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La mujer que acusa a su entonces pareja de haberla maltratado, amenazado y agredido sexualmente en la vivienda de Donostia en la que convivían con ... sus dos hijos en común y un tercero de ella fruto de otra relación, ha manifestado este lunes en la Audiencia de Gipuzkoa que, en el momento, ella «no» lo vio «como un abuso» ni como una agresión sexual la noche en la que el hombre presuntamente la obligó a mantener relaciones sexuales sin su consentimiento. Por estos hechos, la Fiscalía de Gipuzkoa reclama 12 años de prisión para el varón, que se expone a otros ocho años de cárcel por maltrato habitual (3 años), amenazas (2) y tres delitos de maltrato no habitual (3).
Los hechos denunciados habrían tenido lugar en el marco de una relación sentimental que se prolongó durante casi 10 años, entre 2010 y 2019, con un periodo de un año separados en 2017 como consecuencia de una orden de alejamiento impuesta por un juzgado. El acusado declarará el martes en la segunda jornada de la vista oral iniciada este lunes.
Durante su declaración, la denunciante se ha mostrado afectada y escueta. La fiscal le ha tenido que preguntar tres veces sobre la supuesta agresión sexual antes de que la mujer comenzara a relatarla. Primero le ha inquirido si alguna vez mantuvieron relaciones sin su consentimiento, a lo que ha respondido «no lo recuerdo». ¿Alguna vez ha tenido relaciones sin consentimiento? «No lo sé». Pero denunció esos hechos, son cosas muy raras…, ha insistido la representante del Ministerio Público, que ejerce la única acusación en esta causa. Y la mujer, a la que no asiste ningún abogado, ha comenzado a hablar. «Yo trabajaba de noche. Salí del bar a las 12, llegué a casa a la 1, él quería tener relaciones y me quitó los leggins». Ni entonces lo denunció, ni lo compartió con nadie, ni fue atendida en ningún recurso. «En ese momento no lo vi como un abuso», ha precisado a preguntas ya de la defensa. Según ha apostillado, fue en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer donde le explicaron que una relación sexual sin consentimiento era una agresión sexual.
A la justicia llegaron una mañana de agosto de 2019, cuando su hijo mayor llamó a la Guardia Municipal después de que el joven, que entonces tenía 19 años, se despertara con los gritos de su hermana, quien estaba en el mismo dormitorio que la pareja. Cuando el joven abrió la puerta de la habitación, el hombre estaba alterado, su madre lloraba y la niña gritaba, según ha recordado. Aunque la Policía Municipal llegó «enseguida», el varón se había ido llevándose con él el teléfono móvil de su pareja, donde al parecer había leído un mensaje que no le había gustado.
Una patrulla de la Policía local lo localizó poco después en un parque del barrio donde residían. El joven ha apuntado que cuando los sanitarios que se habían desplazado en ambulancia para atender a su madre, observaron un moratón en un ojo, marcas de otro golpe previo en el otro ojo y que instaron a su madre a que «se quitara el maquillaje porque tenía otros moratones que trataba de ocultar». De hecho, según ha asegurado el chico, él nunca antes había visto marcas en el rostro de su madre, aunque no convivió con la pareja hasta 2017, cuando él vino de su país a vivir en Donostia.
La mujer sí ha aportado más detalles de la supuesta agresión que motivó el aviso a la Guardia Municipal. Aquella noche, tras acabar su trabajo en un bar, fue al bar de una amiga antes de llegar a casa sobre las 3 de la madrugada. Él no había llegado aún a la vivienda, por lo que se acostó. «Estaba dormida cuando sentí que (él) me cogió del pelo y me sentó en la cama. Tenía mi móvil, y discutimos», al parecer por «un mensaje que encontró en el móvil», procedente de un amigo al que ella respondió. Según su testimonio, su pareja la cogió «del cuello. Había un vaso que se cayó y se rompió, mi hija se despertó y entró en la habitación, y él ya me soltó». Con los gritos de la pequeña, se despertó el hijo mayor, que llamó a la Policía.
Una semana antes tuvo lugar la otra discusión que habría acabado con otra agresión. Fue una noche en la que los dos se encontraban bebiendo cervezas en casa con un amigo en común que se solía quedar a dormir en el sofá. Se les acabaron las cervezas, por lo que su pareja se dispuso a ir a por más bebida a Errenteria. «Le dije que había 'tomado' y que no cogiera el coche a las 5 de la madrugada». A su regreso, según ella, volvieron a discutir y él le propinó «un puñetazo» en el otro ojo. ¿Alguna vez le agredió más?, ha preguntado la fiscal. «No lo recuerdo». ¿Y le insultó? «No lo recuerdo». Finalmente, ha admitido que le solía proferir «que era una basura y no servía para nada». La presunta víctima también ha contado un episodio previo, cuando una noche que dormía en la habitación «con los niños», los dos que tenía en común con su pareja, ella se despertó al sentir «algo en el cuello», un 'algo' que habría sido un cuchillo de cocina.
A preguntas del abogado del procesado, la mujer ha asegurado que cuando su entonces pareja fue detenida, ella dijo en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer que no quería que se dictara contra él una orden de alejamiento. Además, durante el tiempo en el que él permaneció en prisión provisional, llegaron a mantener relaciones sexuales en un bis a bis. Y unos días antes de este juicio se personó en el juicio porque «no quería declarar, por mis hijos», contra el padre de los pequeños.
Durante la vista oral, han comparecido varios de los policías municipales que intervinieron la mañana en la que él fue detenido en agosto de 2019. También la actual pareja sentimental del encausado, a quien ha descrito como alguien «amoroso, responsable y educado», que nunca la ha maltratado ni forzado sexualmente. Y ha asegurado que fueron a buscar a los dos hijos pequeños a casa de la madre, la niña salió «llorando» y les confesó que su madre le había pedido «decir que papá le puso un cuchillo en el cuello».
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