Perdón
Entender no significa comprender. Comprender es hacer propio lo que se entiende y actuar en consecuencia
La ciudad, estos días y algunos más, supongo, se convierte en una Babel viviente, donde cada cual habla o balbucea en su idioma natural. Los ... antiguos hablaban de la lengua del padre; los modernos dicen la lengua de la madre, la lengua materna; algún utopista escribe sobre la lengua fraterna o la lengua sorora, la lengua que hablan entre sí quienes se consideran hermanos o hermanas. Espiritualmente, va más allá de las palabras, se centra en conceptos como libertad, igualdad, fraternidad, sororidad, solidaridad, términos que, si no se parecen en los distintos idiomas, en el transcurso del discurso se comprenden, si hay voluntad. Conozco una persona que se sabía de memoria poemas traducidos de Pushkin y cuando cogía el texto en ruso afirmaba que lo entendía, y ponía tal énfasis en su afirmación que acabábamos dándole la razón, como a los niños, a los locos, a los beodos, y también a los matones, por si acaso. Entender no significa comprender. Comprender es hacer propio lo que se entiende y actuar en consecuencia.
En un establecimiento que sirven estupendas comidas y excitantes bebidas, cerca de eso que quieren convertir en el santuario de la Cocina y puede acabar siendo con el tiempo en su mausoleo, estrecho como son los locales actuales, abarrotado de gente como estaba, intentando ir desde la entrada hasta un lugar aparentemente íntimo, oí que me pidieron perdón en varios idiomas. Es cierto que, debido a las estrecheces, yo les empujaba, como sin querer, y ellos me perdonaban, como queriendo. Y así pude comprobar que en una franja pequeña de esta ciudad había alemanes, 'entschuldigung', ingleses, 'sorry', franceses 'pardon', italianos 'scuse', además de los autóctonos. Nadie se daba por ofendido; al contrario, parecía que les relajaba el hacerse un poquito a un lado, sosteniendo en una mano el pincho de lo que fuera, y en la otra, el tinto, el verdejo o la caña, y es que perdonar hace que quien perdona se sienta mejor, y el perdonado asciende a otra categoría, semejante a la de los ángeles, profetas, influencers o como se les llame ahora. Hubo también alguien que miraba taimado o indignado, no lo supe a ciencia cierta, pero nadie profirió el menor juramento ni la mayor blasfemia, cosas de la educación y de la cultura, supuse. Quizás es que fuera llovía a mares y soplaba el viento fiero del noroeste y los paraguas bailaban hasta quebrarse, y dentro, la verdad, se estaba bien, aprendiendo idiomas, y disfrutando del ambiente.
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