Iñaki junto a sus hijos en el sótano de casa.
Guerra Rusia - Ucrania

«A los niños les cambia la cara cuando oyen los disparos de ametralladora o tanques»

Un lasartearra y su familia asediados en Ucrania ·

El guipuzcoano Iñaki Rodríguez resiste con su familia en Nueva Odessa. «Los militares agradecen que les demos sopa caliente porque solo comen bollos con carne fríos», cuenta

Ane Urdangarin

San Sebastián

Jueves, 10 de marzo 2022, 20:07

El horror y la sinrazón de la guerra siguen marcando el día a día del lasartearra Iñaki Rodríguez Jáuregui y su familia. Otro día más ... resisten en Nueva Odessa, municipio en el que el sonido de los disparos no se ha silenciado desde hace más de un día. «Se oyen al otro lado del pueblo», comenta desde su casa, a la que han vuelto tras pasar las dos últimas noches refugiados en un sótano y en la vivienda de un familiar.

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Rodríguez, su mujer Ana y sus cinco hijos, de entre 18 y 5 años, llevan casi una década residiendo en este municipio tomado por militares ucranianos. «Han montado su cuartel general en un antiguo molino que no funciona. Están trayendo más ametralladoras, más material semipesado para frenar a lo rusos», cuenta por correo electrónico, ya que la comunicación telefónica es muy difícil.

Por lo que les han contado, cada vez hay más combatientes rusos en los pueblos de alrededor. Entre los militares ucranianos, con los que los vecinos están entablando relación, «hay pocos profesionales. Hay hombres de la resistencia, gente de los pueblos», añade. La rutina de este municipio en medio de la guerra se está habituando a la presencia diaria de miembros de la Policía Militar Nacional que llegan para abastecer tanto de munición como de comida.

«A los militares les traen alimentos de aquí, principalmente bollos con carne fríos o carne enlatada. Nosotros en casa hacemos sopa y tés y se lo ofrecemos, lo cual agradecen mucho porque hace hace mucho frío. Luego nos devuelven las cazuelas y ellos dan bollos a los niños», explica el guipuzcoano, apesadumbrado por las últimas noticias que les han llegado: «Han herido a dos militares, de momento no sabemos mucho más».

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Iñaki ha recibido precisamente este jueves la llamada de la Autoridad Militar Ucraniana «preocupándose por nuestra situación. Nos han recomendado que nos intentemos mover». Como el lasartearra es diabético y hace días se le acabaron las pastillas para mantener la glucosa a raya, «me han dicho que intentarán conseguirlas y enviármelas con la policía militar».

«Cada vez hay más armamento pesado» en el municipio, relata el guipuzcoano de 56 años, quien cuenta que apenas consiguen descansar. «Dormimos a ratos, te despiertas...». A pesar de lo terrible de la situación, dice que sus hijos «están bien, teniendo en cuenta lo que está pasando», aunque «cuando oyen los disparos de las ametralladoras y los tanques se les cambia la cara».

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Las informaciones que reciben sobre la contienda no invitan, precisamente, a mantener la calma. «Nos ha contado que un autobús que partió escapando del asedio a Nikolaev hacia aquí fue obligado a abandonar la carretera y a meterse por caminos rurales donde estaban las fuerzas rusas. Reventaron el vehículo y las dejaron tiradas no sin antes sufrir vejaciones y amenazas», cuenta. «Cada vez tenemos menos ánimo, solo nos queda rezar».

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