Una de cada diez personas afiliadas en Gipuzkoa a la Seguridad Social tiene un origen extranjero. La población inmigrante -34.127 registrados en nuestro territorio- ... se ha convertido en una pieza indiscutible de nuestra realidad sociológica, basada, cada vez más, en la diversidad identitaria. Está transformando nuestro entorno vital de forma acelerada. Al mismo tiempo, es un motor decisivo de los sectores productivos de la economía. Nuestra pujanza en este ámbito no tendría sentido sin esta inyección que supone la presencia de los inmigrantes. Es el mejor botón de muestra de una novedosa realidad que ha venido para quedarse y que tropieza con el simplismo y la demagogia reaccionaria de ciertos mensajes ultras que azuzan el odio y el enfrentamiento con los diferentes y que buscan capitalizar el descontento social. En su momento, los guipuzcoanos también fuimos quienes emigrábamos a otras tierras -durante siglos fue América, pero también Europa- en busca de un futuro de prosperidad mejor y más digno, huyendo de las hambrunas y de las guerras. La emigración forma parte de una historia contemporánea de mucha necesidad y de emprendimiento, de esfuerzo, de solidaridad, de ambición y espíritu de superación colectiva. Nuestro progreso durante décadas se hizo, también, con la tenacidad de quienes venían de otras comunidades del resto de España atraídos por la prosperidad industrial vasca. Las nuevas generaciones descendientes de aquellas familias integran esta sociedad con plena naturalidad. Los 34.127 inmigrantes que trabajan en Gipuzkoa lo hacen en sectores decisivos en el comercio, la hostelería, los cuidados o la construcción. Forman parte ya de la cadena de trabajo, aunque su realidad salarial -especialmente entre las mujeres- sea aún demasiado frágil. En todo caso, no podemos concebir la actual realidad económica -ni la sostenibilidad del futuro- sin esta progresiva mutación social. La pluralidad y la pirámide de envejecimiento demográfico dibujan un escenario complejo y diferente que exige nuevas miradas flexibles e integradoras. Pongamos en valor activo este balance netamente positivo frente a quienes quieren estrangular la diversidad estigmatizando a la emigración o negando acríticamente desde un absurdo buenismo los nuevos desafíos sociales a los que nos enfrentamos.
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