la moderación»
La celebración del Domingo de Pascua ha perdido dramatismo pero para la narrativa nacionalista es una fecha que recuerda quiénes son, qué pueden ser y a qué pueden aspirar. Es el recuerdo de la historia, la memoria de la comunidad que actualiza año tras año en esta fecha los ideales que comparte. La desaparición de ETA, los nuevos rumbo del mundo global o las decisiones en la política española, el Aberri Eguna no les hace olvidar que ellos 'siguen ahí'. La pregunta es: la llave del futuro, ¿quién la tiene? Expresado de otra manera, ¿cómo gestionar el cambio y el futuro? La llamada de los datos empíricos señala un camino: gestionen la moderación.
Hoy es la seguridad material la que marca y asegura los contenidos simbólicos que importan. Cada vez se está más lejos de las ideas basadas en valores primordiales o en el uso de la identidad exclusiva. La institucionalización de la diferencia y el poder social de la autonomía política se dan la mano para ofrecerse, junto al pragmatismo de la seguridad material y la consolidación del dosel sagrado -bienestar, calidad de vida y confianza institucional-, como los recursos que gestionan las expectativas vascas.
Ludger Mees Historiador
«No tiene potencialidad para ser el Día de Euskadi»
Desde su estreno en 1932, para los nacionalistas la celebración del Aberri Eguna tiene una larga tradición. Aunque en ocasiones excepcionales, algunas fuerzas no-nacionalistas como los socialistas se unieron a esta celebración, esta festividad nunca ha llegado a cuajar en los sectores ajenos al nacionalismo vasco (los y las militantes de Podemos-Ahal Dugu están divididos en este tema). Euskadi es una democracia y, por lo tanto, cada uno es libre de elegir los días y los motivos que prefiere para celebrar. De ahí que me parezca perfecto que una parte de nuestra sociedad siga organizando el Aberri Eguna como marco festivo para la presentación de sus reivindicaciones. Sin embargo, creo que el Aberri Eguna no es realmente una festividad con una potencialidad para convertirse en un 'Día de Euskadi' respetado y celebrado también por aquellos que no se consideren nacionalistas vascos. La historiografía ha revelado que su invento se basa en la 'fake news' de que fue ese día, Domingo de Pascua, en el que en1882 Sabino Arana mantuvo esa crucial conversación con su hermano Luis gracias a la cual dejó de ser carlista para convertirse en nacionalista vasco. Oficialmente, el PNV quiso celebrar las 'bodas de plata' de esa efeméride. Hoy sabemos que no existe ningún documento que pruebe que esa conversación tuviera lugar el Domingo de Pascua, día que fue elegido por la dirección del partido más bien para otorgarle una clara impronta religiosa: Si Jesús resucitó, también lo va a hacer Euskadi. No creo que, a la luz de esta historia, se pueda presentar ningún argumento atractivo para defender el Aberri Eguna como Día de Euskadi (o Euskal Herria) más allá de su larga tradición.
La existencia de la nación para muchos no conlleva un sentido excluyente: sentirse vasco o vasca para muchos no es incompatible con sentirse español y europeo. El fin de la violencia terrorista ha permitido que esta democratización de la identidad nacional por la convivencia pacífica de diferentes identidades solapadas se acepte con una mayor normalidad. Se está produciendo una 'desacralización' del concepto de la nación vasca, que ya no es un dogma excluyente, sino una oferta abierta a personas de diferentes procedencias y creencias. La celebración separada es un reflejo de la pluralidad de la sociedad vasca moderna, y esto es bueno. Dadas las notables divergencias entre Bildu y el PNV, no les veo compartiendo pancarta, y no veo tampoco a Podemos Ahal Dugu.
Juanjo Álvarez Catedrático UPV
«Construir la nación sin estigmatizar al diferente»
La celebración del Aberri Eguna representa un espacio político-festivo-reivindicativo en el que hoy día tendría sentido plantear tres grandes binomios de reflexión que pueden abrirse en relación al futuro estatus -principio democrático y los mecanismos de profundización democrática (derecho a decidir, derecho de autodeterminación, legalidad y legitimidad, consulta-referéndum) y por último el concepto de soberanía y modelo territorial (necesidad o no de reforma constitucional, simetría-asimetría, derechos históricos, unilateralidad o bilateralidad). Es un momento para hacer pedagogía social.
Resolver las reclamaciones de reconocimiento nacional planteados por una amplia mayoría de la sociedad vasca exige nueva cultura política y propone el recurso a nuevos conceptos. Hay que modernizar unos términos que han quedado fosilizados. Falta también pedagogía política. No hay por qué demonizar estos planteamientos. Hay muchos ejemplos comparados en el mundo que demuestran cómo es posible una convivencia planteada en esos términos de reconocimiento del diferente desde el respeto recíproco, sin prepotencias ni imposiciones.
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La distancia no es el olvido
Existe una identidad vasca plural. La defensa de una modernización, actualización y desarrollo del autogobierno está estrechamente vinculado al reto de la convivencia, que pasa por reconocer empática y recíprocamente al diferente. La identidad ha de desarrollarse hoy en el contexto de las nuevas realidades interdependientes, de soberanías difusas y compartidas, de acuerdo con las transformaciones socioeconómicas, el relevo generacional o el nuevo pluralismo social. Los derechos históricos vascos reconocidos por la Constitución y los procedimientos del Concierto económico son el núcleo donde mejor se contiene la realidad de soberanía compartida que supone nuestro sistema de autogobierno.
La celebración de la fecha, ubicada desde 1932 en el Domingo de Pascua de Resurrección, parece responder a una inercia convertida en tradición pero que podría perfectamente ubicarse en otra fecha del calendario no anclada en una festividad religiosa. No creo que éste deba ser el debate prioritario; a día de hoy resulta casi quimérico pensar en una celebración unitaria. Sí, sin duda; habría que precisar qué pretende materializarse jurídica y políticamente cuando hablamos de 'nuevo estatus', ¿la derogación o la reforma del Estatuto de Gernika vigente? estimo que el objetivo final ha de ser su reforma buscando la mejora y la profundización del autogobierno vasco, desarrollando y actualizando nuestro elenco competencial y con la exigencia previa del cumplimiento pleno en cuanto a las materias pendientes de transferencia.
Pulso de familia entre la guerra y el 28-M
El Aberri Eguna de este año viene marcado por la reapertura del debate sobre el estatus de autogobierno y la reforma del Estatuto de Gernka, después de un parón de varios años por las restricciones sanitarias del Covid y las urgencias económicas y sociales que mediatizan la agenda pública. El fracaso del procés independentista catalán y la incertidumbre en torno al contencioso escocés dibujan un horizonte sin certezas demasiado claras pero que intentabn situar el contencioso nacionalista vasco en el corazón de la UE. El telón de fondo, eso sí, exhibe un inequívoco aire de rivalidad electoral entre las diferentes familias abertzales, en especial entre el PNV y EH Bildu. La campaña por los comicios municipales y forales está a la vuelta de la esquina y este pulso político enreda los movimientos en un contexto en el que los nacionalistas buscan un espacio en la geopolítica europea, muy condicionada por la guerra de Ucrania, la inflación galopante y los populismos que ponen en peligro las democracias liberales.
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