Durante el vivir resulta que uno llega a un territorio en el que mejor no ver nada más que lo que viendo estamos: algo como ... un erial que, cada día va cobrando un aspecto más desértico, una desnudez de horizontes compitiendo con nublados de arena, las sombras superando en absolutas distancias a las luces y tratando de que el pasado, que ya no es nuestro pero que sí lo fue, nos importe más que el futuro que sabemos de cierto que nunca será nuestro, que es esto lo que a algunos al menos nos lleva a reportar como grandes proezas la suma de los lugares nunca visitados por mucho que, por la manada de legiones de curiosos, hayan sido magnificados. Es decir el 'nunca estuve ahí' con el entorchado más sublime de las cuentas del viajero tan interesado en 'visitar desconocimientos ya sean viejos o nuevos', algo como el resoluto responder de aquel personaje 'Bartleby, el escribiente', arrojado en breve relato a sus páginas maestras por el gran Herman Melville para el entretenimiento insoluble de toda la multitud de analistas, críticos, profesores, etc, que se pusieron a resolver aquel problema tan difícilmente imposible de resolver de solamente una frase tan sencilla como el «Preferiría no hacerlo» que campa victorioso en el mundo de los campeonatos de enigmas literarios y que se sabe que su récord o marca nunca será superada.
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A todo esto, inútil igualmente bracear a nado sublime en esa piscina o ese 'yermo de las almas' al observar, como observo, que me sigue vigente aquella expresión del otro grande de la Lira Hispana que, con sus versos de pie quebrado pero de ideario tan sólido, nos contaba 'cómo a nuestro parescer/ cualquiera tiempo pasado/ fue mejor', que es a ese pensamiento del ayer superando al hoy a donde me llevan mis solícitos djins cuando me dejan como regalo por ellos encontrados entre el entresijo de libros de mi biblioteca, dos cuadernos de 'Selecciones de Cuentos y Narraciones Cortas Números 6 y 7 de junio y julio de 1955)', con cargas tan importantes de relatos como 'Habitación amueblada', por O. Henry; 'La mosca', por Katherine Mansfield; 'La danza', por F. Scott Fitzgerald; 'Se ama y se muere', de Erich-María Remarque; 'Vida y fortuna de las Letras' donde Praline, Maniquí de París, cuenta su viaje a Suráfrica, 'El Mundo en La Luna', donde se cuentan aconteceres varios; la campaña contra el anafalbetismo; 'Yo he sido morfinómano', un reportaje sobre esta drogadicción y otras varias noticias sobre libros y películas que, si nos vamos al segundo número, hete ahí que nos encontramos con relatos firmados por autores como Aldous Huxley: 'Media fiesta', 'El experimento del Dr. Heidegger', por Nathaníel Hawthorne; 'El príncipe perverso', por Hans Christian Andersen; 'Sueño de felicidad', por José Romero de Tejado; 'Veinte mil leguas de viaje submarino' en pantalla y fotografías de esa película', datos sobre el libro y sus referencias y críticas sobre 'Las llaves de San Pedro', de Roger Peyrefitte que tan exitoso en su venta como de escándalo y polémica de libelo difamatorio había aparecido en Francia, toda una serie de cuestiones en torno a publicaciones y tendencias culturales varios y hasta de jugoso humor cuanto de señalización de las peculiaridades de la mente y el vivir humano se retratan en situaciones tales como en el momento de la hora crítica de los testamentos se descubre, que para saber la certísima verdad de nuestras pulsiones internas, fuerza es necesaria colocarnos en momentos y en extravagancias tales punteado todo de sardónica maldad en tantos casos que nos relacionan con el mismísimo ombligo de nuestro ser.
Y he ahí el 'a modo de justificación' del encarecimiento de publicación de estas dos Selecciones me traen para dar cuenta de que en aquellos viejos tiempos, al menos en lo que a mí me parece, la riqueza de las publicaciones que por entonces salían hasta a los ofrecimientos en quioscos, superaban en categoría artística y mental a las de ahora, y que para mejor dejar sentada esta verdad que hasta la declararía apoteósica, lo verdaderamente importante es contar con alcancías bien llenas de libros, que sí que es verdad que como afirmaba Thomas Bernhard en una conversación con Peter Hamm ('¿Le gusta ser malvado?' (Alianza Literaria, 2013) vuelvo a tener que repetir que sí que es verdad lo que cuenta de su verdad de que los libros abruman y a él como a la mayor parte de las gentes; que sí que sería de absoluta veracidad cuando nos dice que 'un solo libro le bastaba', pero que solamente sería como jugando con un tan concertado tiempo en el que dos pudieran sufrir roces de excoriación, que quizás exagere cuando se ejemplifica comparándose como un hombre que trabaja en una lechería que no querría tener miles de paquetes de mantequilla en casa lo que probablemente le volvería loco, que a ver si también tenía razón en este recodo, y los que tenemos tantos libros sin saber siquiera dónde ponerlos, estamos locos, verdaderamente locos...
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