Un testigo vio al acusado dar una «última patada» a Santi en la cabeza que «rebotó contra la pared»

Este joven, que tenía amigos comunes con el procesado, y todos ellos se juntaron aquella madrugada del 26 de abril de 2019 en una discoteca junto al ayuntamiento de Donostia, ha asegurado que tras presenciar «la patada», se acercó a Santi para comprobar si su corazón latía, pero «no noté pulso». A su lado, Iker Coca «intentaba despertarle» a su hermano Santi en el suelo. «Fue un shock», ha insistido.

El testigo dice que llamó a una ambulancia y se fue a casa y no fue hasta la mañana siguiente, cuando «una amiga me llamó para decirme que Santi Coca estaba en muerte cerebral. Inmediatamente avisé a la Policía para que se supiera la verdad». Según este testimonio, el origen de la agresión fue el robo del paquete de tabaco por parte de uno de los allegados del procesado, lo que propició una breve discusión. Según él, Santi fue «el primero» en agredir, con «un puñetazo» en la mandíbula del agresor, que respondió con otro golpe similar. A continuación, según él, el inculpado «enganchó» a Santi, que tropezó y se cayó. Ha asegurado que no hubo más golpes: «un puñetazo y una patada» final. La fiscal le ha recordado que durante la instrucción afirmó que tras devolver el puñetazo, el procesado agarró a Santi «del cuello» con el brazo derecho y con el izquierdo le fue golpeando en la cabeza hasta que cayó. «Pues eso, le enganchó», ha respondido él, en referencia 'al argelino', que estaba «bastante alterado» y «se puso todo loco en respuesta al puñetazo de Santi».

El testimonio de este testigo difirió del ofrecido por el ertzaina que realizó las diligencias y por un amigo del hermano de Santi que vio. Ambos vieron a un grupo de «unas seis personas» dar patadas cuando el chico estaba en el suelo. «Como chutar a un balón», ha enfatizado el joven, que ha subrayado que lo que vio fue «una agresión a Santi, no una pelea entre dos grupos». Él fue quien llamó a una ambulancia, pero fue un amigo quien se puso al teléfono porque él «no podía hablar de la tensión».

«Eran seis personas corpulentas» las que pegaban a Santi, ha precisado el agente, para añadir que «con cualquiera de ellas hubiera tenido un problema Santi, así que con seis...». El ertzaina ha relatado que «el que pierde el control es Osama», en referencia al procesado.

En la cuarta sesión del juicio en la Sala Primera de la Audiencia de Gipuzkoa, también ha testificado uno de los dos ertzainas que los conocidos de Santi alertaron en los bajos del ayuntamiento. Este agente ha recordado que la mayoría de agresores se encontraba «en las inmediaciones», y «en actitud desafiante», lo que le lleva a pensar que «no eran conscientes de la gravedad de los hechos».

Uno de aquellos jóvenes se ha mostrado esta mañana esquivo y difuso a la hora de responder a las preguntas de la fiscal y el abogado de la acusación popular. En general, recordaba poco o nada porque habían pasado «cinco años» de los hechos, lo que ha enervado al letrado, quien le ha preguntado si había perdido los recuerdos en el último años, dado que en el primer juicio, hace un años, sí fue preciso. El abogado estudiará si el joven ha incurrido en falso testimonio.