El silencioso señor de Tolosaldea
Uzturre. Su enorme cruz blanca hace visible esta cima desde muchos puntos del valle papelero, aunque su cumbre se alza unos metros atrás
Una densa nube cubre el valle de Tolosaldea. A menudo, en los meses de otoño y primavera sobre todo, se repite la hermosa estampa en ... la que desaparece cualquier atisbo de civilización. Para disfrutar de ese inusual y efímero paisaje solo se debe acceder a cualquiera de la cimas situadas a lo largo del río Oria. Uno de sus guardianes, Uzturre, ofrece ese hermoso regalo muchos días del año. Un cielo azul sobre nuestras cabezas, a nuestros pies la masa de algodón blanco impoluto y las numerosas cimas y líneas de monte que rodean Tolosa. Hernio, Txindoki... Mientras todas ellas permanecen silenciosas la divinidad Eguzki, a media mañana, logra tener la fuerza necesaria para hace desaparecer la 'txapela' y con ella poco a poco, se retiran los genios y malos espíritus. A menudo, a lo largo de estos meses otoñales, Hegoi (el Dios del viento) se suma a esa tarea y le ayuda a limpiar la capa de la densa nube que cubre el valle papelero por excelencia de Gipuzkoa.
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Ajenos a todo ello, los habitantes de Tolosaldea continúan con sus ajetreadas jornadas laborales. Solo los más privilegiados aprovechan la oportunidad de subir a Uzturre y disfrutar desde su balconada de la maravillosa fotografía natural.
Uzturre, con sus 730 metros de altitud, no es una de las cumbres más elevadas de Gipuzkoa, pero sí goza de popularidad y fama entre los mendizales y senderistas. Es fácilmente localizable desde cualquier punto del valle gracias a su cruz.
Aunque el ascenso más habitual se realiza desde el convento de las monjas clarisas, el paseo desde Santa Lutzia es interesante
La efigie, situada a 660 m., fue levantada en 1927. Diversos sucesos rodean la historia de aquella primera cruz que midió 10 metros y medio de altura. Fue de las más altas por aquel entonces en los montes vascos. Sus constructores colocaron dos placas de mármol recordatorias en la cruz y unos versos del poeta ibartarra Emeterio Arrese. También se instaló la barandilla para proteger del precipicio y un buzón en la cumbre. Los datos de la época recuerdan que la inauguración tuvo lugar el 1 de mayo y los gastos ascendieron a 400 pesetas de aquel entonces (algo más de 4 euros actuales).
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Las crónicas históricas destacan que en febrero de 1942 y debido a unos fuertes vientos, la cruz se desplomó. Los ibartarras y tolosarras no desistieron en su empeño de situar una cruz en el lugar y al poco tiempo se construyó otra de más envergadura. Miembros del club Alpino Uzturre, particulares, etc. se encargan de mantenerla limpia y blanca.
La caída de la cruz no es el único suceso unido a este lugar. Junto a ella se pueden ver diferentes recuerdos en honor a seres queridos que se marcharon. A sus pies, una placa por Eduardo Enersen, hijo de un directivo industrial noruego afincado en Tolosa que falleció el 21 de enero del año 1928 a los 18 años de edad. Los periódicos de la época recogen que ese día se produjo un trágico suceso cuando el joven, acompañado por Manuel Tolosa y Fernando Lasurtegi, se propuso ascender la montaña por su flanco rocoso sin gran experiencia ni el equipo apropiado. En su intento, el joven se despeñó desde una altura de una veintena de metros y murió en el acto. El número de la revista 'Pyrenaica' de la época recogía el suceso con el propósito de «evitar muertes tan innecesarias como la ocurrida en Tolosa».
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Los datos
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Acceso Para llegar a Izaskun hay que abandonar la N-1 en la salida 436 y acceder al barrio de Santa Lutza, para seguir por la carretera GI-3421.
