Seis de cada diez adolescentes vascos ejerce control sobre su pareja a través del móvil
Jóvenes y tecnologías. ·
Investigadores de EHU logran, con un programa de prevención de la ciberviolencia, que los alumnos sepan identificar «un problema extendido y naturalizado»El formato online ha ganado protagonismo entre los adolescentes y los fenómenos que se dan físicamente han mutado a la versión digital, incluido el de ... la violencia. Esa constatación llevó al equipo Psides de la Universidad del País Vasco a medir la ciberviolencia en Euskadi. Los resultados extraídos y la iniciativa posterior para incidir en la prevención, el programa CDA-Stop (Cyberdating Abuse Stop), fueron presentados ayer en los Cursos de Verano por parte María Dosil y Uxue Llano, investigadoras ambas de la facultad de Educación de Bilbao.
Su estudio cuantitativo, elaborado con 409 participantes de edades entre 12 y 17 años –con un 54% de chicos, un 45% de chicas y un 1% no binario– ha arrojado el dato de que al menos seis de cada diez adolescentes ejerce control sobre su pareja a través del móvil y las redes sociales. El 67,1% de los participantes que tenían o habían tenido pareja señalaron que, al menos una vez, habían ejercido ciberviolencia contra sus parejas. En el 64,4% de los casos, el tipo ejercido fue, precisamente, el de control. La ciberviolencia más directa fue ejercida por el 9,8%. En la dirección opuesta, los porcentajes son similares: el 63,3% señaló haber sido cibervictimizado en alguna ocasión, siendo de nuevo el control recibido la conducta que más sufren (61,5%).
María Dosil explica que «los resultados nos llevaron a detectar actitudes sexistas, mitos del amor romántico, dificultad en la capacidad de regulación emocional, más otras sintomatologías como la ansiedad. Vimos la necesidad de intervenir. Sobre todo el control resulta difícil de identificar. Muchas veces, lo unen a un amor romántico». Surgió así el programa de prevención de ciberviolencia en la pareja CDA-Stop.
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La investigación ha analizado los resultados en una serie de ítems –en la columna de la derecha– en un grupo de intervención antes y después de participar en esa formación, haciendo lo mismo con otro grupo que no ha recibido las doce sesiones de las que consta. La conclusión ha sido que quienes no han recibido esa especie de curso de concienciación han repetido los resultados mientras que quienes han pasado por las sesiones educativas de prevención han arrojado cifras algo superiores en sus acciones violentas. Los investigadores sostienen que esta variación «podría deberse a un efecto positivo a la hora de detectar comportamientos que pasaban desapercibidos o no se valoraban como violentos antes de la intervención».
Ejemplos para comprender
Según los investigadores, en la franja de edad analizada «nos encontramos ante un fenómeno de normalización de algunas de las manifestaciones de la ciberviolencia en la pareja, con conductas que, en opinión de esta población, demuestran confianza y son una señal de amor mutuo profesado».
María Dosil cuenta que «en una sesión del programa, los adolescentes se quedan sorprendidos cuando analizamos situaciones concretas. Por ejemplo, preguntamos: ¿Te imaginas a tu novio con unos prismáticos por la calle, viendo por dónde vas? Pues es como mirar las historias de Instagram. ¿Qué pasa si le das las llaves de tu casa? Pues es lo mismo que pasarle las contraseñas. Se dan cuenta de la gravedad en la vida offline, pero no tanto en la online. Ahí perdura una violencia justificada, normalizada. No pueden verlo. Lo tienen tan impregnado que les cuesta identificar el control».
Junto con el análisis cuantitativo, el estudio aborda otro cualitativo, con respuestas de los participantes en el programa. En las mismas, reconocen que el programa les ha permitido identificar mejor las formas de abuso online entre parejas, les ayuda a posicionarse frente a ese tipo de conductas y tomar una posición de upstander (de actuar frente a una situación de injusticia). El estudio recoge testimonios del tipo: «Sí, hay cosas que pensaba que antes igual no eran ciberviolencia y ahora sí que veo que son», o «yo creo que lo bueno es que al final, de alguna manera o de otra poníais ejemplos, y al final, que te digan y que te lo expliquen, dices: 'bueno, vale, entiendo, sé cómo afrontarlo'. Lo comprendes más y te pones en esa situación, yo creo». Cabe destacar que las personas participantes en el programa comentan como estrategia para hacer frente al conflicto 'cortar con la relación', fórmula menos dañina que no incrementa la tensión. En cuanto a las diferencias en prevalencia en función del sexo, en la muestra estudiada no se hallaron diferencias en cibervictimización o ciberviolencia ejercida entre chicos y chicas..
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