2030, objetivo para poner fin al VIH, la 'otra' epidemia que amenaza la salud pública

Para ello, estableció para el año 2020 la meta 90-90-90, esto es que el 90% de las personas con infección por el VIH conociera su diagnóstico, que el 90% de las personas diagnosticadas recibiera tratamiento, y que el 90% de las personas en tratamiento tuvieran una carga viral indetectable. Recientemente Onusida ha elevado esta meta al 95-95-95 para el año 2025.

En opinión de Antonio Arraiza, responsable de programas de Salud de la dirección general de Osakidetza y coordinar del Plan del Sida e Infecciones de Transmisión Sexual de Euskadi, la estrategia para conseguir este objetivo «debería ser la denominada 'prevención combinada'. Es decir, hay que ir combinando diferentes tipos de actuaciones, tanto biomédicas (preservativos, pruebas de diagnóstico, profilaxis pre y post exposición, programas de reducción de riesgos en inyectores de drogas...), como comportamentales (actuaciones preventivas, educación sexual, counselling..) y estructurales (medidas que favorezcan un entorno social favorecedor a la prevención y control de la infección)».

Gracias a los tratamientos antirretrovirales que se pusieron en práctica en 1996, el VIH se ha transformado en una infección crónica. «Las personas que viven con el virus tienen una buena calidad de vida, y su esperanza de vida es similar a la del resto de la población», aclara Arraiza. Estas personas con VIH, que son 1.660 en Gipuzkoa, deben tomar al día «una o dos pastillas por la mañana».

La investigación en nuevos tratamientos sin embargo «no cesa, aunque se ha llegado a un abanico de ellos que aportan eficacia y seguridad muy alta para casi todos los pacientes en un tratamiento que, no olvidemos, se debe tomar toda la vida. Los próximos tratamientos están enfocados fundamentalmente para pacientes multirresistentes», avanza.

A medio plazo, es probable que estas pastillas puedan ser sustituidas por inyecciones. «Se está trabajando en ello desde hace años y se esperan resultados para el año 2022, con inyecciones intramusculares cada mes o dos meses. A un futuro más largo se esperan poder distanciar más tiempo entre cada inyección, en la búsqueda de mayor comodidad y adherencia al tratamiento», dice el coordinador del Plan del Sida e Infecciones de Transmisión Sexual de Euskadi.