Unamuno, ¿asesinado?
En los libros que leímos sobre Miguel de Unamuno nunca se sospechó sobre las circunstancias de su muerte. Se daba por hecho lo transmitido desde ... el principio: había muerto de repente la tarde del 31 de diciembre de 1936 cuando hablaba a solas con Bartolomé Aragón. Se decía que Aragón había estudiado en Salamanca, había sido su alumno y era amigo de don Miguel. Era una versión incuestionable. Las investigaciones últimas nos demuestran que esas afirmaciones son mentira. Si todo esto que se nos ha dado por sentado se sustenta en varias falsedades, no estará de más desconfiar del resto y que se haga una investigación. Cuando se quiere ocultar algo que es evidente se suele dejar rastro. Unamuno era un estorbo para los golpistas ya que, si bien los apoyó en un principio, el 12 de octubre se desdijo en el paraninfo de la Universidad. Desde ese día estará preso en arresto domiciliario, con dos militares en la puerta.
Mientras estaba confinado escribió cartas y mantuvo entrevistas, sobre todo con el periodista francés Jerôme Tharaud, donde se desdije de su inicial apoyo al levantamiento. En carta al escritor griego Nikos Kazantzakis dice: «No he traicionado la causa de la libertad (...). No, no soy fascista ni bolchevique; soy un solitario». Unamuno era un ser incómodo e imposible de callar. Lo habrían fusilado, pero Franco, astuto, no lo hizo porque don Miguel era mundialmente conocido y no era conveniente levantar un nuevo mito, otro Lorca, asesinato en agosto.
Se dieron unas versiones falsas, que por repetidas se tomaron por verdaderas durante 80 años, con lo que se cumplió a la perfección la profecía de Goebbels: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por ser verdad». Estamos en la edad de oro de la propaganda política, manejada con arte por Goebbels, ministro de la maquinaria propagandística de Hitler, quien dice: «La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente».
Aclaremos esas falsas afirmaciones: Bartolomé Aragón ni fue alumno de Unamuno, ni fue amigo, ni hay cartas entre ellos, ni estudió en Salamanca. Se licenció en Derecho en la Universidad Central de Madrid (1932) y en Padua (1934). Era falangista. Estas invenciones hacen que sospechemos de lo que se ha dicho anteriormente y vayamos a analizarlo. Para ello sigo el libro 'La doble muerte de Unamuno', de Luis García Jambrina y Manuel Menchón (Edit. Capitán Swing, 2021).
Aragón era jefe de propaganda de Falange en Huelva, su tierra natal, y se integró en el Tercio de Requetés Virgen del Rocío. Este tercio intervino el 25 de agosto en las matanzas en masa en Riotinto: 200 mujeres asesinadas y otras muchas violadas, rapadas y asesinadas. En Nerva se encuentra la fosa común más grande de la España rural, con más de 1.500 asesinados (¡y no lo sabíamos!).
Aragón celebra el 12 de octubre presidiendo la gran quema de libros en la plaza de Huelva en un macabro auto de fe, y de ello da cuenta al día siguiente en su periódico. Los libros eran el peor enemigo. Así pues, no se desprende admiración alguna por Unamuno, que es antifascista radical, y él, un fascista señalado.
No hay rastro académico de la presencia de Aragón en Salamanca. ¿Por qué va a visitar a un intelectual cuyo pensamiento es antagónico y con quien había tenido enfrentamiento ideológico en la Universidad? ¿Y va un 31 de diciembre a la tarde, cuando en las casas están preparando la cena de Nochevieja? Don Miguel comió con sus hijos María, Felisa y Rafael, más su nieto y Aurelia, la doméstica. Después todos marchan y Aurelia se queda en la cocina.
Llega Aragón y lo pasa al despacho. Al poco rato Aurelia escuchó voces, siguió en la cocina; de nuevo oyó voces, y cuando se acercaba al despacho, se abrió la puerta y salió Aragón, que no paraba de repetir: «¡Yo no lo he matado!». ¿Murió Unamuno entre las 17:30 y las 18:30 de un ataque al corazón o lo mató? Queda el misterio, pero algo no encaja: Unamuno tenía buena salud, el juez (no un médico) dictó «hemorragia bulbar» (lo que no se puede saber después de muerto), no hay un certificado médico, no se le hace autopsia (se habría sabido la causa), en el parte de defunción dice que fue a las 16:00 horas y en el mandato de sepultura, a las 17.00h; celeridad en el entierro, antes de las 23.00 horas. El escrito posterior urdido por el rector Ramos Loscertales, enemigo de Unamuno, suena a hipócrita y propagandístico.
Por Salamanca se corrió el runrún de que lo habían asesinado. Los falangistas se lo apropian, haciéndolo 'de los suyos', presiden uniformados el velatorio. En el funeral, lo toman a hombros falangistas de máximo renombre. Aragón no estuvo presente. ¿Estuvo todo planificado? Parece que es un caso de manipulación propagandística. Lo que es cierto es que asesinaron la verdad y la secuestraron con manipulada ignominia.
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