Empatía frente a la adversidad
ANÁLISIS ·
Los nuevos consejeros necesitan talante negociador, experiencia y capacidad de comunicación ante ciertos conflictosEl lehendakari Iñigo Urkullu reiteró ayer su llamamiento a las manos tendidas; el consejero de Educación, Jokin Bildarratz, reivindicó el trabajo en 'auzolan', y la ... vicelehendakari segunda, Idoia Mendia, citó el momento histórico. El hilo conductor construye el mismo relato: Euskadi vive una situación de emergencia y necesita un Ejecutivo fuerte para afrontar desafíos como país que la catástrofe del Covid ha acelerado o ha agravado. A los gestores públicos se les va a juzgar por lo que hagan, por lo que no ejecuten, por lo que digan y por sus silencios. Junto al baño de realismo y de humildad, junto a los emplazamientos a la cooperación y a remar todos juntos, también hay que demandar que ese instinto de supervivencia que aflora en situaciones críticas implique de verdad una nueva época. La profundidad de la crisis obligaría a aparcar determinadas actitudes pueriles.
Aunque es dudoso que la política cambie tan a corto plazo, no es descartable que algo tenga que empezar a transformarse. También desde el Ejecutivo que ayer tomó posesión. La confianza hay que ganarla día a día. Los nuevos consejeros tendrán que combinar la experiencia, la solvencia y la empatía para gestionar, negociar y comunicar las decisiones. Sobre todo en Salud y Educación. Dos campos abonados de serios problemas.
El día de ayer se movió en el lógico territorio de la declaración de intenciones. Ahora viene el trabajo cotidiano. El otoño se antoja complicado, con un frente sindical movilizado y una EH Bildu que va a jugar a querer visualizarse como alternativa desde el primer momento. La toma de posesión se veía envuelta en ese síndrome de la responsabilidad que se les ha puesto en el semblante a los consejeros y consejeras del Ejecutivo y que se agiganta en determinadas pruebas de estrés. Cuando Ken Loach dirigió 'El espíritu del 45' –un excelente documental que narra la puesta en marcha del estado de bienestar en el Reino Unido después de la Segunda Guerra Mundial, en 1945– explicó una vez que las sociedades necesitan a veces revulsivos incómodos desde sus élites dirigentes que no son inicialmente comprendidos. Entonces, los laboristas británicos derrotaron por sorpresa a Churchill en las elecciones sobre un terreno económico devastado en el Reino Unido.
No solo la coalición PNV-PSE se la juega en acertar o no; en realidad nos la jugamos todos
Salvando las distancias, hemos vivido demasiado tiempo dormidos en los laureles de la autocomplacencia y ahora toca ponerse las pilas. Una nueva épica del esfuerzo emerge en el horizonte y se convierte en nuestra mejor coraza. No hemos sufrido una guerra, pero nuestra economía está muy tocada, los recursos públicos son limitados y las necesidades cada vez son mayores, Europa nos inyecta fondos para la reconstrucción pero ahora toca seleccionar el gasto público con mucho rigor. A la catástrofe se le combate con una gestión eficaz, pero también con una fortaleza psicológica que extraemos de ese depósito que encierra la condición humana en los capítulos más extremos. Y con una moral de victoria sobre la adversidad que cualquier gobierno y cualquier oposición con dos dedos de frente deberían ser capaces de reivindicar. No es suficiente, pero es necesario hacerlo.
La coalición PNV-PSE se la juega pero, en el fondo, nos la jugamos todos. Pedro Sánchez respirará tranquilo porque este acuerdo amortigua la tensión soberanista y lanza un mensaje pactista hacia Cataluña de gran calado. Este es un pacto plural, de los dos partidos más veteranos de Euskadi, que han construido juntos el país del Estatuto. Que la vía vasca de esta gestión de la diversidad y de los conflictos prospere o descarrile tendrá consecuencias sobre el rumbo de la política española. Serán efectos colaterales. La partida de verdad se juega en casa.
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