La mano en el fuego
La reacción enérgica de Sánchez es una exigencia necesaria. Pero el perdón ya no es suficiente a estas alturas
La historia se ha acelerado este jueves de junio. La dimisión de Santos Cerdán forzada por Pedro Sánchez cambia abruptamente el paso de la legislatura ... y la mete en un territorio de máxima presión en el que puede pasar cualquier cosa, aunque, en principio, no habrá elecciones hasta 2027. A estas alturas, todo es posible. Sánchez pidió perdón a la ciudadanía con un semblante compungido y admitió su 'enorme decepción' por haber confiado en Cerdán como secretario de Organización tras conocer las revelaciones del informe de la UCO. Sorprende que, hasta el último minuto, Sánchez haya creído en su mano derecha hasta que el contenido del documento de la Guardia Civil –que son indicios graves, pero que deben ser probados en un juicio– hayan dado una absoluta sacudida al tablero. El problema de todo esto es de credibilidad. Y ya sabemos quién gana cuando el sistema sale dañado.
Sánchez se envolvió en la bandera de la contundencia en la lucha contra la corrupción, que es precisamente el imaginario que justificó su moción de censura para sacar del poder a Rajoy. El PP no le cree, pero el mensaje duro del presidente no iba dirigido contra la derecha que le ha demonizado –con éxito, por cierto– y le niega el pan y la sal haga lo que haga y diga lo que diga. La intervención con gesto grave y serio de ayer desde Ferraz estaba sobre todo dirigida a mantener el apoyo de sus aliados, a los que la sombra de los escándalos inquieta, lo que proyecta una nube de incertidumbre sobre el futuro de la legislatura. Los socios necesitan gestos porque la imagen de demasiada complacencia con el Gobierno también les perjudica.
El presidente suelta lastre forzosamente al precipitar la salida de Cerdán de la sala de máquinas. Para él, será sin duda doloroso, y más para un PSOE que solo hasta hace pocas horas defendía con uñas y dientes la inocencia de su secretario de Organización. Todos los que han puesto la mano en el fuego por el hasta ahora diputado navarro van a tener que terminar en la unidad de quemados intensivos. El desenlace de este asunto obliga a una mayor prudencia a partir de ahora.
Hasta ahora Cerdán ha sido el dique de contención que evitaba que la marea de la presión llegase a Sánchez. Su renuncia le deja un flanco descubierto. El principal problema del presidente del Gobierno no es tanto que el PSOE aguante más o menos en las encuestas sino que sus aliados de izquierda se desplomen o resistan. Y que los nacionalistas aguanten el tirón. Por eso Sánchez necesita ganar tiempo para intentar capear el temporal y evitar un naufragio anticipado. Lo tiene muy complicado. Puede que la terapia del perdón de ayer sea un ejercicio necesario. Pero a estas alturas ya no es suficiente.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.