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Noelia, de espaldas, perdió su trabajo al inicio de la pandemia pero su adhesión al programa 'Azken sarea indartzen' le permitió sacar adelante a su familia y pagar el alquiler de su vivienda. Usoz

«Al quedarme sin ingresos pensé volver a Honduras, pero eso era retroceder»

Noelia perdió su empleo como trabajadora del hogar en marzo por la pandemia. Sin ayuda no habría podido pagar la habitación donde vive con su familia

Macarena Tejada

San Sebastián

Lunes, 16 de noviembre 2020, 07:40

Noelia lleva dos años en Gipuzkoa. Llegó a Donostia procedente de Honduras en 2018 y desde entonces «siempre» se ha dedicado a los ... trabajos del hogar. Cuidar a niños, personas mayores y limpiar casas ha sido su forma de salir adelante en San Sebastián, Pasaia, Beasain o cualquier otro municipio del territorio donde ha tenido que mudarse para sobrevivir. En estos momentos, vive en una habitación dentro de un piso compartido con sus dos hijos menores y su marido, que no tiene trabajo. Pero después de «todo» lo que ha sufrido por la pandemia, no se queja.

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Antes del Covid, trabajaba alrededor de tres días en una casa. «En marzo, con la crisis sanitaria, me despidieron. Tenían miedo a que pudiera meter el virus en la casa y prefirieron que dejara de ir», explica sin querer dar demasiados datos al preferir guardar su intimidad. Dice que entiende la decisión de prescindir de sus servicios, «el miedo es libre», pero al verse sin ingresos y en situación irregular no le quedó otra opción que «acudir a Cáritas en busca de ayuda».

Allí, tras analizar su situación, le hablaron del programa 'Azken sarea indartzen'. Cumplía todos los requisitos, así que ese mismo mes de marzo comenzó a beneficiarse de la prestación. «Pude pagar el alquiler y también los productos básicos de comida, como la leche o la merienda para mis hijos», cuenta. «Durante el confinamiento, cuando todos estábamos encerrados, era casi imposible encontrar trabajo. Además, nadie quería meter a un desconocido en casa». En los peores momentos, Noelia se vio en la calle con los suyos. «Cuando me quedé sin ingresos, mi marido y yo pensamos en volvernos a Honduras, pero subirnos en ese avión era retroceder. Si aquí, en estos momentos, la cosa está muy complicada, ahí es todavía mucho más difícil crear un futuro digno», reflexiona. Abandonó su país de origen porque «temía por los niños. Aquello es como un país sin leyes».

Tres horas a la semana

Pagar el alquiler es el mayor problema con el que se ha encontrado Noelia estos meses. «Llega el Covid, te quedas sin trabajo y sin dinero. Con hijos pequeños. Mi esposo, que no encuentra empleo desde que llegó aquí hace año y medio. Te desesperas», se sincera. La convivencia, además, «no es sencilla con niños menores de edad. Acabamos discutiendo muchas veces. Llega un momento en el que todo se complica, pero el acceso a la vivienda es casi imposible aquí», se lamenta. Solo alquilar una habitación le cuesta en torno a los 400 euros, «con el hándicap de que, al ser cuatro, nos ponen muchas trabas, pero si nos cuesta pagar eso imagínate un piso entero».

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En estos momentos ya no dispone de la ayuda del Gobierno Vasco porque han finalizado los seis meses de temporalidad. Ahora, gracias a Cáritas, recibe otro tipo de prestaciones y ha conseguido trabajo tres horas a la semana. «Es muy poco, casi nada, pero me sirve para los gastos muy básicos», se resigna. Ve el futuro con «incertidumbre», pero confía en poder labrarse un futuro digno en Gipuzkoa.

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