¡ojalá acierten!
Las previsiones realizadas por los empresarios no son infalibles. Si lo fueran no existirían esos desagradables episodios que se conocen con el nombre de fracasos ... empresariales o quiebras. Pero tienen más datos que los demás y por eso yo les hago más caso y me fío más de sus cálculos que de los realizados por expertos de laboratorio que encierran la realidad (o mejor dicho, la parte de la realidad que observan) en tubos de ensayo, le añaden los reactivos de sus teorías, agitan todo y obtienen previsiones que acostumbran a estar demasiado alejadas del frente de batalla.
Bueno, pues los empresarios vascos sonríen cuando visualizan el próximo año. En 2019 podremos seguir apoyados en un crecimiento sostenido, lo que permitirá una apreciable reducción del nivel de paro. De un nivel tal que llevará la situación a guarismos que, sin ser los de la denostada economía de Trump o los de otras más cercanas como la economía de la República Checa, se comparan sin asomo de vergüenza con los habituales de nuestro entorno europeo. ¿Cual es la razón de tan buen comportamiento? Pues seguro que hay muchas más, pero yo me fijaría en tres razones. Una, horrible, es el comportamiento de la demografía. Aumenta tan poco la población -perdón, la verdad es que disminuye, al menos la local-, que a este paso se acabará el paro por la triste ausencia de demandantes de empleo.
Las otras dos son buenas. Una es la mayor densidad de nuestro tejido empresarial. Analizamos nuestros problemas de manera tan superficial que no nos damos cuenta de lo esencial. Y lo esencial es que si queremos empleo necesitamos empresas, es decir empresarios y que cuidarlos, protegerlos y fomentarlos no son actitudes fascistas y neoliberales sino cuestión de mera supervivencia.
La segunda es la enorme fortaleza y el buen sentido de nuestra formación profesional. Un sistema ejemplar y pegado al terreno. La observación de las necesidades de la sociedad -no solo de las empresas-, la adecuación a los cambios tecnológicos y la colaboración con las empresas consiguen un acoplamiento excelente entre oferta y demanda. Los empresarios se quejan de sus dificultades para encontrar personas capacitadas para ocupar los nuevos trabajos. Será por la cantidad -¡Ay, esa tasa de natalidad que se nos hunde!-, porque la calidad es excelente. ¿La prueba? Mire las tasas de empleabilidad, compruebe la ausencia de paro en la mayoría de los currículos formativos y verá que es cierto.
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