Ilustración: Josemari Alemán Amundarain

El foco

Desmaterialización

La importancia de este concepto no solo se percibe en su vertiente física y material, también afecta a la manera de entender el mundo y las relaciones, de forma que van tomando relevancia los aspectos inmateriales e intangibles de las cosas frente a lo material

Domingo, 9 de abril 2023, 07:16

Estamos en plena época de transición en la que surge un nuevo concepto que nos va a acompañar de ahora en adelante. Se trata de ... la 'desmaterialización', que hace referencia al proceso por el cual la presencia material y física de las cosas va perdiendo peso. Esa desmaterialización es expresión de una tendencia tecnológica que sustituye lo material por lo virtual, lo analógico por lo digital. Los soportes físicos clásicos son reemplazados por soportes electrónicos fruto del proceso intenso de transformación digital en el que estamos inmersos. Se trata de una consecuencia clara del desarrollo tecnológico, que nos permite hacer cada vez más con menos. Desde hace ya tiempo, el desarrollo tecnológico va produciendo grandes avances de la mano de la miniaturización, que refleja el efecto de la célebre ley de Moore sobre circuitos integrados -según la cual el tamaño de las matrices de los transistores se divide por dos cada veinticuatro meses, duplicándose tanto la capacidad de cálculo (cantidad de transistores), como la velocidad de cada transistor-, y que va alimentando una lógica exponencial en vez de lineal, típica del pensamiento relacional, que está muy presente en el desarrollo de las nuevas tecnologías. Así, junto con las tecnologías de la información, las tecnologías de los materiales y también los avances en las nanotecnologías contribuyen de manera muy importante a esta tendencia de desmaterialización.

Publicidad

La importancia de la desmaterialización no se percibe solamente en su vertiente estrictamente física y material, sino que también afecta a la manera de entender el mundo y de entender las relaciones, de forma que van tomando relevancia los aspectos inmateriales e intangibles de las cosas, frente a los aspectos materiales. En este sentido hay que entender la dialéctica creciente entre los modelos basados en la propiedad y los basados en el acceso al uso de las cosas, que está en la base de los nuevos modelos de negocios. Casos como el de Netflix en relación con los contenidos audiovisuales -no necesito poseer la película para disfrutar de ella-, o la nueva industria editorial en la que los contenidos se pueden compartir en vez de poseer, son algunos ejemplos de estos procesos que están en marcha.

Evidentemente, la digitalización ha supuesto un verdadero acelerador de esa desmaterialización, que además supone una transición imparable de los productos a los servicios. Para Steven Pinker, la revolución digital, al sustituir los átomos por bits, está desmaterializando el mundo ante nuestros ojos. Recuerda el ejemplo del smartphone, que ya es un clásico al hablar de desmaterialización, y en la cantidad de material de todo tipo -metal, plástico, papel…- que ya no se emplea en los productos de consumo que pueden ser reemplazados por uno de estos aparatos, entre los que estarían el teléfono, el contestador, la guía telefónica, la cámara, la calculadora, la videocámara, la radio, la grabadora, la televisión, los navegadores de internet, los estudios de grabación, la agenda, el calendario, los mapas de carreteras, las enciclopedias, los diccionarios, los traductores, los reproductores de música, la linterna, el fax, la brújula, juegos de mesa, aparatos médicos y un sinfín de aplicaciones en constante crecimiento.

También se produce una desmaterialización desde la perspectiva de los hábitos y las costumbres, con la creciente tendencia a un consumo más colaborativo y a valorar, cada vez más, las experiencias frente a la posesión de cosas o productos. Qué duda cabe de que asistimos a una tendencia en la que los intangibles ganan terreno frente a los productos materiales. Esta desmaterialización se produce, además, de la mano de una economía global que está pasando de basarse en lo material a basarse también en el conocimiento. A esto responde la lógica de una competitividad que cada vez depende menos de los recursos naturales -minas, pozos de petróleo, terrenos cultivables…- para basarse en el conocimiento, como fruto de los procesos de aprendizaje.

Publicidad

La desmaterialización se percibe también en una creciente desmonetización, no solo desde la perspectiva de la sustitución creciente del papel moneda por transacciones electrónicas, sino también desde el punto de vista de que muchas de las cosas por las que solíamos pagar pasan a ser gratis. En ese sentido, determinados servicios de noticias, de información, de comunicaciones, y un largo etcétera han dejado de contribuir al PIB. Diamandis y Kotler ponen el énfasis en esta tendencia desde una perspectiva positiva, dado que contribuye a la abundancia en el planeta, entre otras cosas por la disminución de la huella ecológica y el menor impacto para la sostenibilidad.

En definitiva y como resumen, la desmaterialización y la desmonetización son dos claras expresiones de un cambio de paradigma en el que lo relacional va ganando terreno a lo espacial, lo inmaterial a lo material, y el acceso al uso a la propiedad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad