Las diez noticias clave de la jornada
Donde nace el viento

El bien

Se llama bien a lo que beneficia y mal a lo que hace daño, reproduciendo un esquema sencillo y útil, pero que no responde a la realidad...

Llevados por su imaginación, juegan los niños y niñas levantando en la orilla castillos enormes, que la marea enseguida desmorona. Las construcciones, de un año ... a otro, son más altivas, más vistosas. Igual de amenazantes son sus torres, vistas desde la perspectiva infantil, que pueden presumir de fortaleza ante otros castillos similares, hechos para durar el tiempo de su construcción. Luego, la marea con su empuje se llevará todo consigo, a la vez que voces adultas llamarán la atención, anunciando la hora de la partida. Todo tiene su fin y cada causa requiere su esfuerzo, regulado según la capacidad de cada cual y el tiempo disponible para ello; y san se acabó.

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Los niños y niñas se van camino de sus hogares, se adelantan a sus progenitores y cuidadores, esa especie que, en veranos calurosos como los actuales, adquieren su importancia y acrecientan la dignidad adquirida. Se van, dejando un reguero de agua sobre el suelo, secándose la cabeza con toallas de colores, que algunas manos femeninas han dejado caer lentamente, con solemnidad casi, sobre sus espaldas morenas por el sol y la actividad al aire libre. El espacio situado entre el mar inmenso y el paseo recién acondicionado se agranda y se empequeñece, según los flujos naturales. Lo saben.

Las barcas se han retirado a su pobre refugio, los pescadores se han recogido, en el mar reina la calma y la discreción. Las luces de las farolas alumbran tenuemente las cómodas terrazas desplegadas sobre el suelo empedrado. Se habla en susurros, se anda a pasos cortos, se sueña en silencio, se mira con ojos tímidos, las luces que iluminan los miradores son leves, como si no quisieran importunar esa otra oscuridad que, de repente, se ha adueñado de toda la superficie externa y visible. Porque hay una oscuridad también dentro de los seres que solo sobresale y destaca cuando la armonía toda se deshace y la fragilidad inherente se rompe; y a veces es terrible, y, a veces, simplemente ridícula.

Se llama bien a lo que beneficia y mal a lo que hace daño, reproduciendo un esquema sencillo y útil, pero que no responde a la realidad. No hay mal ni hay bien; está lo bueno y también lo que es malo. A la vista del mar, contemplando las olas respetuosas, ese silencio inagotable de las cosas que descansan, es difícil no pensar que lo malo se ha alejado, que la bondad se ha establecido en ese tiempo preciso y en ese lugar exacto. No querer mirar más allá es antes una tregua asumida que un privilegio.

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