«Solo pido que las víctimas tengamos un margen de credibilidad ante la justicia»
Miriam afirma que el proceso «no invita a que las mujeres denuncien a sus agresores»
A.S.J.
SAN SEBASTIÁN.
Domingo, 25 de noviembre 2018, 08:58
«El trato que recibí no creo que fuera el adecuado, fue muy frío, sentía sus miradas juzgándome en todo momento». Así recuerda Miriam su experiencia ante la justicia y también con los agentes de la Ertzaintza que llegaron a su casa el día que llamó al servicio de emergencia porque temía por su seguridad y la de su hija. «Qué poco tacto. No me sentí ni protegida ni ayudada», afirma. Leire Veramendi, que trata casos de violencia de género a diario, asegura que «existe una falta de sensibilización muy grande de todos los agentes que intervienen en el proceso de atención a las víctimas». La psicóloga asevera que este «ni ayuda ni invita a las mujeres a denunciar a sus agresores».
Esta misma semana juristas, personal sanitario, policías y víctimas han reflexionado en el primer foro judicial organizado por EL DIARIO VASCO sobre la necesidad de mejorar la respuesta a las víctimas de maltrato. Una jornada en la que se reconoció que falta «coordinación» y «sensibilidad» al abordar los casos, y en la que se abogó por realizar cambios para procurar una asistencia eficaz que destierre «la desconfianza» y el «desamparo» que dicen sentir muchas damnificadas.
El primer obstáculo al que se enfrentan, asegura Veramendi, es el de «convencer a sus abogados de que su historia es cierta para que estos les defiendan como se merecen». Una vez superado ese escollo, «la primera pregunta que les hacen cuando declaran es si están convencidas de lo que dicen haber vivido. Es un constante cuestionamiento de su sufrimiento, y eso es muy duro para ellas».
«Solo pido que las mujeres tengamos un margen de credibilidad, porque por defecto se piensan que estamos mintiendo», denuncia Miriam, quien advierte asimismo de las diferencias en el tratamiento entre la denunciante y el denunciado. «Tú tienes que exponerte a un interrogatorio muy duro, con preguntas muy dolorosas, mientras que el hombre apenas tiene que aportar pruebas ni demostrar su inocencia. A mí me tuvieron casi una hora declarando, y a mi expareja apenas cinco minutos».
Ambas coinciden en que se está transmitiendo un mensaje «contradictorio» a la sociedad. «No hacemos más que escuchar que se denuncien los casos, que las mujeres no se queden calladas, pero luego la respuesta no está a la altura, y eso hace un flaco favor a las víctimas, y muchas se echan para atrás», señala Veramendi. Porque el proceso, afirma Miriam, es muy duro. «Estoy harta de que se engañe a las mujeres. Algunas chicas que me conocen y que están pasando por lo mismo que yo han acudido a mí a pedirme consejo, y yo les animo a que denuncien, porque es lo que hay que hacer, pero también les advierto de que se tienen que preparar mentalmente porque van a ser implacables con ellas», señala.
Un proceso largo
Otro de los problemas detectados en los casos de violencia de género es lo mucho que se alarga el proceso judicial. «Se dilatan mucho en el tiempo, y eso provoca que las víctimas no puedan empezar de nuevo con sus vidas, ya que tienen que estar continuamente reviviendo y verbalizando lo ocurrido», explica Veramendi. La psicóloga denuncia además la falta de penalización hacia los agresores. «¿Por qué una víctima tiene que ser privada de su libertad y vivir con escolta o con un coche patrulla delante de su casa y el maltratador puede campar a sus anchas sin ningún tipo de vigilancia? ¿Por qué no son ellos los que son vigilados para que no se acerquen a sus exparejas?».