Violencia machista

12 vidas guipuzcoanas truncadas

La última mujer del territorio asesinada por su pareja fue Marian Ibarlucea el año pasado. Era arrasatearra, pero vivía en Gran Canaria

Macarena Tejada

San Sebastián

Jueves, 25 de noviembre 2021, 06:36

Marian Ibarlucea, Rakel López y su hijo Markel, Ángeles Caridad, el joven Julen Serrano, Charo Román, la pequeña Aicha Saida, Yasmín Rodríguez, Clara Rangel, Nagore ... Laffage y Belén Muro y su hija Irati. Doce nombres. Doce personas, con sus historias y sus familias, a las que un día su compañero sentimental, expareja o padre decidió quitarles la vida, sus sueños y su futuro. Convirtiéndoles en víctimas de la peor de las versiones de la violencia machista en Gipuzkoa, que recuerda a las víctimas en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, con una manifestación que teñirá la capital guipuzcoana de morado en su honor y para terminar con esta violencia a partir de las 19.30 horas desde el Boulevard donostiarra.

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Desde que en 2004 se aprobara la ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, ocho mujeres y tres menores guipuzcoanos han sido asesinados. La arrasatearra Marian Ibarlucea, que residía desde hacía tiempo en Gran Canaria, fue la ultima en sumarse a esta trágica lista el 26 de diciembre de 2020. Su pareja quemó el cadáver durante horas y luego lo enterró. Los restos del cuerpo de la mujer desaparecida en el municipio de Gáldar, en Gran Canaria, fueron hallados tras los datos dados por el hombre, que admitió su culpa, según confirmó en su momento el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

La eibarresa Rakel López y su hijo Markel corrieron la misma suerte el 2 de mayo de 2017. Fueron asesinados por el compañero sentimental de ella, que les asestó decenas de puñaladas en la casa que compartían en la localidad madrileña de Alcobendas. Primero a ella, en el cuarto de baño, y luego al pequeño, hijo de la anterior pareja de la Rakel. Ángeles Caridad también murió acuchillada por su novio en su piso de Tolosa en 2012, si bien en este caso su hijo se encontraba con su padre. Charo Román, en cambio, fue asesinada en presencia de su hija en Hernani. El 3 de julio de 2011 su exnovio le propinó seis cuchilladas, una de las cuales le alcanzó el corazón, que le produjeron la muerte.

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También en octubre de 2011, la sociedad guipuzcoana despertó conmocionada tras conocer que una niña de dieciocho meses moría ahogada en la playa de Zarautz. Más tarde se supo que su padre la había arrojado al mar en un acto de venganza por las diferencias que mantenía con la madre de la víctima, expareja del acusado. El padre fue finalmente condenado a 21 años de prisión después de que un jurado le declarase culpable de asesinato. El 1 de diciembre de ese mismo año, la muerte de Julen Serrano, de 13 años, a manos de su padre volvió a poner de luto al territorio. Julen fue hallado sin vida en una vivienda del barrio de Ondarreta de Donostia en la que la familia había residido. El inmueble permanecía vacío desde que los progenitores iniciasen unas semanas antes el proceso de divorcio. Concluyeron que el acusado acabó con la vida de su hijo en venganza hacia la madre por su deseo de poner fin a la relación.

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Dos años antes, en Irun, Yasmín Rodríguez fue asesinada por su marido, que le clavó un cuchillo en el cuello. El jurado concluyó que la mujer venía siendo objeto de un continuo acoso por parte del procesado. Víctima y agresor, ambos de nacionalidad colombiana, habían contraído matrimonio en 2003, si bien cuatro años más tarde se separaron. La ruptura hizo que Yasmín, junto a su hija Angie, de 18 años, fruto de una relación anterior, se fuera a vivir a casa de una hermana suya que residía también en Irun. En los últimos meses, sin embargo, la pareja había retomado la relación.

Clara Rangel, de nacionalidad venezolana, es otra de las víctimas machistas de Gipuzkoa. El 29 de diciembre de 2008 su marido le asesinó en su piso de Errenteria, en presencia de dos de sus hijos pequeños -tenía tres-. Tras una discusión, el hombre cogió un cuchillo de veinte centímetros de hoja y se lo clavó a su mujer en el cuello, la espalda y en la axila. Unos meses antes, esos sanfermines, un compañero de trabajo mató a golpes a la irundarra Nagore Laffage, de 20 años, por negarse a mantener relaciones sexuales con él. Otro de los crímenes que marcó la historia de Gipuzkoa.

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Hay que remontarse a 2004 para recordar el asesinato de Belén Muro y su hija Irati en Hendaia. Fue meses antes de que el Estado aprobara la ley contra la violencia de género. Su marido les estranguló a las dos el 14 de febrero de 2004 en su domicilio.

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