Un reto que no debe ser una barrera, sino una oportunidad
San Sebastián Moda Festival analiza el nuevo código de sostenibilidad, un desafío aún mayor para las pequeñas y medianas empresas
I. Belastegui
SAN SEBASTIÁN.
Sábado, 26 de octubre 2024, 02:00
GK Green Fashion, el pionero clúster de moda sostenible, volvió a recordarnos el jueves la importancia del respeto al medioambiente en la industria textil. Lo hizo con una jornada titulada 'Green fashion code: normativa, circularidad y nuevos materiales' en la que a la ponencia inaugural le siguieron cuatro interesantes mesas de diálogo moderadas por la directora del festival, Laura Chamorro.
José Ignacio Asensio, diputado foral de Sostenibilidad, fue el encargado de la apertura. Explicó que la industria de la moda se enfrenta a un exigente reto, que «no debe ser una barrera, sino una oportunidad». Asensio destacó que, en Gipuzkoa, «no partimos de cero. Somos ejemplares y llevamos ventaja a otros territorios». Consciente de que queda un camino largo, mostró el compromiso de su departamento con los diseñadores de Gipuzkoa y, además de enumerar una serie de medidas, señaló algunos objetivos antes de recalcar uno de ellos: «Que la segunda mano sea la primera opción para los jóvenes».
La importancia de la pyme
Asensio destacó que, en Gipuzkoa, «no partimos de cero» en la adaptación a la nueva normativa: «Somos ejemplares y llevamos ventaja a otros territorios»
Tras la intervención del diputado, llegó el turno de Elke Timermman, cofundadora de la European Fashion Alliance. La EFA pretende ser «una voz fuerte que acelere la moda de la industria hacia un futuro más creativo e innovador, pero sobre todo sostenible» con 25 miembros de 21 países que representan a más de 10.000 empresas. Timermman puso el foco en las pymes («El 99 % del tejido empresarial europeo del sector») y señaló que «casi todas las que invierten en sostenibilidad mejoran». Pidió a Europa que «establezca objetivos realistas» y reconoció que «queda mucho por hacer. Muchas empresas quieren aprender y tener herramientas, pero faltan destrezas y competencias en sostenibilidad. Deseos no faltan, pero capacidades, sí».
La primera mesa redonda llegó de la mano de Ana Anfruns (Move! Moda en Movimiento), Luis Barros Presedo (FNO Project) y Esther Bermejo (UNE, Asociación Española de Normalización). La temática fue 'Regulación y normativa sostenible. Europa vs Asia'.
Hubo todo tipo de puntos de vista. Barros Presedo señaló que «a las pymes les desborda tanta información» y les animó «a buscar recursos y adherirse a asociaciones». «Debemos informar y formar», afirmó para referirse también a los socios asiáticos. Bermejo quiso discernir entre normativa y normalización, y señaló que cuentan con un catálogo de 37.000 normas de aplicación voluntaria. Ella es «optimista» y recalcó que «es importante participar desde el principio, desde el desarrollo de las normas para tener voz y voto». Anfruns valoró que «no hay ninguna región como la Unión Europea, con una estrategia en sostenibilidad tan ambiciosa» y reconoció que «puede ser abrumador, pero debemos darle importancia».
Una charla internacional
La segunda mesa fue muy internacional. Trató sobre textiles sostenibles 360º y contó con Mariska Boer (EuRIC Textiles, quien vino desde Bruselas), Thami Schweich-ler (United Repair Centre, desde Ámsterdam) y Pedro Andrés Oliver (TEXLIMCA, llegado desde Valencia). Mariska Boer presentó EuRIC Textiles, «una asociación de asociaciones y la voz del reciclaje en Europa». Su ambición es «en ocho años, y lo prometo, que todos los textiles que se vendan en Europa sean reciclables, reparables, duraderos... Es un tsunami que no sabemos cómo afectará a las industrias en esta gran crisis que estamos viviendo en 2024».
Oliver destacó que «el textil debe recolectarse seco, limpio y sin olores para poder ser reutilizado, pero debe ser bueno. Si no, no le podemos dar una segunda vida», matizó antes de señalar que esa bajada de calidad ha supuesto un retroceso en la reutilización. «Queremos ser sostenibles, pero luego no queremos gastar en esas prendas recicladas», lamentó. A los más jóvenes presentes en DV Gunea les dijo que «tenéis un gran futuro si hacéis las cosas bien. Hoy plantamos la semilla para un bosque que se verá después».
Thami Schweichler cree que el reto de la industria del reciclaje es el poder atraer la innovación. Considera que «se está reinventando la forma de comercializar la moda» y enfatizó en que «merece la pena cuidar las prendas buenas». Dejó un mensaje: «Nuestras acciones cambiarán el mundo».
La 'Moda circular avanzada' fue la temática del tercer coloquio, con María Cano (Canussa Lab), Adele Orcajada (Material Driven) y Ana María Posada (Pyratex). Orcajada expuso la perspectiva más optimista: «Hay que soñar en grande. Debemos reestructurar el mercado y abordar los obstáculos desde la creatividad y la ciencia para ver la magia». Posada señaló el reto que supone «convencer a las marcas de subirse a este tren, aunque exista esa demanda» y dijo que «los nuevos materiales son un reto en escalabilidad, porque las grandes marcas deben estar dispuestas a invertir en ello. Hoy contamos con productos más asequibles y a marcas dispuestas a un volumen mayor».
Cano dejó varios mensajes, como que «sin calidad no habrá segunda mano» o que «la valorización es que haya un consumidor dispuesto a pagar por ella. Si el coste que tiene valorizar es sostenible económicamente. La clave está ahí y, pese a que en España hay un nicho de consumidor responsable, no deja de ser un nicho».
Un proyecto local
La jornada llegó a su fin con la presentación de un proyecto guipuzcoano desarrollado en Cristóbal Balenciaga Museoa: 'SML (Sentsibilizatu / Mugitu / Loratu) Hezkun-tza programa'. Fueron Nagore Pecharromán (Cristóbal Balenciaga Museoa) y Lore Etxebarria (Asociación Cultural Ikertze) las responsables de hablar de un proyecto que empezó hace tres años.
Con SML se busca concienciar y educar a los futuros consumidores. Se hace con tres jornadas en las que se explica qué es la moda, cómo es su industria y se genera un espacio de debate en el propio centro de educación. Es una labor de concienciación real en jóvenes de catorce años, una generación que tiene la llave para cambiar ciertas prácticas incompatibles con la sostenibilidad.