8-M, unidas en lo esencial

Las movilizaciones previstas ponen el foco en la necesidad de evitar la división y galvanizar la alianza intergeneracional de las mujeres para asentar los avances reales hacia la igualdad

Miércoles, 8 de marzo 2023, 06:40

El 8 de marzo volverá a ser hoy una expresión multitudinaria de exigencia de igualdad y de empoderamiento intergeneracional de las mujeres. La reivindicación del ... Día Internacional de la Mujer Trabajadora vuelve a ser una nueva oportunidad para redoblar la exigencia social y para denunciar las trabas que aún sufre la mitad de la población, espoleada por la execrable violencia de género y en la que la cultura de sumisión sigue aún con poderosos anclajes sociológicos a pesar de los avances históricos experimentados en los últimos años. Un escenario en el que la persistencia de la desigualdad exige mantener una batalla por las ideas y los principios, sobre todo entre las nuevas generaciones para que el legado del 8-M penetre realmente en los poros de la sociedad y no se pueda quedar limitado a una exhibición coyuntural de fuerza. Si el año pasado la controversia de la guerra de Ucrania se entrecruzó con la jornada, en esta edición la división que atraviesa el mundo del feminismo y la derivada de conflicto político en el seno del Gobierno de coalición a partir de la ley de libertad del 'sólo sí es sí' o de la ley trans han distorsionado las condiciones de la jornada, con un evidente riesgo de debilitamiento de su unidad histórica, si bien en Euskadi la imagen será bastante más unitaria, al menos en el plano de las convocatorias. Hasta la propuesta de la vicelehendakari Idoia Mendia sobre la posibilidad de abrir un debate sobre la celebración festiva del 8-M es un vigoroso síntoma de esa pluralidad. Sería ridículo negar la existencia de discrepancias, a veces bien profundas. Pero tampoco cabe magnificarlas negando el alcance de lo que les une en lo fundamental. El 8-M volverá a llevar a las calles las reivindicaciones de las mujeres que aspiran a la igualdad plena y de los hombres que las acompañan en su pelea de décadas.

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Hay aún demasiadas lugares de nuestro mundo donde las mujeres ven vulnerados sus derechos más esenciales y los desafíos que comportan para el feminismo, y para el conjunto de la sociedad, los retos complejos y cambiantes del presente. Desafíos como la brecha salarial o el compromiso en los cuidados, en el desarrollo de una conciliación familiar que sea realmente paritaria, en la presencia de la mujer en el ámbito directivo de las empresas o múltiples aspectos en la vida cotidiana que siguen interpelando al activismo de los hombres que pueden contribuir decisivamente a derribar barreras y construir puentes cómplices. Pero que también interrogan a las propias mujeres, a su mirada diversa sobre ellas mismas, sobre su realidad y sobre sus aspiraciones que han hecho mejores a las sociedades. Un feminismo abierto, sin prejuicios ni siglas, que cobija mayorías transversales cuando huye de sectarismos y de la manipulación partidaria, en el que pueden confluir militantes históricas hoy defensoras de la teoría 'queer', que entienden el sexo y el género como fruto de un proceso de autodeterminación y que se resisten a planteamientos binarios. Una mirada honesta e integradora, alejada de dogmatismos estériles y absurdos, porque el reduccionismo simplificador de los debates constituye una seria amenaza que puede distorsionar, al final, la fuerza real del feminismo y que hace el juego a los sectores reaccionarios contrarios a los avances igualitarios. Saber distinguir lo que es fundamental de lo realmente secundario es un arma imprescindible para terminar de ganar la batalla de las conciencias, primero, y conseguir que no haya un solo retroceso en los derechos logrados tras el esfuerzo de décadas y que estos logros sean interiorizados por la mayoría social.

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