«Nos quejamos de que hay muchos turistas, pero nos vamos de crucero»

– Empieza el año, ¿hace su calendario de vacaciones pensando en adónde puede ir?

– Hago eso pero al revés, miro los días que me puedo quedar en mi casa. Para mí las vacaciones son no salir de viaje más que para comprar el pan en mi Murcia natal.

– No suena a un plan ideal.

– Las vacaciones son para hacer lo contrario de lo que haces durante todo el año. Viajo durante once meses sin parar y lo que busco es parar, socializar con mis amigos. Esta vida mía es fantástica, pero no a todo el mundo le encajaría como una vida feliz. Es dura físicamente y también tiene una importante parte de renuncias a nivel personal.

– ¿Qué destinos tiene en agenda para este año?

– La semana que viene me voy a Sudáfrica, luego una expedición a la Antártida. Iré a Polonia, Mauritania... también a África en septiembre, y en otoño a Japón, que voy siempre.

– Tendrá que ser muy organizado para fechas, vacunas...

– En algunas cosas soy un desastre, pero llevo a rajatabla fechas y permisos para poder hacer mi trabajo. En cuanto a vacunas, me pongo las necesarias. Voy a África con frecuencia y hay que desterrar la leyenda de que todo lo que se mueve te pica.

– Estará acostumbrado a problemas de última hora.

– He sufrido de todo: huelgas, cancelaciones, retrasos... Tienes que contar con ello y siempre puedes mover cosas.

– ¿Qué tiene que tener un viaje para que le guste de entrada?

– Me fascinan los grandes espacios vacíos, los desiertos que todos identificamos con el marrón pero también los hay azules, que son los mares, los blancos, que son los polos... Me gusta la naturaleza donde hay poca gente y me aturden las grandes ciudades. A la India fui muy tarde y no me atrae demasiado, es un barullo de gente y religiones.

– ¿Le han cambiado los gustos con la edad?

– Siempre me han atraído los espacios naturales, cuando era joven nunca fui a festivales de música. Pero obviamente no es lo mismo viajar con 25 años que con 60.

– ¿Qué lleva siempre en la maleta cuando viaja?

– Voy a todos lados con mis cámaras. No sé viajar sin documentarlo y es una maldición. Siempre voy con un bloc de notas bonito y un bolígrafo para apuntar cosas. Y siempre llevo una caja de 'Orfidal' para poder dormir por las noches con todos los cambios horarios. Esto último es poco poético pero muy práctico.

– Pensaba que me iba a decir 'Fortasec', para las tripas...

– Afortunadamente, tengo un estómago de acero y se me quema pocas veces. Para ser viajero es uno de los requisitos, que tu estómago aguante todo (ríe).

– Viajar también significa probar cosas nuevas.

– Hay que tener curiosidad por la gastronomía porque es parte fundamentalísima de la cultura de un país. Si no, no la disfrutas. Si viajas y te acompaña tu régimen, tu 'solo como ensalada', no te vas a enterar de una buena parte del país.

– ¿Cuántos días son necesarios para disfrutar de un destino?

– Cuanto más tiempo puedas estar en un destino, mejor. Irse una semana al Sudeste Asiático es poco pero, si solo tienes ese tiempo, vete. Porque por lo menos abres esa ventana.

– ¿Cómo se posiciona en el debate sobre el futuro del turismo y su masificación?

– Acabo de volver de Roma y estas navidades estaba llena. Ya no hay temporada baja en ciertas ciudades como Praga o Madrid, siempre es media o alta. Ya sabemos lo que es vivir sin turismo, dos años de pandemia nos lo han demostrado. Y hay lugares que solo viven de los visitantes, como las cataratas Victoria en África o en Canarias, donde supone el 50% del PIB. ¿Se ha desbocado? En algunos sitios sí. Veo muy bien lo de los cupos, aunque en Ordesa hay un par de puertas para controlar accesos, pero ¿cómo lo haces en Barcelona o en San Sebastián? No es un problema fácil. Al final, todos somos turistas. He visto a gente de Mallorca quejarse de que hay muchos turistas y luego cogerse un crucero por el Báltico. Eso lo hacemos mucho.

– ¿Le siguen sorprendiendo los destinos?

– El mundo es tan grande que ni siquiera en una vida viajando constantemente te da tiempo a conocerlo todo. Además, si vuelves a un sitio 20 años después, es volver a descubrirlo.

– ¿Qué imágenes viajeras guarda con más cariño?

– Una en la que estoy rodeado de pingüinos en la Antártida y otra de mis primeros viajes al desierto del Sáhara.

– Deme alguna recomendación. Tengo dinero pero no tiempo, ¿adónde voy?

– París, Roma, Amsterdam... Cualquier ciudad europea que esté cerca y puedas ir a tutiplén.

– Tengo tiempo pero poco dinero. ¿Qué hago?

– Saca un billete barato al Sudeste Asiático y me tiraría dos o tres meses de mochilero por Laos, Camboya, Vietnam, Tailandia, Birmania... Son países maravillosos, baratísimos y gente amable.

– Voy con la familia, dos hijos menores y perro. ¿Me quedo en casa?

– ¡No! Un viaje en bicicleta por Centroeuropa, alquilas el carrito, hay carriles bici, todo bien preparado y organizado. Es un reto que alemanes, holandeses, franceses hacen habitualmente y aquí hay poca costumbre.

– Para eso necesito un buen fondo físico.

– La bicicleta eléctrica es una gran aliada.

– ¿Llevo todo bien organizado?

– En los viajes hay que dejar un espacio a la improvisación, a la sorpresa. Hay gente que antes de salir comprueba en internet hasta cómo son las almohadas del hotel. Deja que las cosas fluyan.