De vez en cuando, aparece un producto revolucionario y lo cambia todo. Cuando, Steve Jobs pronunció esta frase en enero de 2007, seis meses antes ... de presentar el primer iPhone, no imaginaba el alcance de sus palabras. Hoy, el mundo se divide en dos tipos de personas. Los que, cuando se despiertan, revisan las notificaciones de su smartphone antes de ir al baño y los que esperan a sentarse en la taza para hacerlo.
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Desde que los smartphone se han fusionado a nuestra mano no queda un espacio sagrado en el que reprimamos nuestra adicción a la pantalla. Un 80% de nuestros vecinos se llevan el teléfono al servicio, la mayoría para consultar sus redes sociales pero es muy posible que más de uno esté leyendo esto en el WC. Los interesados en el tema pueden encontrar en amazon un extenso surtido de portarrollos con soporte para móvil.
No sé por qué cierro con pestillo la puerta del baño incluso cuando estoy solo en casa. Probablemente, porque el baño es un refugio para el espíritu. Un espacio seguro donde retirarnos del ruido del mundo, encontrar paz y sentirnos, por unos minutos, invulnerables. Nuestro cerebro es capaz de pensar en cualquier lugar pero, hasta hace poco, en el baño no había otra cosa que hacer. Contar azulejos nunca fue un pasatiempo, es un ritual de introspección que nos ayuda a acercarnos a nuestra esencia y vaciar, entre otras cosas, la mente.
En 2024, con un smartphone en la mano Arquímedes nunca habría gritado Eureka.
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