Ciclos
Dentro de los 'ciclos económicos de Kondrátiev', el primero es el de la expansión, el segundo es el del estancamiento, y el tercero, el de la recesión
En un libro de economía viejo y amarillento, triste como son todos los libros donde la vista contempla una innumerable serie de guarismos, gráficas y ... cuadros estadísticos, encontré un término atrayente a simple vista. Se llama «ciclos de Kondrátiev», en honor del economista que la formuló por primera vez, allá en tiempos de la Revolución Rusa. Kondrátiev fue uno de los que pensaron el Primer Plan Quinquenal, junto a otros, claro. Se refiere, si no he entendido mal, a ciertas fluctuaciones cíclicas que se producen cada cincuenta años y afectan a la vida económica, en general, y a los negocios, particularmente. El primer ciclo es el de expansión: los flujos económicos, sea la razón que sea, producen un crecimiento de la economía; el segundo es el de estancamiento, los flujos económicos se ralentizan y la economía apenas avanza. El tercero es el de recesión, la economía se resiente.
Llevada la teoría económica a otros terrenos, abstrayéndonos de su significado estrictamente económico y recuperando la fuerza metafórica que posee la idea de ciclo, podemos aplicarla a otros sectores también. No es del todo conocida la sucesión de generaciones industriales que se han dado en el País Vasco, si se extrae de la historia el poso de leyenda que deja todo acontecimiento. A grandes rasgos, se trata del abuelo que crea la empresa, del hijo que continúa con ella, y del nieto que la vende o la arruina, el mismo que dilapida la fortuna creada, multiplicada y adecentada por sus antepasados. Sé que la realidad es más compleja, pero hay suficientes datos, más implícitos que explícitos, que lo corroboran o simplemente le aportan una dimensión literaria, fluctuando entre los límites de la épica y de la comedia. En la tragedia griega también se ven los ciclos: Esquilo funda el género, Sófocles le da brillo y lustre, Eurípides acaba con él, de una manera elegante y lírica, como en la ópera, con un silencio expresivo, superior a cualquier palabra, cualquier grito o lamento.
El final de Kondrátiev es signo de su tiempo. Fue detenido en el año 1930, al oponerse a las colectivizaciones forzadas que se estaban llevando en toda la Unión Soviética, y que trajeron hambre y muerte a muchas regiones, entre ellas Ucrania. Lo encerraron en la pequeña ciudad de Suzdal, en el monasterio del Salvador y san Eutimio. Pudo trabajar allí, unos años al menos, en la resolución de los problemas económicos que le preocupaban. En 1938 fue condenado a muerte y fusilado.
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