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El pastor protestante Harold Good y el actual cardenal Matteo Zuppi observando los documentos de donde están los zulos con las armas de ETA.
ETA envió una carta al Papa Francisco para pedirle su «bendición pública» al desarme

ETA envió una carta al Papa Francisco para pedirle su «bendición pública» al desarme

El cardenal 'papable' Matteo Zuppi avaló el acto de entrega de arsenales en 2017

Alberto Surio

San Sebastián

Lunes, 5 de mayo 2025, 13:27

El Vaticano avaló el desarme de ETA pero no participó en ninguna negociación como intermediario, según han confirmado a DVfuentes conocedoras de aquel proceso, que había comenzado con el anuncio de octubre de 2011 por el que la organización terrorista anunciaba el cese definitivo del terrorismo. Lo que sí trascendió ayer en Gara –a varios días de que comience el cónclave en Roma– era la petición de ETA por escrito al Papa de que diera su «bendición pública» y su «apoyo moral» para desarrollar el desarme. Nunca hubo una respuesta oficial pero la Santa Sede sí se implicó discretamente en la escenografía.

En enero de 2014, ETA envió a una carta directa al Papa Francisco. No era la primera vez que se lanzaba una iniciativa para buscar la cobertura del Vaticano para asentar el fin de la violencia terrorista. También se buscaba la mediación de las Naciones Unidas a las que se envió una misiva similar.

En aquella primera carta, ETA mostraba su disposición de la organización a «no quedarnos parados ante las dificultades» y «continuar trabajando para abrir vías de solución». Y por ello se planeaba al Papa que valorarse la «posibilidad de apoyar con su aliento la búsqueda de la paz en el País Vasco». Se le pedía, expresamente, su «bendición pública» y su «apoyo moral».

La iniciativa se producía en un contexto delicado. Habían pasado dos años desde la declaración de Aiete y el cese definitivo de la violencia. El Gobierno del PP, presidido entonces por Mariano Rajoy, había rechazado la interlocución ofrecida por la organización terrorista. Y el Ejecutivo central exigía contrapartidas más visibles –desarme y disolución– para dar nuevos pasos.

El papel de Manikkalingam

ETA buscaba cobertura en la cúpula de la Iglesia Católica y también en Naciones Unidas para 'salvar' el proceso de desarme. Pero la clave de la presencia del arzobispo de Bolonia estribó en la presión de la Comisión Internacional de Verificación (CIV), sobre todo, en el papel de Ram Manikkalingam, presidente de la misma, director del Dialogue Advisory Group, profesor en la Universidad de Ámsterdam y exasesor del presidente de Sri Lanka para las negociaciones con los Tigres tamiles.

La Comisión estaba también integrada por Ronnie Kasrils, exministra y viceministro de Defensa de Sudáfrica; Chris Maccabe, exdirector político de la Oficina de Irlanda del Norte del Reino Unido y exjefe de Regímenes Penitenciarios de Irlanda del Norte; Satish Nambiar, exvicejefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas de la India y excomandante y Jefe de Misión de la Fuerza de protección de las Naciones Unidas en la ex Yugoslavia en 1992 y 1993; Fleur Ravensbergen, subdirectora del Dialogue Advisory Group; Aracelly Santana, exrepresentante adjunta del secretario general de las Naciones Unidas y jefa adjunta de Misión de la ONU en Nepal. La presencia de Zuppi fue también promovida por Jonathan Powell, exasesor del exprimer ministro británico, Tony Blair, y por los representantes del centro suizo Henri Dunant.

Los verificadores fueron los artífices de la presencia de Zuppi en el acto del desarme de Baiona en 2017

Según estas mismas fuentes, la presencia del arzobispo de Bolonia en el acto en Arnaga, en Iparralde, en mayo de 2017, no era la consecuencia de esta gestión de 2014, sino en el papel de la Comisión Internacional de Verificación. El prelado italiano es uno de los cardenales italianos que suenan como 'papables' para suceder a Francisco en el cónclave que comienza mañana. El cardenal es vicepresidente de San Egidio, la diplomacia paralela del Vaticano y ha participado en numerosas experiencias de resolución de conflictos en todo el mundo.

La entrega de Sokoa

El primer acto de desarme –muy criticado por tratarse de una mera «pantomima propagandística»– tuvo lugar tan solo tres semanas después del envío de la carta al Papa Francisco. El 21 de febrero de 2014 se produjo una primera y testimonial entrega de armas. Ese día, militantes de ETA procederían junto a miembros de la Comisión Internacional de Verificación al sellado, inventariado y puesta fuera de uso de una pequeña parte de su arsenal.

En la reciente presentación en Baiona del libro 'Kristauak Euskal Herriko bake prozesuan' se reveló que el acto no se llevó a cabo en Toulouse, como se ha barajado estos años, sino en la casa parroquial de Sokoa. Según detalló Mikel Epalza ante los medios, aquel paso que fue grabado en vídeo y difundido por la BBC, con Ram Manikkalingam y Ronnie Kasrils como verificadores internacionales, y tuvo como escenario la casa en la que en su día residió Pierre Larzabal, conocido como fundador de Anai Artea, además de escritor y párroco de Sokoa, fallecido en 1988. Epalza señaló que el Papa Francisco, que entonces no llevaba ni un año en la Santa Sede, conocía el hecho y lo apoyó.

En el vídeo difundido por la BBC, la organización terrorista mostraba e inutilizaba una mínima parte de su arsenal más antiguo. Fue un gesto que puso en algunos apuros a los mediadores internacionales, que aparecían en la filmación y que fueron llamados a declarar por la Audiencia Nacional, aunque salieron en libertad sin cargos judiciales tras asegurar que los propios encapuchados se llevaron las cajas.

La escenografía de Sokoa, además, fue muy criticada por todas las fuerzas políticas, a excepción de la izquierda abertzale. En las imágenes, armamento y explosivos aparecían expuestos en una mesa blanca junto al anagrama de ETA en una sala decorada con una reproducción del cuadro 'Gernika' de Picasso.

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