Las diez noticias clave de la jornada
Luis Mari Eceiza, en la ermita Santo Cristo del barrio de Zamalbide. I. CASTAÑO

Errenteria

«Cada vez hay menos gente, pero el que viene lo hace con ganas por costumbre»

Luis Mari Eceiza Conserje de la ermita Santo Cristo de ZamalbideEl conserje de la ermita del barrio de Zamalbide cuenta los orígenes y la evolución de la Gurutze Bidea que se realiza esta mañana a San Marcos

Iker Castaño

Errenteria

Jueves, 28 de marzo 2024, 19:42

La gran mayoría de ciudadanos asocia la festividad de Semana Santa con vacaciones, pero ello no quiere decir que en Errenteria se hayan acabado de extinguir los actos litúrgicos. Además de las diferentes misas repartidas en las parroquias de la localidad, si hay algo que se mantiene es el Vía Crucis desde la ermita Santo Cristo de Zamalbide hasta el fuerte de San Marcos cada Viernes Santo. Hoy partirá a las 11.00 horas. Luis Mari Eceiza (Errenteria, 1959), conserje de la ermita, cuenta los orígenes de un acto que «nada tiene ver con una procesión».

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– Se está haciendo famoso últimamente...

– (Risas). No imaginaba salir en pocos días primero en EITB (en el programa 'Herri Txiki Infernu Handi') y después en el periódico.

GURUTZE BIDEA«Se caracteriza por la naturaleza, la reflexión, el silencio, y el euskera»

– Coincidía con el Viernes Santo y el Vía Crucis y no queríamos dejar pasar la oportunidad.

– Adelante, adelante. No tengo ningún problema y es más, me parece interesante recordar de dónde viene lo que aquí llamamos Gurutze Bidea (en euskera).

– ¿Hasta qué año hay que remontarse?

– En 1977 vinieron los franciscanos aquí y se organizaron como en un convento con varias salas. Ellos pusieron en marcha la Gurutze Bidea alrededor de 1980. El recorrido no ha cambiado, desde la ermita hasta el fuerte de San Marcos. En 1991 se fueron los franciscanos y nosotros entramos aquí al año siguiente. Decidimos mantener la misma costumbre que ellos.

– ¿Qué le caracteriza?

– No tiene ninguna parafernalia. Esto no es como la procesión de Donibane, por ejemplo. Uno, al que le toque o quiera llevar la cruz, se pone delante, leemos los textos y subimos hasta arriba. Van dos con personas con peto, una delante y otra detrás, para controlar el tráfico. Si por algo se caracteriza esta Gurutze Bidea es por el silencio en el recorrido, la reflexión de los textos leídos –se ponen en valor varios temas, como las guerras de Ucrania y Gaza, el machismo, la inmigración, la ecología o la opresión–, el sonido de la naturaleza y que se hace todo en euskera. Es lo más especial del año en Zamalbide.

– ¿Y de qué se encarga usted?

– Yo me encargo de la logística y de los permisos y de los textos siempre se encarga Mikel Ugalde, con el que colaboro conjuntamente. Nos ponemos en contacto todos los años y él me propone unos textos, los vemos juntos y los preparamos para repartirlos entre los asistentes. Hay quince paradas a lo largo del recorrido, en cinco de ellas Ugalde realiza bertsos. La última parada se hace en el alto del fuerte, la llamamos 'Jesusen Piztuera'.

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– ¿Cuántos vienen?

– Antes, en otras épocas, venía mucha gente, alrededor de 200 personas, ahora hemos bajado a 43 el año pasado. Lo sabemos por las hojas que entregamos y nos devuelven al final del recorrido. De esos 43 que vinieron en 2023, de Zamalbide serían cuatro o cinco, los demás de Errenteria y Oiartzun. Cada vez hay menos gente, pero el que viene lo hace con ganas por costumbre. Si me permite, le cuento una anécdota.

– No me pida permiso para ello.

– Hubo un Viernes Santo que llovía mucho y el cura, que se llamaba Ibon y era joven, decidió hacer una votación para subir a San Marcos o quedarnos en la ermita. Solo hubo uno que dijo que no (el cura) y los demás que sí. Finalmente se subió. Desde entonces la gente ya viene predispuesta, con un buen abrigo y botas, porque en caso de lluvia ya saben lo que hay. Algo parecido puede pasar esta mañana.

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– ¿Cómo ve el futuro?

– No tenemos ninguna previsión, pero si llega el momento de no hacer el Gurutze Bidea por falta de gente o alguna otra cuestión pues no se hará y ya está.

– ¿Y en la ermita qué realiza?

– Aquí hay misas cada domingo, a las 10.00 horas, menos en Semana Santa. Antes sí se hacía el Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo, pero ahora ya solo se hacen los domingos por la mañana. Vendrán alrededor de veinte personas cada domingo, pero depende también el día. Por ejemplo, el Domingo de Ramos hubo unas treinta personas. Hay picos.

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– ¿Y su tarea?

– Bueno, antes de nada he de decir que mi trabajo no es este. Pronto me jubilaré, pero lo de la ermita es una tarea asociada a la casa donde vivo, que está pegada. Yo aquí lo que hago es limpiar y cuidar la iglesia, ten en cuenta que es una iglesia brutalista (al igual que la de Iztieta) inaugurada en 1966 y de hormigón. Con las humedades poco a poco se va estropeando. También hago los encargos y desde la pandemia también canto los textos en las misas. A mí me piden todo lo que haga falta y tenga que ver con la iglesia.

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