25 años por ellas
A lo largo de un cuarto de siglo, el colectivo fundado en San Sebastián ha ejercitado una lucha imparable por las víctimas del terrorismo de cualquier signo e ideología
Ayer celebramos es el cumpleaños de Covite. Este año hemos cumplido nada menos que 25 años. Celebramos que seguimos adelante tras muchos años de intenso ... trabajo. Nos hemos hecho fuertes en la adversidad, en un entorno hostil. Ha habido momentos de sufrimiento, de tensión y de incertidumbre. Pero también de satisfacción por no desistir en nuestra determinación por defender los derechos de todas las víctimas del terrorismo, por recordar a nuestros familiares injustamente asesinados, o heridos de por vida, y por defender que sus atentados merecen justicia. Una justicia que en muchos casos no ha llegado y que en muchos otros ha sido insuficiente. Hemos resistido más de dos décadas y seguiremos haciéndolo porque hay cuestiones pendientes que merecen todo nuestro compromiso.
Publicidad
El 28 de noviembre de 1998 es la fecha de fundación de Covite. En aquel momento había una tregua de ETA que se había acogido con un desaforado optimismo por parte de la mayoría de la sociedad vasca. Desde muchas instancias, de forma más o menos sibilina, se nos pedía a las víctimas que fuéramos generosas, que miráramos al futuro. Se empezó a hablar de pasar página, de un tiempo nuevo, de un verdadero año cero sin ETA. Pero muchas víctimas éramos conscientes de que aquella tregua era tan débil como tramposa, como finalmente se demostró, dado que ETA continuó ejerciendo el terrorismo hasta el año 2011. Ese contexto impulsó que, por primera vez, decidiéramos dar la cara en la ciudad vasca donde ETA había cometido más asesinatos. Teníamos la necesidad de hablar por nosotras mismas. Así las cosas, en pleno centro de San Sebastián, en una rueda de prensa y después de haber logrado el respaldo de más de 200 familias, presentamos el Colectivo de Víctimas del Terrorismo. Nuestra reivindicación fundamental se resumía en una frase: «No queremos ser también víctimas de la paz».
Ser víctimas de la paz implicaba que nuestros derechos a la verdad y a la justicia fueran la moneda de cambio en una negociación entre nuestros gobernantes y ETA. En aquel año 1998, en el que también se habían firmado los Acuerdos de Belfast para poner fin al terrorismo en Irlanda del Norte, nos temíamos un horizonte de impunidad similar al que se pactó allí. Hoy, 25 años después de la fundación de Covite, si bien los niveles de impunidad no alcanzan los de Irlanda del Norte –afortunadamente–, sí tengo que lamentar que, en cierta manera, las víctimas del terrorismo hemos terminado siendo víctimas de la paz.
Ser víctimas de la paz es que haya más crímenes terroristas sin esclarecer que terroristas en prisión. Que varios centenares de familias de víctimas no puedan finalizar su duelo porque desconocen la identidad de los asesinos de sus seres queridos o de quienes atentaron contra sus propias vidas. Y que, mientras, los que mataron y los que ordenaron matar, así como sus cómplices y los miles de chivatos que actuaron a su servicio, se paseen por las calles por las que cometieron sus crímenes con total despreocupación, con la jactancia de sentirse venerados por los suyos, y con la tranquilidad de que nosotras, las víctimas, nunca ejerceremos la venganza porque no somos, y nunca hemos sido, como ellos.
Publicidad
Ser víctimas de la paz es ver cómo los terroristas y su entorno político y social se presentan ahora, con todo descaro, como defensores y guardianes de la paz. Es ver cómo hay quien se cree con el derecho a decirnos cuándo debemos sentirnos ofendidas y cuándo no, y cómo se nos acusa de ser un estorbo para la convivencia. Es ser testigos de la metamorfosis de los terroristas en flamantes políticos sin que hayan condenado el terrorismo, sin que dejen de legitimarlo, y sin siquiera decir que estuvo mal. Es coexistir con muchas situaciones que nos revictimizan, menoscaban nuestra dignidad y nos causan un gran dolor.
Pero también hemos logrado muchas cosas por las que sin duda ha merecido la pena la trayectoria de Covite. Durante estos 25 años hemos mantenido nuestra independencia de todos los partidos políticos y hemos respetado y defendido la pluralidad ideológica de las víctimas. Hemos condenado el terrorismo de cualquier signo e ideología, siempre desde la defensa de la ley y el Estado de Derecho, razón por la que siempre nos hemos opuesto a cualquier negociación con ETA. Hemos hecho oír nuestra voz, siempre desde el respeto. Hemos sido —y somos— un referente moral, especialmente en el País Vasco y en Navarra, aunque también somos el espejo en el que muchos evitan mirarse. Hemos logrado que algunas instituciones pongan placas por la memoria de nuestros familiares asesinados, tras muchos años de desidia y desinterés, contribuyendo así a abrir un camino de reconocimiento y dignificación de las víctimas. Hemos proporcionado amparo judicial a las víctimas y estamos luchando por que a aquellas víctimas a las que se les ha negado el derecho a la justicia no se les niegue también el derecho a la verdad.
Publicidad
Hemos exigido al entorno político y social de ETA que asuman la responsabilidad que les corresponde por las décadas de terror que provocaron, para intentar evitar la construcción de la gran impunidad política, social e histórica. Y seguiremos haciéndolo. En nuestro XXV aniversario prometemos seguir trabajando con la misma intensidad con que lo hemos hecho hasta ahora.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión