Simone Gbagbo, el regreso de la primera dama
Perfil ·
La que fuera la mujer más poderosa y temida de Costa de Marfil aspira a ser la primera presidenta del país africanoP. Arrugaeta
Sábado, 4 de octubre 2025, 17:58
El retorno de una anciana millonaria a su localidad natal es el punto de partida de la obra más famosa del dramaturgo Friedrich Dürrenmatt. 'La ... visita de la vieja dama' es la historia de una venganza perpetrada por aquella mujer humillada por las fuerzas vivas del pueblo cuando era joven y pobre. Simone Gbagbo también ha vuelto. Ella, que fue arrestada en el búnker presidencial y el vídeo de su captura difundido en internet, encarcelada, juzgada y condenada a veinte años de prisión, y que, además, padeció el escarnio de compartir a su marido con otra mujer, ha regresado como la figura pública que fue y lo quiere todo.
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Su venganza es diferente. Ya no aspira a ser, de nuevo, la primera dama de Costa de Marfil. Ahora pretende convertirse en la presidenta y se postula como candidata del Movimiento de Generaciones Capaces. Un nombre muy acertado porque esta mujer está dispuesta, otra vez, a superarse a sí misma y a todas las adversidades.
La trayectoria personal es fascinante y se desenvuelve en paralelo a la evolución reciente del país africano. Gbagbo nació en el seno de una familia de dieciocho hijos hace 76 años, cuando el territorio era aún una colonia gala. Pronto demostró su talento y cursó la carrera de Literatura Moderna en la capital Abidjan con posgrados en Senegal y Francia.
La brillante estudiante escondía una faceta secreta y peligrosa. La joven era una activista en pro de los derechos sindicales, el socialismo y la democracia cuando gobernaba el dictador Félix Houphouet-Boigny, el padre de la patria. Tras convertirse en profesora de secundaria, prosiguió una labor clandestina que la llevaría a la cárcel, donde fue torturada.
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No cejó en sus intereses. Participó en la formación del Frente Popular Marfileño, iniciativa en la que colaboró con Laurent Gbagbo, otro militante en la lucha contra la dictadura. Su relación se convirtió en sentimental, y desde los años ochenta ambos han constituido un ambicioso tándem. Al principio eran los opositores objeto de la represión violenta del poder autoritario, entonces en manos del primer ministro Alassane Ouattara, el otro vértice del triángulo que ha dominado la historia del país y con el que han mantenido una pugna constante.
La suerte de la pareja cambió en 2000, cuando, por fin, se celebraron elecciones libres. La ya experimentada política enalteció a las masas en los mítines en pro de la candidatura presidencial de su marido. Él venció y la esposa inició una carrera propia que la llevó a ser diputada en la Asamblea Nacional y jefa de su grupo parlamentario. Había más.
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Pronto quedó de manifiesto que no se trataba de una primera dama al uso, sino que el mando ejecutivo estaba compartido por ambos. Simone también era llamada la Dama de Hierro e, incluso, la Dama de Sangre. Sus detractores le achacaban la dirección del lado tenebroso del FPI, formado por escuadras paramilitares como la de los Jóvenes Patriotas, empeñados en hostigar a sus enemigos. También se la relacionaba con su jefe de seguridad, el comandante Anselme Seka Yapo, al que se le atribuye la eliminación de una larga serie de rivales políticos.
Los Gbagbo se radicalizaron. El antiguo ideario progresista había dado paso a un espíritu furibundamente nacionalista contrario al ánimo neocolonialista del Elíseo, asentado en el sur predominantemente cristiano y receloso de las corrientes migratorias, formadas principalmente por musulmanes procedentes del vecino Sahel.
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El asunto resultaba peliagudo porque Costa de Marfil constituye la joya de la Corona africana de París. Esta república de África Occidental concita su máximo interés por sus grandes recursos naturales. Además de su importancia geoestratégica, se trata del máximo exportador de cacao del mundo y gran proveedor de café. El periodista francocanadiense Guy André Kieffer desapareció cuando investigaba un caso de corrupción vinculado a este comercio. Al parecer, se había citado con un cuñado de Simone y nunca más se supo de él.
La situación se desmandó tras las elecciones presidenciales de 2010 en la que el matrimonio se enfrentó a Ouattara, su eterno rival. El Comité Electoral proclamó la victoria del enemigo en segunda ronda, pero el Constitucional lo desautorizó y la crisis política derivó en guerra civil. Más de 3.000 personas murieron en enfrentamientos y masacres, y medio millón resultó desplazado. Francia no se anduvo con miramientos y envió tropas para desalojar al matrimonio del búnker en el que se había pertrechado.
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Las elecciones del día 25
El oprobio no tuvo medida. El expresidente fue extraditado al Tribunal Penal Internacional de La Haya y Simone, aunque también fue reclamada, resultó juzgada en Abidyán, la capital marfileña. Tras ocho años en una celda, el primero fue declarado inocente de la comisión de crímenes de lesa humanidad. Ella, en cambio, fue condenada en 2015 a 20 años de prisión por atentar contra la seguridad del Estado. Tres años después, se beneficiaba de una amnistía de Ouattara, ya presidente, medida tomada en pro de la reconciliación nacional.
La libertad fue el primer paso para que la ex reclusa se recuperara cual ave fénix y decidiera emprender un nuevo camino sin lastres maritales. En 2022 fundó su propio partido, el citado Movimiento de las Generaciones Capaces, y anunció su deseo de regresar a la escena política. Un año después se firmó el divorcio de Laurent, que había contraído otro matrimonio con Nadiana Bamba, una experta en comunicaciones, por cierto rito indígena.
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Costa de Marfil acude a las urnas el próximo día 25. El país experimentaría un vuelco político sorprendente si la candidata triunfara. También es cierto que las circunstancias le son negativas. Ouattara, que ha demostrado un perfil autoritario similar al de quienes le precedieron, no parece dispuesto a dejar las riendas de un país que recibe cuantiosas inversiones y ha hallado ricos yacimientos submarinos de petróleo y gas natural. Estados Unidos y Francia tampoco parecen dispuestos a prescindir de uno de los últimos aliados en la región. De todas maneras, pese a los obstáculos, Simone, la incombustible, sigue adelante. Por fin, ha dejado el segundo plano y espera su turno como protagonista absoluta.
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