El oficio de vivir

Sociedad con sobriedad

«Nada en demasía» era el principio de las sabidurías clásicas, inspirada en la naturaleza que se regula por el equilibro y la homeostasis

Domingo, 29 de diciembre 2024, 01:00

Cual perritos de Pávlov, nada más encenderse las luces de Navidad, empiecen a sonar campanillas y villancicos y refuljan las gollerías en los lineales de ... los supermercados, una pulsión natural e irrefrenable nos empuja al consumo. Así lo afirma la nueva frenología, ahora de tipo neuronal: el 'espíritu navideño' tendría su asiento en una zona concreta de las circunvoluciones craneales de donde parten nuestras respuestas condicionadas durante las fiestas. O sea, que si en estas fechas gastamos con largueza y comemos/bebemos en abundancia es porque sentimos 'la llamada de la selva'... De la selva del mercado, diría uno, que con su avalancha de estímulos provoca deseos, ansiedad y ubicuas necesidades.

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Dio en la diana Charles Kettering, novador norteamericano, cuando en 1929 anticipó que el futuro del capitalismo pasaba por la generación de 'consumidores insatisfechos': «La clave para la prosperidad económica consiste en la creación organizada de un sentimiento de insatisfacción». Casi un siglo después, el éxito de la fórmula parece incuestionable a la vista de un sistema cimentado en la saciedad perseguida pero nunca conquistada. Una sociedad neurótica, a fin de cuentas.

Pero los seres humanos no solo somos instinto sino también conciencia que busca gobernarse con autonomía y buen sentido. Quizá no sea tema oportuno para un periodo en el que «el consumo tira de la economía», como dicen los especialistas, o, por el contrario, puede que venga muy al caso hablar hoy de sobriedad, frugalidad, moderación, templanza o sencillez: conceptos que evocan la limitación voluntaria de nuestras necesidades y, como consecuencia, una elección de vida en la que los excesos, sin llegar a desaparecer, son momentos de excepción.

«Nada en demasía» era el principio de las sabidurías clásicas que tomaba como modelo la naturaleza regulada por el equilibro y la homeostasis. Se ha definido también como una forma de 'vida buena' que trata de utilizar y de disfrutar inteligentemente de los bienes y de los medios a nuestro alcance conscientes de que no estamos solos en el mundo, sino que hay otros/as que tienen nuestras mismas necesidades y que los seguirá habiendo en un futuro que no conoceremos.

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Estar contento, según su raíz latina, equivale a contenerse, a quedarse satisfecho, a darse por saciado. La medida correcta del placer se encuentra más allá de la parvedad y más acá del despilfarro. Pensémoslo antes de lanzarnos al consumo, siquiera sea por no parecer perritos de Pávlov. Urte berri on!

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