Recuerdos a través de las ventanas
Un año de pandemia ·
Encierro. Iba a durar dos semanas y terminaron siendo casi dos meses. Familias guipuzcoanas repasan aquel álbum. Tristeza y monotonía, locura en casas con niños, teletrabajo... Resistimos.Sábado 14 de marzo. La vida tal y como la conocíamos estaba a punto de desaparecer. Empezaba la cuenta atrás para vencer a un virus ... desconocido que nos encerró en casa y nos privó de cualquier contacto con el exterior. Teletrabajo, niños sin colegio, sin paseos ni celebraciones con amigos, y muchos mayores aislados en sus domicilios. Los aplausos de las ocho se convirtieron en un ritual cada tarde. El papel higiénico voló de los supermercados y la levadura se convirtió en objeto de deseo semanas más tarde. De las legumbres y el arroz se pasó a las cervezas y las aceitunas. Los bares se trasladaron a las terrazas, para los más afortunados. Otros se contentaban con el paseo hasta el contenedor para tirar la basura. Quienes tenían un perro eran envidiados por aquellos que ni de lejos se imaginan con una mascota, pero salir a pasear al can era todo un privilegio. Y como banda sonora, ese 'Resistiré', aunque la mayoría hubiera preferido cantar 'Libre' a pleno pulmón. Después de 99 días, llegó la fase 0, la casilla de salida de la 'nueva normalidad'.
Toñi Pavón | Jubilada
«Fue muy agobiante estar encerrada sin balcón»
Toñi Pavón resume los meses de confinamiento a base de valerianas. «Lo pasé mal, fue muy agobiante porque no teníamos balcón y dos meses sin salir de casa se hizo duro», rememora esta hernaniarra de 76 años, acostumbrada a darse largos paseos con su marido, Alberto. La televisión y el aplauso de las ocho fue su vía de escape, un oasis en la monotonía del confinamiento. «Nos enganchamos a un programa y nos pasábamos horas y horas viendo la tele», cuenta Toñi, que optó por el puro entretenimiento antes que vivir pendiente de la curva del coronavirus en los informativos. «Fueron meses muy largos. Además nos confinamos una semana antes porque veíamos que la cosa se estaba poniendo fea y dejamos de salir de casa, mira qué suerte», dice con sorna. Recuerda perfectamente el día que pudo poner un pie en la calle. «Fuimos a andar una hora hasta Molinao y vuelta. Parecíamos niños saliendo al recreo».
Nerea Goñi | Familia numerosa
«Te podías encontrar hasta pintalabios en el frigo»
«Hubo momentos muy bonitos y alegres, aunque también de crispación. Siempre había jaleo en casa», resume sin medias tintas Nerea Goñi, madre de Chloe y Jon, de 2 años; Niko, de 6; Kai, de 7; y Luken, de 11. Esta familia numerosa tuvo que lidiar «de sopetón» con comidas para siete a diario, con los deberes 'online' y las trastadas de los mellizos. «Nos atascaban el retrete y en el frigorífico te podías encontrar de todo, me cogían los pintalabios...», recuerda esta mujer, aunque «lo más duro» para ella resultó « hacer de profesora en casa, ese sentimiento de culpa de no hacerlo como debes, tenías que estar continuamente detrás, pero tampoco contabas con tiempo, había que organizar, limpiar, la casa...», enumera.
Fede González | Atleta retirado
«Fueron dos meses, pero se me hicieron como dos años»
La idea de un segundo confinamiento le produce escalofríos. «Sí lo soportaríamos porque las personas nos adaptamos a todo, pero mejor no probarlo», bromea Fede González. Para este donostiarra de 58 años los días encerrado entre cuatro paredes fueron «duros, agobiantes. La casa se te echaba encima. Parecía surrealista, de película de terror. Fueron dos meses, pero se me hicieron como dos años». Mientras contaba los días para salir a correr al aire libre, este atleta veterano no paró de entrenar para distraer la mente.
Tania Martín | Madre de dos hijos
«El confinamiento fue un regalo, además llegó Luca»
Cuando echa la vista atrás y escarba en su memoria cómo fueron aquellos meses en casa los recuerdos son «buenos y el balance, positivo», quitando las primeras semanas, cuando la vida se paralizó de la noche a la mañana. «Al principio nos costó un poco porque mi pareja y yo teletrabajábamos y con un niño pequeño fue duro. Pero a partir de ahí nos organizamos y todo fue muy bien», cuenta esta errenteriarra. «Para nosotros fue como un regalo. A Unai le montamos una especie de parque en la terraza, una piscina hinchable, un huerto... Hacíamos casi todos los días barbacoa. No importaba si era lunes o sábado. También hicimos mucha repostería, me acuerdo de estar buscando levadura en internet porque se agotó». El lado más amargo, «no poder estar con la familia. Mi madre lo pasó muy mal sin ver a los nietos». Habla en plural porque el confinamiento les trajo el mejor de los regalos, al pequeño Luca, el 19 de enero.
Marta Cruz | Madre de cuatro hijos
«Las salidas al balcón eran nuestro momento»
¿Uno de los mejores momentos del confinamiento? «Las salidas a las ocho a aplaudir en el balcón. Ver esa unión entre desconocidos, cómo nos arropamos entre todos fue muy bonito», expresa Marta Cruz. A esta madre de 4 niños, esas 24 horas de convivencia con los suyos le enseñó a apreciar los ratos en familia. «Nos unió mucho a los seis y lo recuerdo con cariño y afortunadamente no sufrimos la pérdida de ningún familiar», afirma, al tiempo que reconoce que en ocasiones resultó «muy duro» contener a tres niños y una adolescente encerrados en casa. «Teníamos que estar continuamente inventando historias, hasta montamos un circuito de pruebas en el pasillo».
Maialen Marin y Jon Makatzaga | Pareja sin hijos
«Menos mal que para entonces ya vivíamos juntos»
Hacía medio año que los donostiarras Maialen Marin y Jon Makatzaga se habían ido a vivir juntos cuando se decretó el confinamiento domiciliario. «Menos mal, si no hubiera pasado el encierro sola», apunta ella, orgullosa del «apoyo mutuo» que se dieron todas esas semanas. Pese a esa «compañía», los últimos días se hicieron «largos. También necesitas estar con la familia y los amigos», apunta él, que admite que lo que peor han llevado han sido «las prohibiciones».
Su rutina por aquel entonces pasaba por «hacer algo de deporte, formarnos y ver series o películas. Entre nosotros también hemos jugado bastante para distraernos y hacer los días más llevaderos». Las partidas al ajedrez eran otro de sus planes, «hasta que se nos cayó una 'torre' por la terraza. No hemos vuelto a usarlo», ríen, conscientes de que hicieron un mayor uso del balcón durante el confinamiento.
Isabel Orive | Vive sola
«Lo recuerdo como algo irreal que nunca hubiera imaginado»
La donostiarra Isabel Orive vive sola, quizá ese factor le hizo vivir un confinamiento aún más duro. «Lo recuerdo como algo irreal», admite, «que nunca imaginaba que iba a pasar». Los primeros días no se le hicieron «tan raros». Acababa de volver de un viaje, por lo que necesitaba descansar. Después llegó el «miedo». Para no pensar en ello, «hacía autodefinidos, paseaba por el pasillo de casa o leía periódicos en el móvil».
Recuerda que fueron momentos difíciles pasados en soledad. «Echaba de menos a los hijos, amigos... Fue lo más duro y sigue siéndolo. Aún hoy no puedo ir a ver a mis hijos en Valencia», se lamenta sin poder imaginarse «un nuevo confinamiento. El virus ha venido para quedarse, pero ya no es lo mismo, tenemos la esperanza de la vacuna. Estoy deseando que me llamen».
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