El PSOE en shock
La legislatura da un vuelco tras la dimisión de Cerdán, que reduce al mínimo el margen de maniobra de Sánchez para reflotar su proyecto
La legislatura ha dado un vuelco y ha entrado en un terreno explosivo en el que es posible cualquier desenlace. El demoledor informe de la ... UCO sobre la trama Koldo-Ábalos y la dimisión de Santos Cerdán ha sido una bomba atómica que coloca a Pedro Sánchez a los pies de los caballos y mete una enorme presión al PSOE. Nadie sabe realmente el alcance exacto del escándalo. Si se trata de casos de enriquecimiento personal o si estamos ante una corrupción que afecta a la financiación del partido. La Justicia lo dirá pero tardará en precisar el asunto.
A Sánchez no le basta con pedir perdón hasta siete veces a la ciudadanía, anunciar una auditoría externa de las cuentas del partido, confesar su decepción o hacer una reestructuración de la Ejecutiva Federal, aunque sean iniciativas necesarias para coger el toro por los cuernos, tendrá que hacer bastante más y el problema es que su crédito se veo erosionado con todo lo que ha llovido. El discurso de regeneración política con el que llegó al poder tras la moción de censura contra Mariano Rajoy se ve desbaratado con sus dos secretarios de Organización, que han sido colaboradores estrechos de su proyecto ideológico, investigados por la Justicia. A estas alturas, Sánchez debe ofrecer explicaciones convincentes y muy drásticas si no quiere que su apuesta se vaya literalmente por el sumidero. Ya no se trata de que la derecha le ataque con saña, incluso con mentiras, medias verdades o exageraciones. Los indicios de la UCO son brutales y dejan a la izquierda ante una situación devastadora, en verdadero estado de shock.
«Si hay que morir políticamente, que sea en el campo de batalla, no en la cama», dice un cargo
¿Agotará el Ejecutivo en 2027 la legislatura? Nadie lo sabe, ni siquiera el mismo Sánchez, pero el margen de maniobra se sigue estrechando cada vez más. Porque, además, puede haber revelaciones más comprometedoras. El 'cisne negro' –ese acontecimiento imprevisto en la recta final de la legislatura que emerge con consecuencias fatales– se ha colado de forma determinante en el tablero e insufla el desánimo en un PSOE que estaba acostumbrado al cierre de filas pero que ahora ha entrado en un territorio de alto peligro. Nadie puede excluir ninguna hipótesis.
Miles de militantes de base se sienten abatidos moralmente y no ocultan su indignación. Son conscientes que no puede ir ahora a unas elecciones porque sería un suicidio. Ni siquiera al PP, con Vox muy crecido, le vendrían bien en este momento. El PSOE necesita unos meses para ganar tiempo e intentar retomar la iniciativa con medidas muy contundentes y, si fuera necesario, ir a los comicios en el primer trimestre de 2026. «Si tenemos que morir políticamente, que sea peleando en el campo de batalla, no en la cama», señala un alto cargo socialista, desolado y asqueado por la catarata de noticias.
No ofrecer explicaciones creíbles es dar combustible a una extrema derecha muy activa
Sánchez ha pedido perdón a la ciudadanía y el gesto es loable pero a estas alturas resulta insuficiente si no acompañado de medidas de fondo y de una catarsis que no se puede limitar a una reestructuración de la Ejecutiva federal el próximo 4 de julio. La auditoría externa es un primer paso. Tiene que haber muchos más. El presidente intentará mantener el manual de la 'resistencia' y se muestra decidido a continuar la legislatura hasta el 2027. La viabilidad de este enroque dependerá de la actitud que mantengan los grupos que apoyaron en su momento la investidura. Todo en el aire.
El estallido de este informe de la Guardia Civil en el corazón del PSOE cambia la narrativa. Claro que el PP no está en condiciones de impartir lecciones de ética con un pasado tan repleto de sombras, pero ni el PSOE ni el Gobierno pueden obviar que la exigencia de responsabilidades políticas es una pieza clave de la cultura democrática. Se trata de dar explicaciones al conjunto de la sociedad, alarmada por lo que está conociendo. No darlas, o darlas tarde y mal, es ofrecer una valiosa munición a la extrema derecha que tenemos a la vuelta de la esquina más fuerte que nunca.
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