Corazones
No es solo el instrumento que lleva el pulso de la vida. Es más que un aparato, más que un órgano; es el motor de la existencia
Anatomía de una caída' es el título de una película, hermosa como la nieve, triste como suele ser la desgracia, y esperanzadora, como el decurso ... de la humanidad. Trata sobre ese sentimiento, o pasión, tan universal, que se llama culpa, entendido como una regresión al pasado. Viniendo como viene de allí, ese lugar esquivo y oscuro, afecta al presente y condiciona muchas de las actitudes y algunas de las decisiones que se toman en el día a día. Culpa es la asunción de una responsabilidad, imaginaria o práctica, sobre un hecho o un suceso que trastoca las relaciones, una a una. La culpa es negativa: algo se ha hecho mal, y alguien debe cargar con las consecuencias, penales o morales, asumiéndolas, o diluyéndolas en otras instancias superiores. Es una especie de deuda que contrae el culpable, sin saber muchas veces con quién.
En caso contrario, cuando un hecho o actividad es positivo y produce más beneficios que perdidas y contratiempos, lo que suscita es el sentimiento de gratitud en los afectados y de bienestar en el responsable. Luego viene, en muchos casos, la exigencia del pago de la deuda: «¡Esta sociedad me debe tanto! ¿Qué hay de lo mío?». Así es. Las relaciones humanas son complicadas, porque somos complicados. No como las máquinas, que no enferman; se estropean y, a veces se arreglan, y a veces no. Entonces se tiran directamente al contenedor de turno. Los humanos enfermamos, nos curamos, o no, y morimos, y luego vamos al contenedor que nos corresponde, llámese cielo o paraíso.
Hay máquinas complicadas y máquinas sencillas, que no guardan demasiados secretos en su interior. Basta con leer el libro de instrucciones para comprender su humilde funcionamiento. La naturaleza es otra cosa. En el mundo rural la separación entre lo humano y lo animal no es demasiado grande, hay una relación más estrecha que en las ciudades y capitales. Llamarle a uno 'burro' tiene sentido, porque los burros andan en la calle, y se los ata en las fachadas de las buenas casas solariegas. Como llamar 'cerdo', 'buitre', 'mula', 'gallo'. Todo tiene sentido en ese tipo de sociedad. ¿Pero alguien ha visto una zorra en la avenida?
El corazón tiene sus razones, evidentemente; no es solo el instrumento que lleva el pulso de la vida y mide con su intensidad las pulsiones internas y la influencia externa y cercana. Es más que un aparato, más que un órgano; es el motor de la existencia. No somos máquinas, ni estrictamente animales. ¡Ay, esa culpa!
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