«Volar desde casa es muy cómodo»
Pasajeros a bordo ·
El aeropuerto de Hondarribia acoge a sus primeros viajeros de la era post-Covid, con un vuelo vespertino con origen y destino Madrid y en unas instalaciones abiertas a mediasPasar unas horas en un aeropuerto da pie a contar todo tipo de historias. Desde las más sentimentales hasta las más cómicas. Abrazos eternos para ... despedirse y también tras reencontrarse... Lágrimas, risas... Después de tres meses cerrado -salvo excepciones-, el aeródromo de Hondarribia ha vuelto a acoger a pasajeros, con sus historias a cuestas. A las 17.55 horas de ayer despegó desde su pista el primer vuelo comercial de la era post-Covid, y lo hizo con 31 personas a bordo. El destino: Madrid, donde vive la novia del joven Mikel Andrade. Este hondarribitarra, con la tarjeta de embarque en la mano desde una hora antes del despegue, aguardaba «con muchas ganas» el momento de volver a verla.
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La última vez que estuvieron juntos fue «antes del confinamiento». Ambos cumplieron años durante el encierro y quieren celebrarlo juntos. La idea de Mikel era haber viajado antes a tierras madrileñas. Ya tenía el billete comprado, pero entonces se decretó el estado de alarma y cancelaron todos los vuelos. «He aprovechado que había huecos libre en el primer avión para ir cuanto antes», explicaba mientras se despedía de sus padres, que le acompañaron al aeropuerto al tratarse de la primera vez que se montaba en una aeronave. Pero ni su madre ni su padre pudieron quedarse mucho tiempo en el interior de las instalaciones.
Debido a la pandemia, el acceso de los familiares al aeropuerto no está permitido. Solo puede acceder el viajero. Si quieren esperar juntos, deben hacerlo en el exterior. La cafetería está fuera de servicio y, además, llevar la mascarilla es obligatorio y el edificio está repleto de pegatinas que avisan dónde puede uno colocarse y dónde no para mantener la distancia de seguridad.
Apertura del aeropuerto de Hondarribia
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31 personas volaron en el avión que salió a las 17.55 horas de Hondarribia
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60 personas aterrizaron a las 17.25 horas. Es decir, el avión iba casi completo.
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Acompañantes: no pueden estar dentro de las instalaciones, solo en el exterior.
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Servicios: La cafetería está cerrada.
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Medidas: La distancia de seguridad y las mascarillas, obligatorias.
Este tipo de medidas «tranquilizan» a los pasajeros. Así lo piensan al menos Nora Sáez y su hija, Julene Navio, de San Sebastián. Ambas volaron a Madrid «sin apenas preocupación. Mientras todos respetemos las normas no tiene por qué pasar nada», reflexionaban mientras se lavaban las manos con gel hidroalcohólico. Como cada año, Julene va a pasar el mes de julio con su padre, que vive allí. Nora le acompaña y en cuatro días se vuelve de nuevo en avión. «Se agradece que hayan reabierto Hondarribia y poder volar desde tan cerca de casa». Además, «no es lo mismo llegar aquí que tener que aterrizar en otro aeropuerto más lejano».
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Lo mismo opinaba la errenteriarra Paula González, que ya estará disfrutando de las vacaciones de verano en casa de una amiga que vive en la capital. Después, se van juntas a Alicante, «pero en coche, aunque no tengo miedo de subirme a un avión por el coronavirus». Desde la compañía, matizaba, «nos mandaron un mensaje para recordarnos que el uso de la mascarilla era obligatorio durante todo el vuelo». Ayer todos la llevaban en el aeropuerto guipuzcoano.
«Volar desde casa es muy cómodo», coinciden los pasajeros, pero también lo es llegar a casa. Y si no que se lo pregunten a los 60 pasajeros que ayer aterrizaron en el aeropuerto de San Sebastián a las 17.25 horas. Entre ellos se encontraba Chema García. Natural de México, el confinamiento le cogió por sorpresa en su país. Tenía el vuelo de regreso a Hondarribia, donde reside, en mayo, pero se canceló, «y así varias veces más. Era imposible reservar un billete sin que unos días después te lo anularan».
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México-Madrid-Hondarribia
Por fin, tras conseguir el permiso de vuelta -por vivir en Europa-, el pasado 28 de junio aterrizó en Madrid. «No me lo creía», afirmaba ayer nada mas pasar la puerta de llegadas del aeródromo hondarribitarra. «En Madrid tuve que estar un par de días, porque aún no se podía volar aquí. Ha sido todo una odisea, pero ya voy a poder descansar tranquilo en mi casa, Estoy deseándolo», narraba sin quitarse el protector respiratorio y con unos guantes de látex puestos. «Así me acuerdo de no tocarme la cara, que a veces se me olvida. Y en los aviones, donde no se mantiene la distancia de seguridad entre asientos, es importante tener cuidado», recordaba.
Patricia Martínez voló en el mismo avión que Chema, aunque por motivos muy diferentes. Ella estudió en San Sebastián, pero es madrileña. Su hermana, que vive en Hendaia, acaba de ser madre, «así que tenía que venir a conocer al recién nacido y a verle a ella. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvimos juntas». Aunque durante el vuelo pasó «un poco de apuro» por el tema del covid, en cuanto aterrizó se le pasó. Ya solo contaba los segundos que le quedaban para conocer a su «sobri».
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La mayoría de quienes pasaron ayer por el aeropuerto de Hondarribia lo hicieron para reencontrarse con algún ser querido. Este es también el caso del navarro Rolando Coro. Hace tiempo que vive en Madrid, pero su familia continúa residiendo en Lesaka. Ha pasado ya más de cuatro meses desde la última visita, allá por febrero, por lo que no dudó en subirse al primer avión destino Gipuzkoa. «Es el aeropuerto más cercano a casa, por lo que me compensa volar aquí. Pese a ser el primer día no se ha visto mucha gente. Ha ido todo genial».
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