«Fuego al machismo moderno», nótese lo de «moderno», es un nuevo libro, una guía para responder a «las feministas siempre estáis enfadadas / odiáis a ... los hombres», al «not all men» y al «ahora tendremos que firmar un contrato para follar», pero además con argumentos distintos si estamos ante una amiga despistada, un chaval perdido, un «aliado» o un señor turbio misógino. Todos los consejos para callar bocas a cargo de Julia Salander.
Y va y me encuentro con una promoción en estas páginas bajo el lema ¿Qué te parece si cambiamos las sartenes? y me digo que qué bien que el cacharrerío de cocina sea cosa de dos pero me flagelo porque intuyo que la pregunta la hace ella. Me autocalifico con un 3 en el machistómetro, o sea de intensidad leve.
De la sartén a la tortilla, que gran enlace por mi parte. Leo una información sobre cómo la polarización en la sociedad está llegando a temas cotidianos, incluso de ocio (bronca entre los seguidores de programas de la tele que usted sabe) y que la brecha se detecta también en las tortillas. Fuentes informadas aseguran que los resultados de una encuesta del CIS de 2024 arroja resultados enigmáticos: los votantes de Bildu se inclinan por la tortilla con cebolla (el 91,3%) mientras que los de PNV solo un 57,3%. Me gusta con y sin, no quiero que esta columna sea otro signo de polarización.
Y contribuyo a ello aportando, como el libro feminista arriba mencionado, un argumento clave: la tortilla, sea como sea, pero jugosa.
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