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Recorrido En torno a 10 kilómetro que podremos realizar desde Tolosa, en 1.40 horas y 1.50 desde el barrio de Santa Lutzia. 1 hora desde el parking del barrio de Izaskun.
La trágica noticia provocó gran consternación en la villa y las localidades cercanas, pero la afición para subir a este hermoso monte no desapareció. En mayor o menor medida, continuó y ha permanecido hasta nuestros días. De hecho, la tradición de acudir a esta cima queda más que patente en el buzón en recuerdo del tolosarra Ramón Ortiz y del donostiarra Patxi Berrio. Los dos escaladores perdieron la vida en el Naranjo de Bulnes el 29 enero de 1969. Aquel trágico día Ortiz y Berrio intentaron la primera ascensión invernal a la cara oeste del Naranjo, pero sucumbieron cuando estaban a punto de culminar la hazaña en la conocida cumbre de Picos de Europa.
Subida desde Santa Lutzia
El fácil acceso a la cima de Uzturre hace que cuente con numerosos adeptos que, llueva o haga sol, suben hasta ella a diario. A pesar de alzarse en tierras ibartarras la mayoría de sus visitantes se acercan desde Tolosa. Se trata de un paseo de unos 10 kilómetros que nos permite alcanzar el balcón de Tolosaldea y unos cientos de metros más adelante, encontrarnos su buzón y el punto geodésico que marca el punto más elevado de este monte (730 metros).
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Hasta hace unos pocos años, el camino a Uzturre por el barrio de Santa Lutzia no era conocido por muchos senderistas. Su señalización y la propuesta de dar a conocer a través de diversos paneles informativos parte de la historia tolosarra hizo que más de uno se acercara desde el lado Sur de Uzturre a ascenderlo. En esos paneles los visitantes pueden conocer la historia de la antigua Misericordia.
La primera cruz que se colocó en 1927 en la balconada de Uzturre era una de las más altas con sus 10 metros y medio
Sus ruinas permanecen junto al camino y en sus paneles, Rufina y Estanis, dos niños imaginarios que residían en la vieja misericordia, explican de manera resumida a los paseantes los tesoros del recuperado acceso desde el barrio tolosarra.
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A lo largo de la ruta, además de los restos del viejo hospital, se encuentran las viejas piedras de la torre de telégrafos. La historia del primero es apasionante y se explica con detalle, imágenes y planos en el panel ubicado junto a las ruinas de la clínica. Apenas han transcurrido dos siglos desde que se recogieran las primeras citas escritas de este sanatorio, donde también se acogía a niños huérfanos, como Rufina y Estanis.
En un documento del año 1868 en el que se recogen las funciones del edificio, se menciona la necesidad de hacer frente a las enfermedades de la época. Se atendía, sobre todo, a los pacientes con enfermedades pulmonares. La zona está repleta de terrazas totalmente llanas, que utilizaban como huertos para autoabastecerse y que ahora pueden intuirse por la cantidad de paredes de piedra que existen por el camino.
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En cuanto a las ruinas de la torre, hay que comenzar señalando que la línea telegráfica óptica entre Madrid e Irun se puso en marcha en las faldas de Uzturre el 5 de octubre de 1846. Hasta entonces, las noticias llegaban a galope, a la velocidad que los caballos eran capaces de llevar. Gracias a este nuevo sistema óptico, un mensaje enviado desde Madrid podía llegar en apenas dos horas a Irun.
Esta torreta pertenece a la 'Línea de Castilla', de la que había cincuenta y dos diseminadas por todo el territorio. En Gipuzkoa había diez, de las cuales quedan dos en ruinas y el resto desaparecidas. En Álava y Navarra había 8, una de ellas está en Ziordia y también hay otra en Altsasu. La existencia de una antigua torre de telégrafos en el camino de Uzturre es algo novedoso para muchos. Algunos lo conocían como castillo de Uzturre y hay quien hablaba de que hubo gente que lo habitó.
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Una buena excusa más para acercarse y conocer este bonito rincón de Tolosaldea y parte de su historia.
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