Hora de acuerdos

Gipuzkoa necesita amplios entendimientos tras el vuelco político de ayer y la alta abstención

La ciudadanía de Gipuzkoa habló ayer domingo en las elecciones forales y municipales y dictó su veredicto democrático. La victoria de EH Bildu y el ... retroceso del PNV, que salva los muebles en San Sebastián, muestran un cambio de rumbo y pone sobre la mesa la necesidad de alianzas sólidas y estables para garantizar la estabilidad de las instituciones. En primer lugar procede a una seria reflexión sobre las causas de este inesperado resultado electoral. El PNV paga un severo precio de desgaste por la gestión y EH Bildu consigue reforzarse con la bandera del cambio y del relevo generacional. Los socialistas, con resultados desiguales, tienen la llave de las futuras alianzas. En San Sebastián, la erosión del alcalde Eneko Goia ha sido en parte capitalizado por Juan Karlos Izagirre, de EH Bildu, que, no obstante, no ha provocado un vuelco en la relación de fuerzas. El debate sobre el turismo y la movilidad ha hecho mella en una parte de la ciudadanía, pero no con tan fuerza para como provocar un seísmo electoral. Pero el nuevo Ayuntamiento debe ser consciente de este reajuste de posiciones, con nuevos equilibrios y fórmulas que armonicen las diferentes sensibilidades existentes. El eje PNV-PSE sigue siendo un factor de responsabilidad aunque necesitará tomar nota de los resultados de ayer. La constitución de los nuevos ayuntamientos y Juntas Generales se convierte en un poliédrico rompecabezas en los que se pondrá a prueba la capacidad de cintura de partidos y candidatos para trenzar programas de gobierno desde la responsabilidad. Los desencuentros no son tan profundos, aun partiendo de ópticas ideológicas diferentes. Pero existe un hilo conductor estratégico que une a la gran mayoría desde la apuesta por la convivencia democrática respetuosa con la pluralidad del territorio: la modernización de Gipuzkoa, la dotación de potentes políticas sociales y la puesta en marcha de políticas fiscales eficaces. Somos un territorio con cifras muy homologables al resto de Europa, con buenos datos de empleo y de paro, con un ecosistema productivo en el que encaja la innovación como un ingrediente esencial. Pero que también encierra sus sombras, con una pirámide de población condicionada por el envejecimiento demográfico. Nos falta una visión estratégica que combine la experiencia del pasado con la audacia del futuro.

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Necesitamos afrontar el porvenir con una cultura profunda del acuerdo que sustituya las dinámicas unilaterales y que supere los fantasmas de la disgregación, la endogamia y la autocomplacencia. Acuerdos de país que afronten desde el más amplio consenso las políticas de fiscalidad; acuerdos entre el Ejecutivo y la oposición para revisar las estrategias y anticiparse a posibles cambios. El llamamiento al entendimiento es crucial en esta nueva fase en el que tenemos la obligación de ponernos las pilas. Es hora de alejarse de los extremismos y de radicalismos estériles. La mayoría de los guipuzcoanos se mueve en un territorio templado, lejos de maniqueísmos intransigentes. Gipuzkoa es sinónimo de pactismo y de flexibilidad a la hora de buscar soluciones compartidas a sus problemas.

Gipuzkoa y Donostia necesitan renovar complicidades para afrontar los desafíos. Sabemos que el contexto electoral en el que seguimos, con las generales a la vuelta de la esquina y las autonómicas el próximo año, no plantean el escenario más propicio para tender puentes. Pero se trata de hacer de la necesidad virtud. Desaparecido el drama del terrorismo, existen en Gipuzkoa ingredientes para pensar en un gran potencial de futuro, más allá de estériles guerras de trincheras que no conducen más que a la frustración. Estamos en puertas de entrar en un nuevo paradigma. Es evidente que existen problemas, pero necesitamos estrategias inteligentes que permitan encauzar los mismos. Y desde la reivindicación de la diversidad, que es el verdadero valor añadido de la sociedad guipuzcoana. Los nuevos cargos públicos elegidos tienen ahora la responsabilidad de cumplirlo, de hacer tangibles sus compromisos con altura de miras y sin sectarismos de corto plazo. Es hora de mirar al futuro con generosidad. La alta abstención ha hablado con claridad.

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