«Pensé que era la única víctima y resulta que se siguió recetando»
Cati Gallardo, con un hijo de 14 años afectado, ha pasado «de llorar a luchar». Forma parte de la asociación española de víctimas del valproico recién creada
A. A.
SAN SEBASTIÁN.
Domingo, 15 de julio 2018, 09:56
La estrategia del silencio funcionó en el caso de Cati Gallardo. Esta mallorquina, que dio a luz hace 14 años a David, afectado por autismo y con problemas de desarrollo -tiene un 65% de minusvalía-, siempre creyó que era la única víctima del síndrome del ácido valproico. A diferencia de otros afectados que empiecen ahora a atar cabos y relacionen los problemas de sus hijos con la ingesta del fármaco años atrás, Cati tuvo «la suerte» dentro de la desgracia de salir del hospital con su bebé recién nacido y un diagnóstico bajo el brazo: «Desde el primer momento la neuropediatra sospechó y me dijo que por los rasgos fenotípicos de mi hijo podría sufrir el síndrome de ácido valproico». David sufre autismo, un déficit de atención, problemas de motricidad, falta de equilibrio, malformaciones en los conductos semicirculares, sordera severa. «Le costó mucho hablar y andar», añade en ese listado detrás del cual hay un chaval muy consciente del culpable de sus males. «Un medicamento malo», dice con dificultad al otro lado del teléfono.
«Lo primero que haces es culparte», reconoce Cati. Medicada contra la epilepsia desde los 20 años, tomaba Dépakine y cuando se quedó embarazada lo primero que hizo fue preguntarle a su neurólogo si podía seguir tomando el fármaco. «Me dijeron que no había riesgos y lo tomé». A las 26 semanas de gestación tuvo una amenaza de parto y finalmente David nació de forma prematura en la semana 35. «Nació con problemas respiratorios y se lo llevaron a la UCI». Tres días después, prácticamente le aseguraron que los problemas los podía haber provocado el medicamento. «Por entonces ya había estudios que alertaban del elevado riesgo de provocar malformaciones y problemas de desarrollo en el feto», remarca.
Una demanda judicial
Pero, una vez descubierto el mal, jamás pensó que se siguió recetando sin el debido control e información a las pacientes. «Pensaba que había sido yo la única tonta en haber tomado el fármaco durante el embarazo». Y, después de llorarlo todo, «pasé a luchar, a dedicar mi vida entera a sacar a mi hijo adelante para que, dentro de su minusvalía, pueda ser lo más autónomo posible».
Hace no más de un año, su lucha personal pasó a ser una batalla colectiva. «Un amigo me dijo que en Francia había saltado un escándalo por el Dépakine. No me lo podía creer. Se seguía recetando. ¿Cómo podía ser que algo que yo sé desde que nació mi hijo hace 14 años siga ocurriendo?». A través de Facebook entró en contacto con un grupo de afectados, junto con los que dio el paso de formar la asociación Avisav, que va a denunciar a la farmacéutica Sanofia en los tribunales y ha comenzado una ofensiva que no ha hecho más que comenzar. De momento, cuatro niños con problemas ya han sido diagnosticados oficialmente en España. Por desgracia, podrían ser los primeros de miles.