La enigmática duda de EH Bildu

La formación soberanista, sin embargo, elude aún pronunciarse sobre ese escenario, aunque lógicamente lo hará, de forma previsible, después de que se resuelva la incógnita de la investidura de Pedro Sánchez, que sigue sin tener fecha, y que parece que será sobre la bocina del 27 de noviembre. Mientras tanto, la coalición independentista guarda bajo siete llaves las reflexiones que su núcleo duro –incluido el propio Otegi– ha podido entablar sobre cuál será el cartel más idóneo con el que disputar la más que previsible polarización que protagonizará con el PNV. Con Iñigo Urkullu como presumible cartel, a la espera de que lo confirme el EBB en su tradicional proceso interno.

Desde EH Bildu se admite que, todavía, todo está abierto. Lo está el nombre de su cartel electoral. También lo está la fecha de las elecciones. La coalición soberanista no descarta que el lehendakari Urkullu pudiera adelantar los comicios vascos para que no coincidan con los europeos y no se vean del todo condicionados por la segura polarización de la política española. En este punto, el próximo 17 de marzo, antes de Semana Santa, es el día que se especula en los mentideros políticos para ese adelanto, una fecha que se situaría entre el 14 de enero –caso de que hubiera repetición de las generales– y el 9 de junio fijado para las europeas. Lo sensato, apuntaban en Lehendakaritza, es aguardar a que pase la investidura y que se clarifiquen determinados acontecimientos. Es el desenlace que todos los partidos esperan.

EH Bildu cree que tiene todo a favor, sobre todo con el viento de las encuestas, que corroboran el desgaste de la marca del PNV, constatada en los dos últimos comicios de este año. Sin embargo, los soberanistas tampoco quieren precipitar sus movimientos y poner el turbo de la quinta velocidad.

La izquierda independentista no quiere apresurarse y prefiere que el resto de los partidos muevan ficha, como ya lo han hecho el PSE y PP, que han lanzado a sus candidatos Eneko Andueza y Javier de Andrés, respectivamente, a la pista electoral. Los soberanistas preparan el terreno para una campaña de discurso tranquilo, pero son conscientes de que tendrán que jugar en un terreno muy embarrado, con un discurso frontal frente a una estrategia electoral del PNV que pretende situarle en el córner del radicalismo, con una apuesta por la proliferación de conflictos laborales y huelgas. También los independentistas son conscientes de que en el caso de que el PNV proclame a Urkullu como candidato por cuarta vez, el lehendakari buscará la debilidad de su flanco ético al negarse a utilizar el término «condena», doce años después del fin de ETA.

En EH Bildu no existe aún un debate real sobre la idoneidad de su cartel electoral, si bien no faltan las voces que apuntan a la conveniencia de arriesgar con un perfil diferente que permita abrirse a nuevos sectores políticos y sociales. En realidad, el verdadero objetivo de la formación pasa por ensanchar su base social hacia la sensibilidad de izquierdas no abertzales en línea con el movimiento auspiciado en su día por Gemma Zabaleta y Javier Madrazo. O en sectores cercanos a Podemos, como es el caso de Nagua Alba, antigua secretaria general de Podemos Euskadi, que en las pasadas elecciones municipales apoyó públicamente al candidato de EH Bildu en Donostia, Juan Karlos Izagirre.

La ventaja de que el elegido fuera Arnaldo Otegi es que representa un símbolo de enorme peso político e histórico dentro de la izquierda abertzale, y que al mismo tiempo encarnaría la síntesis interna de diferentes sensibilidades. Sin embargo, tiene como factor en su contra el peso del pasado y, en concreto, el hecho de que desde ámbitos de la derecha se va a utilizar su militancia en su día en ETA político- militar para poner en cuestión su oferta electoral. Ese flanco será su punto más débil.

EH Bildu no parece especialmente preocupada por determinadas estrategias y va a poner en el centro de sus retos la agenda social y económica, y no tanto la cuestión identitaria. Constata además que ha funcionado con éxito priorizar la política de las 'cosas del comer' y seguirán con esa estrategia, con independencia de las contradicciones que pueda generar en su base social la percepción de un giro al pragmatismo demasiado brusco y rápido.

El verdadero empeño de la izquierda independentista pasa por ofrecer una imagen de solvencia en el mundo económico y profesional, que aleje la proyección que hacen sus rivales sobre sus siglas de impulsar en el fondo políticas «agitadoras, pancarteras y populistas», sobre todo tras su paso por la Diputación de Gipuzkoa. Ahora EH Bildu busca que la imagen de la portavoz soberanista en el Congreso, Mertxe Aizpurua, con el presidente Pedro Sánchez sea su mejor tarjeta de visita.