No ha pasado nada grave aún. Pero en Donostia, todos los días alrededor de 200 personas, en su mayoría jóvenes tienen que buscar una esquina ... en la que poder colocar sus cartones para tratar de dormir y huir de un presente de malas caras, miedo y hambre. ¿Cómo esconderse de los prejuicios? ¿Dónde ocultar la enfermedad que provoca la marginación, la calle, el ninguneo o el acoso? Su delito es no conseguir ocultar ser lo que son, haber nacido unos kilómetros al sur y haber venido a buscar un futuro que su presente impide. Su presencia molesta. Han dejado una niñez sin infancia atrás para entrar en el mundo adulto por la puerta más dura. Por la puerta de no importar a nadie y de molestar con su mera existencia. En Donostia, además estos jóvenes 'estropean' una ciudad volcada al turismo.
Publicidad
Casi el 50% de las personas en situación de sinhogarismo sufre ansiedad y depresión. Claro que algunos de estos jóvenes causan problemas de seguridad. Por supuesto que algunos de ellos son víctimas de situaciones de consumo y enfermedad mental provocados por el abandono y la marginación. Son los ninguneados de un mundo enloquecido tras el beneficio rápido y la usura.
Cualquiera de nosotros, en esas circunstancias, con esa edad, durmiendo en la calle, sin derechos, lejos de nuestra familia ¿qué haríamos? Unos dirán «volver a mi país», otros «estudiar y trabajar». Lo primero es un imposible legal en muchos casos y una violación de los Derechos Humanos en todos los casos. Lo segundo es exactamente lo que estos jóvenes quieren hacer. Pero la lista de requisitos que han de cumplir es tan agotadora que no pocos se quedan en el camino. Tras llegar a Donostia tienen que ponerse en contacto con entidades sociales. Después, tres meses de visitas al Servicio de Urgencias municipal para poderse empadronar y esperar otros seis meses hasta que se les realiza la valoración y diagnóstico de exclusión social. Es decir, como mínimo nueve meses de calle sin opción a ningún recurso.
Ante esta realidad, en una ciudad de 180.000 personas ¿qué hacemos con estos 200 jóvenes? Los poderes públicos locales, desde luego no lo suficiente. Lo recursos dedicados y los medios utilizados no están teniendo los resultados que queremos creer que desearían. Se necesita en primer lugar de un recurso para cubrir lo básico: un lugar seguro para vivir, alimentación para paliar un hambre real y Centros de Día para que la calle no ahogue la esperanza. Y que todo ello sea complementado con asesoría educativa y socio-laboral. Sabemos de jóvenes que haciendo prácticas en empresas de prestigio o incluso con contratos siguen durmiendo en la calle.
Publicidad
Las entidades y asociaciones que nos dedicamos a la atención a estas personas, con nuestros aciertos y dificultades nos encontramos muchas veces impotentes ante la escasez de recursos, ante la imposibilidad de ofrecer una salida digna, ante la angustia de ser testigos de deterioros irreversibles; pero también con la satisfacción de aportar nuestro grano de arena en el acompañamiento a muchos de estas personas que consiguen su ansiada autonomía y su inclusión social. La ciudadanía responde de diversas maneras. En algunas personas, el espíritu solidario y la empatía ofrecen ejemplos muy valiosos que aportan lo mejor de la acogida. Pero otros sectores, empujados por los prejuicios, por titulares de brocha gorda y por un temor alimentado con exageraciones tienen una actitud beligerante que da la mano a la xenofobia. Apuntan con el dedo acusador huyendo del sentido común y alimentando un miedo peligroso del que nacen reacciones irracionales alejadas de cualquier solución en la línea de la justicia y la convivencia.
Sabemos que la realidad es compleja. Somos testigos y parte activa implicada en el día a día. Esas actitudes sólo se desarmarán si conseguimos que los derechos y las oportunidades se extiendan a todas las personas independientemente de su origen. Para ello, nuestro trabajo no es suficiente. Necesitamos que los poderes públicos pongan en práctica lo que muchas veces se anuncia en los discursos. Tienen capacidad, medios y profesionales para encabezar con decisión las soluciones y enfrentar estos retos. Cuesta entender qué impide trabajar de manera proactiva y coordinando recursos, cuando en otras áreas esto sí se consigue. ¿Qué frena para buscar respuestas a las angustias de estas doscientas personas? Falta voluntad política. A nosotros nos tienen aquí con todo nuestro empeño, nuestra experiencia, pero también con nuestras limitaciones. Les necesitamos. Les estamos esperando, y ya llegan tarde. No ha pasado nada grave aún, pero mientras, para estas 200 personas la gravedad fue ayer, es hoy y será mañana.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión