Pedro Sánchez aprovechó ayer los puntos débiles de Alberto Núñez Feijóo para salvar los muebles en un debate de investidura que, sobre el papel, se ... le presentaba complicado porque tenía que pasar sobre las encendidas ascuas de una ley de amnistía que durante los últimos 155 días el propio dirigente socialista apenas había aludido. Desde la misma noche del 23-J Sánchez debió de haber sido explicativo, didáctico y transparente en exponer los motivos por los que ha cambiado de opinión sobre una amnistía que antes rechazaba y ahora la defiende para salvar la concordia y su investidura. En la tribuna de oradores Sánchez dedicó lo justo y necesario para defender el borrado penal a los condenados del procés y volvió a echar mano de la expresión «hacer de la necesidad virtud» para justificar su controvertida decisión.
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Sin embargo, Pedro Sánchez, que eludió como pudo recordar y reprobar que los amnistiados se saltaron en su día la ley constitucional y cometieron delito, aprovechó muchas de sus intervenciones en desbaratar desde el primer minuto la estrategia de Núñez Feijóo, a quien le volvió a situar junto a una extrema derecha de Vox que, como el mismo líder del PP lo ha reconocido recientemente, le lastra y le perjudica. Y es en esa llaga en la que Sánchez echó sal para que escocieran las heridas en la bancada popular, sobre todo cuando recordaba las coaliciones de gobierno cerradas con Vox en autonomías y ayuntamientos. Habrá que ver cómo soporta esta pesada losa durante una difícil legislatura, sobre todo cuando su antecesor, el 'despedido' Pablo Casado, había dado un portazo a Vox en una moción de censura. Sánchez lanzó derechazos sucesivos al hígado de Feijóo sobre su connivencia con la ultraderecha de Abascal, quien ayer de manera inadmisible comparó a Sánchez con Hitler y le calificó de «golpista» por suscribir un pacto con los independentistas catalanes. La intervención de Abascal, con un inaguantable tono 'trumpista', erosiona la posición política del propio Feijóo, que se ve maniatado por un partido extremista que nada tiene que ver con la esencia fundacional de un partido de centro derecha, liberal y moderado. Feijóo tendrá que dar más pronto que tarde un puñetazo en la mesa para romper amarras con Vox si quiere algún día llegar a la Moncloa.
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