Cinco rutas por los bosques otoñales de Gipuzkoa, Álava, Cantabria y Navarra

planes de otoño ·

Senderos de dificultad asequible para descubrir parajes hermosos en cualquier época del año, y más ahora que los árboles se han teñido de ocre

IRATXE LÓPEZ

Jueves, 14 de octubre 2021, 09:33

Buscamos la compañía de los árboles porque el otoño los pone hermosos. Es como si la nueva estación añadiese colorete a sus hojas antes verdes, rubor a los troncos que mantienen en pie a estos seres casi encantados. Los bosques se visten de gala, algunos incluso se desnudan. Muestran sin pudor sus ramas, brazos multiformes que parecen extenderse para dar las gracias al cielo que les cobija, a dioses naturales influidos por tormentas y rayos de sol. Entre transformaciones o inmovilidades, los árboles lucen sus formas en esta fiesta a la que están invitados los senderistas. El reencuentro tiene lugar cada año, cuando muchos quieren bañarse en paisaje. Los aventureros buscan reflejar en sus pupilas estos cambios, antes de que el invierno cubra todo de un blanco homogéneo. Porque el otoño se traduce en diversidad y colorido, en crujir de hojas y olor a madera. Porque innumerables pintores han deseado plasmar en sus obras esta estación exhibicionista que se niega a permanecer oculta. Porque el bosque cambia o no, dependiendo de su hoja, pero brilla estos días con un fulgor especial.

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Gipuzkoa

El bosque de Oieleku

Accederás a él desde Oiartzun por la GI-3631, dirección Artikutza. ¿Qué te espera allí? Casi 4 kilómetros, unas 2 horas y media de sorprendente belleza y fluido camino. Sencillo, a través de pistas forestales trazadas sobre antiguas trochas de carbonero, rasgadas en terrenos graníticos del macizo paleozoico de Cinco Villas. La senda discurre a través de terrenos incluidos en el Parque Natural de las Peñas de Aia, concretamente por la estribación septentrional de la altura de Bunanagirre.

Coníferas que fueron recuperadas, grandes pastizales y trasmochos que parecen retorcerse y bailar sobre la tierra acompañan al viajero. En este paisaje digno de cuento, donde nuestros antepasados colocaron monumentos megalíticos, piedras misteriosas que llaman siempre la atención y de las que solo sospechamos su uso. Incluso podrás distinguir huellas de formas arcaicas de explotación que definieron durante siglos un territorio en el que los peñones graníticos de Aia dibujan una escena encantadora digna de foto, repleta de hayas aquí y allá.

Álava

De Altube a Las Burbonas

Las hayas viven felices cerca del Gorbeia, sobre todo en la vertiente suroccidental. El bosque se extiende sobre una postal maravillosa que estalla de luminosidad en el hayedo de Altube. Las hojas cubren sus pies, forman un océano de hojarasca que fluye sin rumbo, convirtiendo el espacio en un emotivo lienzo. El otoño compite con la primavera en hermosura, incluso gana la prueba. El ocre caduco invade el lugar, ahoga para bien.

Una senda con desnivel de 462 metros sale del puerto de Altube, sube hasta las inmediaciones del monte Txintxularra (845 m) y cubre 7,2 kilómetros, casi dos horas de paseo. Después tira hacia el norte y se suaviza en compañía de las hayas hasta llegar al collado de Lekandai. Allí se ve ya el camino que baja al río Bayas. Dejarás a la derecha el buzón montañero, más tarde aparecerán dos de las tres Burbonas que forman el cordal. Toma la dirección de la amarilla, pone 'Burbona a 1,1 kilómetro', y baja obedeciendo los círculos amarillos hasta alcanzar la senda Garrastatxu.

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Como alternativa, en Lekandai se encuentra el cartel del sendero que, en media hora, a lo largo de unos 2 kilómetros, llega al aparcamiento de la Casa del Parque, donde aguarda el Centro de Interpretación. Allí conecta con el inicio de la senda Bayas. Al acabar el recorrido otro cartel explica que se puede descender hasta Aldarro, a 2,7 kilómetros, y desde ahí conectar con este camino.

Álava

La parzonería de Iturrieta

Parzonería viene de parte y atañe a municipios que desde el Medievo organizaban el uso del pasto para el ganado, la leña y el agua. Obedeciendo a esas antiguas reglas se ha mantenido el hayedo, rincón natural protegido. Empezamos desde la ermita de Santa Teodosia, ubicada en un paraje privilegiado, eminencia del antiguo puerto de Zanarri por donde pasaba la calzada del valle de Arana.

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Hasta allí se accede por el puerto de Opakua, la carretera hacia la granja de Iturrieta y una desviación señalada a la izquierda. Antiguo lugar de paso, lo transitaban arrieros y comerciantes que venían de Navarra y tierras del Ebro para continuar hacia La Llanada y el Cantábrico. Un fresno centenario, declarado árbol singular, da sombra al templo.

Toma la ruta izquierda señalizada hacia las Bitigarras. Dejarás atrás algunas simas, una de ellas muy profunda, hasta alcanzar la cumbre. El descenso se hace por la misma ruta, aunque si te ha sabido a poco, desde el portillo puedes continuar hacia el monte San Cristóbal, siguiendo el cordal que se adentra en la parzonería de Gipuzkoarro. Eso sí, cuesta un poco. El hayedo regala árboles esbeltos de más de 30 metros que cubren la cabeza enterrándote entre pilares de madera. En el suelo, las hojas lo invaden todo.

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Cantabria- Burgos

Sendero del Monte Hijedo

Si prefieres un nombre más gráfico te lo damos: PR-BU.30. Dificultad media, poco más de 11 kilómetros, menos de 3 horas. En este caso sales en busca del bosque de roble albar mejor conservado de la cornisa cantábrica, aunque vas a encontrar hayas, tejos, alisos, abedules, avellanos, acebos, cornejos y arándanos. Aseguran que es uno de los tres más importantes de España, por extenso y bien conservado y por la variedad de flora y fauna. Antaño debió cubrir mucho más territorio, aunque sigue siendo una masa forestal más que destacada que ocupa parte de dos provincias, al sur del pantano del Ebro.

Desde Santa Gadea de Alfoz, en dirección a la localidad de Higón, accederás al rincón desde el que parte la ruta circular. Puedes salir desde la cabaña de Hijedo, un palacete montañés de principios del XIX. Enlaza por el bosque el arroyo Hijedo hasta Boca del Río. Desde ahí volverás de nuevo a la cabaña, pasando por los arroyos de La Varga, La Corteza y La Teja. Solo debes seguir las marcas amarillas y blancas del PR.

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Cuentan los cronistas que durante la Alta Edad Media los monjes se trasladaban por allí desde La Rioja para evangelizar el norte de Castilla. Debían atravesar la selva de Hijedo, repleta de fieras, según decían. Los robledales fueron explotados en la época para abastecer de leña y carbón. La construcción de navíos también necesitaba madera en el siglo XVII. Y en el XVIII y XIX era imprescindible para obtener el carbón utilizado en las ferrerías. A pesar de tanta atracción, el monte Hijedo logró resistir gracias a su relativo aislamiento.

Lobos, corzos y jabalíes pueblan sus lindes, también pequeños mamíferos como garduñas, martas, armiños, comadrejas, turones y tejones. Conviven en este entorno cercano al pantano del Ebro, que cuenta con un centro de visitantes en la localidad cántabra de Riopanero.

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Navarra

El robledal de Orgi

Milenario, primer título de este robledal. El bosque de Orgi suma 80 hectáreas al sur del valle de Ultzama. Único superviviente de los robledales húmedos navarros y de enorme interés ecológico, espera la aparición de familias dispuestas a pasear. Tres zonas lo estructuran: la de acogida, la de paseos y la de conservación. En el laberinto, una selva en miniatura muestra la riqueza del sotobosque del robledal. Te toparás con 300 metros de recorrido accesible a personas con discapacidad visual gracias a una cuerda-guía y a los indicadores en braille. En el camino conocerás las edades del bosque sobre 1.400 metros de ruta. La senda, en cambio, favorece visitar la parte más encharcada de 700 metros. Inolvidable contemplar sus viejos robles, perfecto para quienes adoran contemplar aves.

A las opciones anteriores se suman paseos sencillos entre 2 y 10 kilómetros como los de Turbera, Aratxuri, la Vuelta de Belate y la del Roble Monumental Orkin, una sencilla senda de 2 kilómetros ida y vuelta que acerca a este árbol catalogado como uno de los 47 monumentales de Navarra.

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Situado en Lizaso, a solo 25 kilómetros de Pamplona, se llega por la carretera N.121-A en dirección Francia. Coge el desvío en Ostiz hacia Lizaso o accede por la N.240-A hasta Aizoain y sube a Markalain por la N-4110. El sendero que discurre por el robledal es accesible a personas con movilidad reducida o con silla de ruedas, excepto en el acceso a la cantera de ofita.

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