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Gipuzkoa de Moda

Estíbaliz, la novia de la falda que se convirtió en vestido

Esta vasca abogó por la practicidad de un look nupcial desmontable que se adaptaba a los distintos momentos de la celebración

MARÍA CALVO

Jueves, 25 de marzo 2021, 15:07

Cada vez son más mujeres las que deciden llevar más de un vestido en el día de su boda. Normalmente, el look que se utiliza en la ceremonia tiende a ser más clásico que el utilizado en el banquete o en la fiesta posterior, donde se dejan atrás las colas y los velos y se impone la comodidad. Muchos diseñadores se han dado cuenta de esta realidad y han ideado sus propios recursos para sacar partido a un mismo diseño que pueda evolucionar a lo largo de la celebración para adaptarse a los distintos momentos de la velada. La moda de los vestidos desmontables es un hecho y ya son muchas las mujeres que han optado por ellos en su día más especial, desde la 'influencer' Chiara Ferragni a la bilbaína Laura Vecino, que se despojó de su imponente falda de Giambattista Valli después de caminar hacia el altar, mostrando finalmente el vestido entallado que llevaban por debajo. Ahora es otra vizcaína quien toma el relevo a la aristócrata gracias a uno de los looks nupciales más llamativos de los últimos tiempos.

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Estibaliz tenía claro que quería respetar su estilo y sentirse cómoda en el día de su boda con Endika. Estaba abierta a diferentes opciones que Paredero Quirós supo materializar en una espectacular falda. «Natalia enseguida supo entenderme y rápidamente llegamos a una conclusión. Solo me enseñó una inspiración de cómo iba a ser y ya me había enamorado», nos cuenta la novia. No hicieron falta demasiadas pruebas, aunque cada una «era una bomba de emociones». «Ir a su atelier me ilusionaba mucho y lo vivimos con mucha intensidad. Estaba muy cómoda allí», recuerda. El resultado fue una falda en organza de seda bordada, que aportaba volumen y cola al diseño, con volantes al bies, a la que incorporaron unos botones-joya con afán de protagonismo, capaces de dar un giro de 180º a cualquier look nupcial. «Los conseguimos en anticuarios, desmontados de piezas antiguas», nos confirma Natalia, de Paredero Quirós. Salirse de la norma y de la rigidez de un vestido liso está a la orden del día y firmas como éstas consiguen hacer de los pequeños detalles la clave de su éxito. En concreto, en estos botones se alternaban estrellas doradas y flores de perlas sobre un fondo negro, aportando esa interesante pincelada de color a la que tantas novias se han sumado en los últimos años.

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Estíbaliz y Endika, que llevó un traje a medida de Scalpers, se casaron el 31 de agosto de 2019, poniendo el broche de oro a un verano idílico en el que aún no se podía intuir todo lo que meses más tarde iba a suceder. Sin embargo, por aquel entonces, el rumbo de las bodas ya estaba cambiando, algo que se ha consolidado en tiempos de pandemia. Cada vez son más los jóvenes que buscan un enlace sencillo, en espacios abiertos y con la naturaleza como protagonista. Por eso, esta pareja de vizcaínos eligió Caserío Olagorta como el marco perfecto para su enlace. «La ceremonia fue muy natural y emotiva, al aire libre, en un entorno bonito y agradable en el que nos sentimos a gusto. No queríamos formalismos ni nada muy largo. Creo que fue perfecto», asegura la novia. La música en directo de Naiz Sound creó el ambiente acogedor que envolvió a la novia en su entrada a la ceremonia. «Vi a Endika de fondo, nervioso y emocionado, y nos dimos cuenta de que por fin ese día era real», recuerda.

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Sujetaba su ramo de rosas pitiminí blancas con un lazo negro, que se mimetizaban con el conjunto de Paredero Quirós. Lo elaboró Flores Elorz, al igual que toda la decoración floral. No llevó velo ni tocado, y tampoco siguió la tradición del 'algo nuevo, algo prestado y algo azul'. Lo que sí utilizó fueron unos bonitos pendientes dorados de Olvido Madrid, que se dejaban ver gracias al recogido con ondas que le hizo June, de Chic Bilbao. Del maquillaje con acabado natural se encargó una de sus mejores amigas, Cristina López, de Pincel y Sombra. Y gracias a otras amigas, las de la Universidad, pasó toda la velada sobre unos tacones de Jimmy Choo que compró durante una de sus despedidas de soltera. «Fue muy bonito compartir ese momento con ellas», explica.

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Segunda parte, segundo look

La celebración continuó en Caserío Olagorta, un lugar recomendado por Tania e Inés, las 'wedding planner' de Marketing For Lemons, en quienes delegaron los preparativos y los contratiempos que pudieran surgir. «Fue nuestra mejor elección. En la primera charla ya encajamos a la perfección. Entendieron lo que queríamos, supieron guiarnos, apoyarnos y hacernos el camino muy fácil», explica Estíbaliz. Este tándem bilbaíno organizó una boda que, sin duda, superó las expectativas de la pareja. «Queríamos algo diferente, no nos importaba arriesgar».

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Tras el banquete, Estibaliz se despojó de su falda con cola, dando el pistoletazo de salida a la fiesta. Lejos de lo que muchos podrían pensar a primera vista, por debajo no llevaba un top, sino un vestido de novia largo, realizado en crepé de seda entretelado con punto. «De esta forma conseguíamos resaltar su figura y transformar la textura del crepé, consiguiendo que estuviese perfecto durante todo el día», nos cuenta la diseñadora. Además, tenia una abertura central en la falda, manga francesa, hombros ligeramente pronunciados y escote en la espalda. Un diseño mucho más cómodo y efectivo para «poder bailar y saltar sin ningún impedimento», como deseaba Estíbaliz. También cambió sus pendientes por unos aros de perlas australianas, un regalo de su madre que daba fuerza a este sencillo diseño.

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Las 'wedding planner' convirtieron Olagorta en una de esas discotecas que ahora muchos añoran. «Nos volvimos locos con la fiesta», reconoce Estíbaliz. Hubo un escenario para el Dj, luces de colores, robots, un megatrón y fuegos artificiales. «El momento que ninguno de los dos olvidaremos fue cuando subimos al escenario con las pistolas de humo. Sonó la música idónea para que, en el 'subidón' de la canción, disparáramos. Veíamos a todo el mundo eufórico en la pista, disfrutando y pasándoselo bien», recuerda la pareja, que este año cumple su décimo aniversario juntos. Y es que, con su boda cerraron un círculo perfecto que comenzó en otra fiesta, en la universitaria de la Escuela Náutica de Portugalete, donde se conocieron. Desde entonces, y como en los mejores cuentos, nunca se han vuelto a separar.

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