La revolución del aprendizaje

La verdadera transformación está en la manera de usar la información y las posibilidades de conexión para comunicarnos con los demás

Domingo, 12 de marzo 2023, 11:22

Estamos viviendo momentos en los que la sensación de cambio y transformación parecen sentirse con más fuerza que nunca. Transitando de un paradigma espacial a ... un paradigma relacional, en un proceso en el que la diversidad se manifiesta proyectando complejidad y generando incertidumbre. Grandes fuerzas, a modo de corrientes de fondo, impregnan nuestro quehacer diario y nos generan inseguridad por la falta de certidumbre. Cuando esto ocurre, y no sabemos muy bien a qué agarrarnos, hay dos elementos básicos para progresar: los valores y principios, por un lado; y el compromiso con el aprendizaje permanente a lo largo de la vida, por otro. Y esta constatación es realmente revolucionaria, ya que nos lleva a plantearnos, seriamente, nuevas preguntas a la hora de enfocar el camino del progreso.

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Todavía está reciente la llamada revolución de la sociedad de la información, que supuso la aparición de la Sociedad de la Información como una etapa del desarrollo, en la que su elemento más característico era la capacidad de sus miembros –desde cada ciudadano como individuo hasta todo tipo de organización pública o privada– para obtener y compartir cualquier información al instante, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera.

En una etapa anterior, la Sociedad Industrial se caracterizaba por el acceso a los bienes producidos por otros, lo que supuso una verdadera revolución para lo que hasta entonces era más propio de una Sociedad Agrícola. La evolución de la Sociedad Industrial, hacia lo que se conoce como la etapa de la Sociedad Postindustrial, supuso incorporar la posibilidad de acceder no solo a los bienes producidos por otros, sino también a los servicios prestados por otros. A partir de ahí, el paso a la posibilidad de acceder a la información generada por otros supuso un cambio revolucionario.

Pero no nos podemos quedar en el hecho de poder acceder a la información, pues esta no deja de tener un carácter puramente instrumental. Lo fundamental es comprender el potencial de esa información para acompañar los procesos de aprendizaje. Así, la verdadera revolución está en la manera de usar la información y las posibilidades de conexión para comunicarnos con los demás; una comunicación para compartir, para enriquecer los procesos de aprendizaje de las personas y, en consecuencia, de las organizaciones. Esa cadena de información accesible, que se comunica y se comparte, puesta al servicio de los procesos de aprendizaje, está en el centro de todo proceso de creación y desarrollo de conocimiento. Conocimiento que fluye por todo y para todo el mundo, sobre una base tecnológica en expansión permanente y de manera rápida, muy rápida. Son las claves para comprender el futuro que ya se está construyendo.

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Todavía en fechas no muy lejanas la manera de enfrentar los problemas estaba inspirada por una percepción administrativa de la realidad. Las cosas se podían prever en gran medida, porque el universo de posibilidades parecía reducido, los cambios tardaban en producirse, la información fluía más lentamente, los compartimentos eran estancos y aspirábamos a aprehender las distintas facetas de la realidad, ordenarlas, analizarlas y buscar la mejor respuesta a los problemas.

Actualmente, nada de esto es posible. No podemos pretender planificar con detalle el futuro, porque los matices son muchos y los cambios constantes. No nos podemos permitir el lujo de administrar la vida de las organizaciones como si fuese un ejercicio de gestión administrativa. Porque administrar y gestionar nuestras organizaciones ya no es suficiente. Tenemos que enfrentarnos al cambio permanente, a una sensación de caos en el que transcurre la vida de nuestras organizaciones. Y la manera de enfrentarnos a ese escenario pasa por estar en constante aprendizaje, porque el conocimiento que tenemos en cada momento se queda obsoleto rápidamente. Necesitamos sustituirlo por otro, fruto del aprendizaje. Y así sucesivamente.

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Diversidad, complejidad, incertidumbre... son palabras que acompañan nuestro día a día, en el desafío de pasar de administrar cosas a gobernar el caos, que solo se puede superar de la mano de un compromiso profundo con el aprendizaje permanente a lo largo de la vida. Un aprendizaje transformador, porque es innovador, que se genera en espacios compartidos. Y esto, aunque pueda no parecerlo, es revolucionario: la revolución del aprendizaje transformador en cooperación y a lo largo de la vida.

Los desafíos para las instituciones educativas son inmensos, pero no son los únicos implicados. Las empresas, las instituciones o los diferentes agentes sociales no podrán desarrollarse al margen de la institución educativa, así como esta no podrá hacerlo sin contar con los agentes económicos y sociales. Por eso, la denominada formación dual y la formación a lo largo de la vida pasan a ser claves en el nuevo y exigente escenario.

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