Comentarios irreverentes
Subir las cotizaciones es una medida lesiva para el empleo y la competitividad empresarial
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, realizó anteayer un análisis de su gestión a lo largo de estos siete últimos meses tan favorable que ni ... su abuela lo hubiese mejorado. Nadie es buen juez de sí mismo, pero Sánchez se mira y se ve tan alto que casi ni se distingue a sí mismo. Si repasamos su labor en materia económica no es para tanto y si aplicamos el juicio a su labor política lo es aún menos.
Ha esparcido bondad a mares sobre el problema catalán y ¿qué ha conseguido? Para su partido, perder Andalucía; para los demás, entreteternos un buen rato y encoraginarnos un buen trozo y, para los indepes, formarles un barullo que, de tanto dar vueltas sobre su propio eje, han levantado una enorme polvareda sin llegar a moverse de su sitio. La entente que le sostiene en el Congreso es tan poco 'cordiale' que no le ha permitido ni siquiera aprobar los Presupuestos. Es poco más que un gallinero alborotado a quien solo aglutina el miedo a los vientos de cambio que soplan sobre las numerosas elecciones que tenemos por delante. En cualquier caso, una argamasa demasiado endeble para sustentar sobre ella el edificio de un Gobierno coherente y duradero.
En materia económica ha adoptado varias medidas 'bienquedistas' que ya veremos adónde nos conducen. Es muy cierto que la importante subida acordada en el salario mínimo mejorará la situación de quien lo perciba y animará a la demanda, pero solo si no afecta al volumen de empleo. Ahí está la cuestión. Se ha dicho que si un empresario no es capaz de pagar 1.000 euros al mes a un empleado es mejor que no monte el negocio. Suena contundente. Pero, ¿Y si no lo monta, qué pasa, será mejor la situación del parado? Quizás habría que preguntárselo, a mí no me gusta eso de que decidan por él quienes cobran a fin de mes su sueldo de la política, del sindicato o de la Universidad, sin preocuparse de conseguir el ingreso necesario para pagarlo.
También ha decretado el aumento de las pensiones. Está muy bien, aunque yo hubiese subido más las mínimas, que lo necesitan, y menos las máximas, que no nos las podemos permitir. Lo que ocurre, como tantas otras veces, es que preocuparse de la situación de los pensionistas y hacerlo solo en el corto plazo es muy popular, pero muy incompleto. Este año, el sistema batirá ampliamente su récord histórico de déficit y esta decisión lo agrava. ¿Qué ha pensado el presidente? Pues subir las cotizaciones sociales. Una medida lesiva para el empleo y para la competividad de las empresas que deben crearlo, además de injusto con los afectados, al no subir las pensiones en la misma proporción, e insuficiente para los desequilibrios del sistema, cuyo agujero es inconmensurablemente mayor. Los efectos negativos de la medida son ciertos y seguros, mientras que sus beneficios son difusos e imprecisos.
Por lo demás... pocas cosas y todas ellas dedicadas a aumentar los ingresos por la sencilla vía de subir los impuestos. Aún así, en Bruselas no se fían de sus cuentas, el Banco de España las teme y el FMI las desaconseja. Pero antes de sacar más conclusiones, habrá que esperar a ver qué queda de ellas, pues no está nada claro que vaya a conseguir los apoyos necesarios para aprobarlas.
Las previsiones económicas no son malas, pero empiezan a aparecer fenómenos atmosféricos que aconsejan ponerse a buen resguardo y no salir de fiesta. Lo malo es que Pedro Sánchez necesita fiestas, pan y circo para congraciarse con un electorado disgustado con sus veleidades catalanas. Y de ahí puede venir el mayor peligro en el corto plazo. Pero ya tendremos tiempo de analizarlo. Hoy, le envío mis más sinceros deseos de que en 2019 todo le salga bien y lo único malo a lo que deba enfrentarse es a estos comentarios irreverentes.
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