Feijóo necesita reactivar al PP vasco en su objetivo hacia la mayoría absoluta

A Feijóo de momento no le salen las cuentas. Si quiere lograr la mayoría absoluta en las elecciones generales del año que viene para no depender de Vox necesita rebañar votos en cada rincón del país y, a día de hoy, el plato está casi vacío en dos comunidades autónomas: Cataluña y Euskadi. En la primera llegó a conseguir 17 escaños en 1995, frente a los dos de 2019. En el caso de Euskadi, el PP se ha desplomado desde los siete diputados de 2000 a uno solo en 2019 y este último logrado tras el recuento del voto de los residentes en el extranjero. Bea Fanjul pudo recoger su acta por solo 126 papeletas a favor, un número exiguo pero que se vivió como un triunfo por los populares vascos que estuvieron a un tris de quedarse sin representación en la carrera de San Jerónimo.

Pero a Feijóo no le vale administrar resultados escuálidos como los cosechados en Euskadi. El PP cuenta ahora con 88 diputados en el Congreso cuando la mayoría absoluta, aquella que le permitiría gobernar sin el aliento de Santiago Abascal en la nuca, es de 176. La remontada que necesita es titánica y de hecho ya ha comenzado a recortar distancias. En la encuesta del CIS de abril, con Feijóo ya líder de los populares, la distancia entre el PSOE y el PP era de solo 1,6 puntos. En la de marzo, con Casado al frente, la diferencia se ensanchaba a 4,8 puntos.

Remontada sí, pero todavía insuficiente. Traducida a escaños, las diversas encuestas que se han ido publicado sitúan al PSOE y al PP casi empatados, con entre 103 y 107 para cada uno de ellos, de un total de 350. La diferencia se estrecha a solo cuatro escaños a favor de uno u otro. Por tanto, Feijóo está obligado a apretar allí donde sabe que tiene potencial de atraer votantes que se han ido a la abstención o han optado por otras formaciones por aquello del voto útil, como es el caso del PNV. En consecuencia, no le vale solo con ganar, debe hacerlo con 176 diputados si aspira a gobernar sin depender de la ultraderecha. Le faltan, por tanto, en torno a 70 diputados.

Y aquí es donde radica la importancia del País Vasco. A esta circunscripción le corresponden 18 actas: 8 de Bizkaia, 6 de Gipuzkoa y 4 de Araba. En las elecciones generales de 2000 los populares lograron en Euskadi 323.235 votos (7 escaños). Fue el mejor resultado histórico, con José María Aznar como candidato a la Moncloa, objetivo que consiguió con mayoría absoluta (183 escaños).

A partir de ese punto se inició el desplome en el País Vasco, acelerándose a partir de 2011, con 210.797 papeletas (3 diputados), 148.553 en 2016 (2), 95.041 en abril del 2019 (0) y 104.746 en noviembre de 2019 (1). Es decir, la formación desde 2000 se ha dejado en el camino 218.489 votos y 6 escaños, un número de actas que podría resultar vital para que Feijóo alcance la presidencia del Gobierno en unas elecciones que, si la tendencia se mantiene, se resolverán por un puñado de papeletas.

¿Cuánto de este voto se ha ido al PNV? El único juntero del Partido Popular en Gipuzkoa, Juan Carlos Cano, estima que en torno al 30 -35%. La cuestión radica en cómo atraer a este voto huido y sumar nuevos votantes. Lo cierto es que ni Alfonso Alonso ni Carlos Iturgaiz lo lograron. Feijóo sabe que necesita un cabeza de lista con capacidad de arrastre y, de momento, no ha dado ninguna pista sobre si confía o no en Iturgaiz, el actual líder del PP vasco.

La formación afrontará en otoño el congreso regional en el que quedará resuelta esta cuestión. Feijóo ha emprendido un moderado giro hacia el autonomismo, hablando incluso de 'nacionalidad' catalana, un término escrupulosamente constitucional pero proscrito en Génova en los últimos tiempos. Esta música, por tanto, es distinta a la escuchada en tiempos de Casado y también a la que interpreta Iturgaiz, aunque es cierto que este último está modulando su discurso. Baste recordar que cuando Feijóo visitó en marzo Bilbao, el presidente del PP vasco se mostró defensor de la Constitución, la libertad, la Monarquía, la foralidad, el Concierto, el Estatuto de Gernika y la hermandad de los vascos con el resto de España. Es decir, tocó todos los palos para no perder el compás.

A día de hoy el PP vasco cierra filas en torno a Iturgaiz, pero lo cierto es que hay mar de fondo. La formación se encuentra a la espera de que Feijóo muestre sus intenciones. Hasta entonces nadie se moverá. Solo lo ha hecho Juan Carlos Cano quien, como llanero solitario -a punto de jubilarse- ha verbalizado lo que otros callan: los populares del País Vasco necesitan un revulsivo para no hundirse todavía más en aguas abisales. Y lo que parece claro es que Feijóo no será el director de la orquesta del Titanic porque, como ya ha advertido: «Aquí se viene a ganar».

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